Este texto
recoge la reflexión sobre la belleza de leer
en tiempos en los que era difícil hacerlo y
también insiste en la esperanza de que haya
generaciones actuales que sigan disfrutando de la
lectura. La autora, Ana Narganes, forma parte del
Taller de Prensa Escrita impartido por el profesor
José Luis Castro.
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Miles
de libros en una biblioteca. |
Según las últimas estadísticas
realizadas por el Centro de Investigaciones Sociológicas
efectuadas a principios del año 2015 solamente
leen un 35 por ciento de nuestros jóvenes.
Hace algunas décadas, si habías nacido
en un pueblo, como era mi caso, las dificultades que
encontrabas para poder leer eran inmensas. No había
bibliotecas y los libros que encontrabas en las casas
eras escasos.
De todos los libros que he leído a lo largo
de mi vida, y son muchos, hay uno que ha batido el
récord y es que lo habré leído
al menos cinco veces, se trata de 'La Dama de las
Camelias' (1948), de Alejandro Dumas hijo. Cuando
lo leí por primera vez me pareció sublime
y, ante la escasez de medios para conseguir más
lecturas, cada cierto tiempo le volvía a disfrutar
en mis manos.
Recuerdo que por los años ochenta comenzó
a circular por los núcleos más desfavorecidos
de mi provincia 'El Bibliobús'. Era una especie
de autobús pequeño que todos los viernes
llegaba cargadito de libros en sus estanterías
y que si previamente habías sacado el carné
de lector, podías coger en préstamo
dos libros. Será de los recuerdos más
emocionantes que tengo de mi adolescencia.
Con el paso de los años el tema de la lectura
mejoró sustancialmente y ya no tuve mayor problema
en conseguir un buen libro con el que disfrutar.
Y ahora mismo con el auge de las nuevas tecnologías
puedes encontrar y leer todo lo que te pueda resultar
interesante incluso sin moverte del salón de
tu casa.
Por eso pienso que nuestros jóvenes no son
conscientes de la suerte que tienen de vivir en el
siglo XXI, donde a golpe de ratón pueden descubrir
el placer de la lectura.
Por cierto, un día de estos volveré
a leer mi dama de las Camelias: “Cuando
la existencia ha contraído un hábito,
como el de aquel amor, parece imposible que dicho
hábito pueda cortarse sin romper al mismo tiempo
todos lo demás resortes de la vida”.
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