La sátira
es fundamental para convencer al público de
que lo que está ocurriendo y, contra lo que
se argumenta, es verdaderamente una forma de "espejo"
donde se mira el lector u oyente y donde lo único
que funciona es la famosa máxima de "ver
la viga en el ojo ajeno y no la paja en el propio".
Cayetano comparte la suya, una "humilde propuesta"
basándose en Jonathan Swift para luchar contra
alguna de las lacras que no permiten a nuestra sociedad
mejorar.
Un año más desde la asignatura de Literatura
Universal queremos devolver a la actualidad al deán
de la dublinesa catedral de San Patricio, al increíble
escritor Jonathan Swift. Este irlandés escribió
'Los Viajes de Gulliver', la novela de viajes en forma
de sátira que supuso para la literatura inglesa
lo mismo que 'El Quijote' para la novela de caballerías
en España: ambas acabaron con unos subgéneros
literarios cuyo declive llevaba años anunciándose.
Pero Swift escribió también otro tipo
de historias que lo llevaron a enfrentamientos directos
con la reina Ana Estuardo y que lo hicieron pasar
de apoyar a los whigs (los laboristas del Parlamento
inglés) a formar parte del grupo de los tories
(los conservadores del Parlamento). Fueron sus famosas
sátiras, entre las que cabe destacar: 'Cuento
de una barrica' (1703-1705), un ataque a los modernos
por considerarlos superficiales; 'La batalla de los
libros' (1704), en la que presenta una batalla entre
los antiguos y los modernos y en la que Swift se pone
del lado de los antiguos, de los clásicos;
'Un argumento contra la abolición del cristianismo
en Inglaterra' (1708), que se presenta como un caso
para mantener el cristianismo como la religión
oficial en Inglaterra (la sátira para Swift
deja en evidencia al lector que no comprende el dardo
lanzado en su contra, es decir, es una clase de "espejo"
donde los que se miran descubren el rostro de todos
menos el suyo; así, la sátira es un
mecanismo de denuncia de su realidad histórico-social
y el método que utiliza, la invectiva, ataca
lo que el autor considera ofensas intolerables a la
moral, los principios y las creencias que debieran
mantener al mundo y a los seres humanos en orden a
la vez que tiende una trampa al lector, que debe discernir
con perspicacia el juego en el que el propio autor
lo involucra; por medio de la retórica de la
contradicción, la sátira se erige en
una crítica feroz contra todo) y, la más
famosa de todas, 'Una humilde propuesta' (1729), a
la que cada año dedicamos el comentario más
profundo porque me parece verdaderamente intensa y
cruel a la vez que de una actualidad verdaderamente
increíble.
En esta "humilde propuesta", Swift comienza
exponiendo fríamente la triste situación
presente: muchas madres mendigan en Irlanda con sus
hijos a cuestas; después prosigue con las ventajas
que se desprenderían de la aplicación
de la medida que se sugiere: los niños dejarían
de constituir una carga para sus padres o para el
país y ya no se cometerían más
abortos ("esa horrible práctica de las
mujeres que matan a sus hijos bastardos"). Seguidamente
se pregunta con toda crudeza qué hacer para
rentabilizar a los niños que cumplen un año
de edad ya que no sirven ni siquiera para robar y
hasta que cumplan los doce no se les puede vender.
Aunque estos razonamientos y la truculenta propuesta
que se desprende de ellos sugieren que la mente que
los concibió escribía arrastrada por
una furiosa crueldad, en realidad constituyen una
estrategia deliberada, la anteriormente explicada
tras el argumento... Swift, empleando una lógica
irreprochable, lleva hasta sus últimas consecuencias
justamente la premisa que quiere denunciar: la de
que la única finalidad de toda política
inglesa en Irlanda consiste en explotar a su pueblo.
Pero si Swift escribe al hilo de un razonamiento,
no desperdicia, sin embargo, la ocasión de
lanzar esporádicas alusiones sarcásticas
a situaciones tan sangrantes como el absentismo de
los terratenientes ingleses ni pierde la oportunidad
de ridiculizar otras muchas situaciones. En esta sátira
que nos ocupa, como en otras, es Swift muy minucioso
al ofrecer un exhaustivo informe de todas las circunstancias
que conciernen a su proyecto: abastecimiento de los
mercados, aprovechamiento de la piel de los bebés...
La ironía abunda, por ejemplo, al decir que
la medida de guisar a los niños "incrementaría
el cuidado y la ternura de las madres hacia sus hijos"
o que si esta política no nos convence, su
ponente está dispuesto a admitir cualquier
otra, con tal de que sea "igualmente inocente,
barata, fácil y efectiva".
Swift coloca el mundo al revés y hace que
el autor ficticio deseche justamente las únicas
disposiciones sensatas que permitirían combatir
la pobreza de Irlanda.
Esta explicación me lleva de nuevo al principio:
¿por qué propongo cada año a
mis alumnos de Literatura Universal una "humilde
propuesta" basándonos en Swift para luchar
contra alguna de las lacras que no permiten a nuestra
sociedad mejorar? Porque creo que la sátira
es fundamental para convencer al público que
la lee o la oye de que lo que está ocurriendo
y contra lo que se argumenta es verdaderamente una
forma de "espejo" en la que se mira el lector
u oyente y donde lo único que funciona es la
famosa máxima de "ver la viga en el ojo
ajeno y no la paja en el propio".
De ahí que este curso haya "propuesto"
a mis alumnos una sátira contra la corrupción,
que se ha presentado como una de las peores manchas
de nuestra sociedad; algo contra lo que es difícil
luchar porque todos, en algún momento de nuestras
vidas, la hemos tenido cerca o demasiado cerca para
no dejarnos caer en ella.
Veamos ahora la sátira de Cayetano E. Guerra
Lavid (2º D de Bachillerato), la que consideré
que representaba de manera más cercana a la
de Swift ese ataque contra este terrible lastre social
y personal, sin menoscabo de otras muy interesantes
de otros alumnos.
MI HUMILDE PROPUESTA CONTRA LA CORRUPCIÓN
Hay muchas cosas que odiamos, como los mosquitos,
los exámenes, los días de lluvia, o
los lunes, donde todo vuelve a empezar. Aun así,
no pasa nada, porque para ello hemos desarrollado
sofisticadas soluciones, como los antimosquitos, los
paraguas o la función de posponer la alarma
cinco minutos más. Pero, ¿qué
podemos hacer contra la corrupción?
Una persona de confianza me dijo una vez que veía
la solución en que un día llegase un
ejército de Inglaterra a España y nos
conquistase, pasando a ser ingleses, con sus leyes,
costumbres y organización política sólida
y en regla. Pero amigos, si ya nos arrebataron Gibraltar
no podemos permitir que nos quiten el resto. Y por
eso considero esa opción inviable. Así
que, parémonos a pensar un momento. ¿Qué
es lo mejor que tiene España, a diferencia
de cualquier otro país? Ustedes pensarán
que hablo de 'El Quijote', pero... no, ¡hablo
de la corrupción!
¡Sí! Nos hemos equivocado desde el principio
viendo la corrupción como algo malo, una vergüenza,
una falta de disciplina y orden, ¡pero no hay
país europeo que lo haga tan bien como España!
¡Créanme, estamos a la cabeza!
Ha llegado la hora de mi propuesta, de dar la vuelta
a la tortilla y usar nuestra arma secreta para recuperar
la estabilidad económica. Para ello, procedo
a explicar mi humilde propuesta: necesitaremos a unos
cuantos imputados ya acusados. Como he dicho antes,
tenemos de sobra, por lo que no será un problema.
Entonces, de sus cuentas suizas extraeremos unos 50.000€
por cabeza, que tienen de sobra y ni se van a enterar.
Con este dinero contrataremos a los mejores cirujanos
del país, favoreciendo de paso nuestro mercado
laboral. Les pagaremos una reconstrucción facial
total. Quien fuese rubio, será moreno. Quien
fuese castaño, pelirrojo. Quien tuviese una
nariz prominente, parecerá Lord Voldemort.
Vamos, que le dejaremos sin nariz, para que nadie
que entre por la puerta del quirófano salga
con el más mínimo parecido a como era
cuando entró. Este tinglado es necesario porque
Alemania y otros países tienen una lista de
corruptos españoles entre los que se encuentran
nuestros seleccionados.
Y aquí llega la perfección del plan.
Una vez que los hemos hecho pasar por personas honradas,
sin nada que les pueda hacer parecer que te vayan
a estafar millones de euros, estarán preparados
para ir a crear empresas fantasma en las que se realicen
pagos de estado a empleados inexistentes, y que puedan
mantener la mentira durante al menos veinte años,
para que varios de esos asalariados ficticios se conviertan
en jubilados fantasma que sigan chupando de las pensiones
de los países europeos como Alemania, donde
estas empresas serían instaladas.
Es verdad, mi humilde propuesta conlleva un proceso
a largo plazo. Veinte años ocultándole
una mentira enorme a Europa y al resto del mundo.
Pero si nos vamos a los números, una empresa
fantasma por cada corrupto español, pongamos
cien de estos, con unos cincuenta empleados inexistentes
más los jubilados ficticios que se vayan dando
de baja poco a poco, se traduce en una ganancia de
cientos de miles de millones de euros que España
recibirá tan solo de Alemania en veinte años,
sin que tenga que someterse legalmente a un rescate
de nuestra economía que nos suponga un mayor
endeudamiento. Por supuesto, todos los pequeños
detalles que componen esta operación están
sumamente cuidados. Hay policías españoles
que vigilan a los imputados en Alemania para que no
roben lo que roban, y estos a su vez tienen a otro
para que no se dejen corromper.
Y si, por desgracia, esta increíble operación
hunde a Alemania en una crisis... ¡vaya!...
será... un daño colateral. ¡Qué
lástima, señora Merkel!
¿No podría terminar así?
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