Con motivo
del 50 aniversario del Bachillerato Nocturno en el
IES Marqués de Santillana, la dirección
del centro promovió entre el alumnado de estos
estudios tres concursos: logo, fotografía y
relato corto. En esta categoría el primer premio
fue para Pablo Alonso González por 'Algo más
que recuerdos', que puedes leer a continuación.
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Estudiantes y profesores durante la entrega
de premios.
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'Algo más que recuerdos'
Te sientas a escribir, hace tiempo
que el bolígrafo es tu único psicólogo,
no te censura, sólo plasma lo que sientes y
es tu consuelo. Recuerdas aquella mañana, tocaba
ir al médico, una cosa que ya había
pasado a formar parte de tu rutina, lo asumes, no
eres, tu sangre es defectuosa pero te sientes bien;
tu única obsesión es que te suelten
pronto para poder llegar a clase y ver los ojos de
esa niña por la que te desvives.
Atrás quedaron los momentos de estar en cama,
querías crecer y lo hiciste, pero pasaste un
precio demasiado alto por unos míseros centímetros.
Vivías en la edad del pavo donde medias a las
personas por su tamaño y bolsillo.
Llegas al hospital y te reciben con un amable pinchazo
que para ti no tiene importancia, ya que desde los
ocho meses han estado castigándote las venas.
Pero tus sueños de ese día se ven truncados
cuando la enfermera te dice que tienes que pasar el
último porque la doctora quiere hablar contigo
tranquilamente de algo importante. Te mosqueas, ya
no verás a tu niña y todo ello porque
piensas que la doctora te va a decir lo de siempre,
que hay un nuevo tratamiento, el que de verdad te
cure y puedas ser normal, tu sueño de siempre;
ambicionaste poco, sólo querías ser
uno más y nunca lo lograste.
Pasan las horas en ese cuarto que huele a enfermedad
y olvido, olvido de los que nadie se acuerda, los
que sólo sirven para que el político
de turno se saque una foto de días antes de
las elecciones y en el pie de página ponga
algo así como: "aquí vemos a fulanito
en una de sus visitas diarias para colaborar con los
mas necesitados". Lo has vivido y te hierve la
sangre al recordarlo; te invitaron a una comida, sin
embargo era una encerrona en la que solo serviste
de anzuelo pesca votos; no te preguntaron ni el nombre,
sólo un abrazo y el pertinente flash y si te
he visto no me acuerdo. Estás con estas cavilaciones
cuando por fin te llaman, son las dos menos veinte
y te resignas sabiendo que ya no llegas a ver lo que
más quieres.
- Hola Bruno, siéntate por favor, tenemos
que hablar de algo importante.
Más que sentarte te desplomas, mientras la
doctora revisa tu historial medico en tu boca aflora
una sonrisa sarcástica, amarga, piensas que
si la vendieras por lo menos saldrían tres
tomos.
- Todo esta igual, cinco mil plaquetas, ya sabes,
una cifra muy baja, que te voy a contar, pero eso
no es lo que me interesa ahora.
Tus padres al lado te miran de reojo y te mosqueas,
crees haber visto una lágrima asomar en los
ojos de tu madre, pero ya te sientes lo suficiente
incomodo como para mirarla y forzar la situación.
- Bueno Bruno –te dice la doctora-
sabes que últimamente has tenido muchas
complicaciones, piensa en lo de la vista.
Al decirte eso te viene a la cabeza la imagen de
una habitación de urgencias, estáis
separados del resto por unas miserables cortina, sin
poder diferenciar la cara de tu madre de la del medico
de turno, solamente las distingues por el pelo.
Diagnóstico: debido a tu carencia de plaquetas
y su ínfimo tamaño te ha sangrado la
retina, da gracias que no ha sido el cerebro.
Lo pasaste mal, era tu último curso con tus
compañeros de toda la vida y querías
disfrutarle, exprimir cada segundo al cien por cien,
porque después sabías que no ibas a
ser como siempre, comenzabas al instituto y cada uno
tomaría un rumbo. De pronto una frase te sacaba
de tus recuerdos de forma drástica.
- Bruno, creo que ha llegado la hora de tomarse
en serio la posibilidad del trasplante.
En ese momento si te pinchan no sangras, otros en
tu caso posiblemente se hubieran echado a llorar,
tú no, sólo crees que todo es una broma,
sólo esperas que te digan que todo es mentira,
que te están tomando el pelo, pero no, sabes
que no, con esas cosas no se juega y ahora lo único
que quieres es salir corriendo mientras gritas que
quieres vivir una vida normal, decidir por ti mismo,
no estar condicionado para siempre por unos fármacos
que los únicos efectos que tienen son los que
en el prospecto aparecen bajo el título "efectos
secundarios".
La doctora sigue hablando, pero tú ya no
prestas atención, sabes que no está
en tu mano decidir, una vez más volverán
a hacerlo por ti, solamente por ser menor de edad
tu opinión no cuenta, mientras estás
con estos pensamientos aciertas a escuchar las palabras
" …sólo falta vuestra aprobación…"
y "…lunes veintiuno de junio…",
un nudo en el estómago te incomoda al respirar
y un calor opresor inunda tu pecho, pides explicaciones.
- Hemos encontrado un donante lo suficientemente
compatible contigo para que el trasplante se realice
con garantías, sólo nos falta la aprobación
de tus padres ya que legalmente responden por ti.
Te sientes indignado, menospreciado, ni tan siquiera
se han molestado en preguntar tu opinión, como
si fueras una marioneta a la que los hilos ya empiezan
a apretarle. Le preguntas a la doctora que cuando
sería.
- El veintiuno de junio, estas cosas es mejor
hacerlas en verano para prevenir infecciones.
Sólo aciertas a decir que ese día
comienzan las vacaciones. Ya no importa lo que tuvieras
planeado, los sueños que quisieras cumplir
mientras todavía te quedase algo de inocencia
y tu futuro próximo queda hipotecado, sólo
el tiempo te dirá lo alto que es el interés
que debes pagar.
Un calambre fruto de medicamentos día si
y día también durante cinco años,
te devuelve a la realidad, esa a la cual tanto te
ha costado acomodarte, sigues teniendo malas rachas,
pero sales a flote. Como último pensamiento
antes de cerrar el cuaderno te viene a la cabeza la
cara de esa persona que sin todos esos malos ratos
posiblemente nunca hubieras llegado a conocer, esa
que te quiere por ser diferente, la cual te ha hecho
sentir importante sin ver tus rarezas y piensas que
sí, que volverías a pasar todo solamente
por poder ver una vez más esa sonrisa.

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