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Nº 132

OPINION / TRIBUNA LIBRE

La inseguridad

Por Cristina Schoenlein, estudiante de 1º de Bachillerato del IES Las Llamas de Santander.

La inseguridad puede obedecer a muchas causas: miedo al fracaso, falta de confianza en uno mismo, indecisión frente al futuro, entre otra multitud de cosas. Como no podía ser menos en la era de la informática y la comunicación, en Internet hay multitud de vídeos y escritos que intentan darnos consejos para acabar con esta falta de confianza, pero ninguno de ellos nos proporciona una fórmula mágica para vencerla, probablemente porque no la hay.


Todos y cada uno de nosotros tenemos defectos, rasgos de nuestra personalidad o de nuestro cuerpo que no nos gustan, pero creo que todos deberíamos aceptar aquellos fallos que no nos convencen y querernos tal y como somos. El problema radica en que nuestro mayor crítico somos nosotros mismos. Seguramente una persona que tú consideras “perfecta” también podría sacar mil defectos de sus rasgos o de su identidad.

Dejando a un lado las causas de la inseguridad, vamos a analizar sus consecuencias. En primer lugar está el miedo: miedo a atreverte a hacer lo que realmente deseas hacer, miedo a hablar con esa persona que se sienta delante de ti en clase, miedo a fracasar en lo que te propones, miedo a la independencia de hacer por tu cuenta lo que tienes que hacer o miedo a no ponerte la ropa que te gusta porque crees que no te queda bien.

Por otra parte, en el peor de los casos, la inseguridad que sentimos también puede llevarnos a atacar las inseguridades de los otros para no tener que enfrentarnos a las nuestras.
De ese modo, hay quien intenta reafirmarse a sí mismo burlándose de los puntos débiles que muestran los demás y arrojándose contra ellos como un león hambriento. Muchas veces los inconvenientes residen en que no medimos nuestras palabras: siendo conscientes de lo que decimos, no pensamos en lo que podría suponer para nuestros receptores. Con una frase podríamos estar agravando una inseguridad que recae en lo más hondo de la persona y que poco a poco construye un cimiento de desconfianza difícil de destruir. El problema es que ladrillo a ladrillo levantamos un muro cada vez más alto y fuerte, que solo podremos superar poco a poco aceptándonos a nosotros mismos.

Llevará tiempo, pero tengo la esperanza de que todos nosotros podamos superar nuestros temores e inseguridades por nosotros mismos o con la ayuda de otras personas, rodeándonos de gente que nos hace feliz y que nos quiere como somos. Si no es así y crees que necesitas ayuda externa, siempre podrás recurrir a especialistas sin miedo a que los demás te consideren un “bicho raro”, porque no lo eres, solo eres una persona normal como cualquier otra.


De esta manera, algún día te despertarás por la mañana y estarás conforme con cómo te ves en el espejo y orgulloso de lo que dices o de lo que haces. Y si ya eres muy seguro de ti mismo, recuerda que puedes ayudar a todas esas personas con inseguridades recordándoles cada día que son geniales, porque lo son.

 

 


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