Un grupo
pequeño de 2º de ESO, en la optativa de
Taller de Comunicación, nos hemos puesto manos
a la obra para participar en la revista InterAulas,
animados por el profesor Rafael. Para ver cómo
va el asunto nos hemos decidido por un reportaje que
parece sencillo, pero nos ha llevado nuestro tiempo
y algún que otro paseo por los pasillos. Se
trata de dar una visión breve sobre cómo
es nuestro instituto, el Valentín Turienzo
de Colindres.
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Vista general
del edificio. |
Hace 17 años que se abrió nuestro instituto,
es decir, en 1991. Situado en la calle Monte, junto
a las marismas de Santoña, somos 486 estudiantes
y 59 profesores. Es grande para un pueblo como Colindres,
que tiene unos 8.000 habitantes. Su nombre, el Valentín
Turienzo, según nos cuenta Javier Gutiérrez
Herrador, el director, viene de un antiguo maestro
que tuvo Colindres. El director también nos
contó que Colindres es un pueblo dinámico
en el que viven muchas personas jóvenes.
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Javier Gutiérrez
Herrador, director del instituto. |
Sobre el propio instituto, Javier nos explicó
en una breve entrevista que le hicimos que uno de
los aspectos que se deben mejorar es el respeto hacia
los profesores y nuestra responsabilidad en el estudio.
Entre los asuntos que menos nos gustan está
que no nos dejan salir en los recreos porque las puertas
están cerradas, pero sí debemos salir
para ir a las clases de Educación Física.
Le preguntamos cómo es posible que no podamos
salir en los recreos pero sí a Educación
Física. Javier, el director, nos explicó
que no podemos salir por órdenes de la Dirección
General, pero sí a Educación Física
porque los dos polideportivos en donde damos las clases
están fuera del recinto y no hay otro sitio
donde dar esta materia.
Aunque los profesores siempre nos dicen que estamos
obligados a ir a clase; sin embargo, cuando hacemos
novillos y nos ve la policía por el pueblo
no nos dice nada. Ante esto, el director nos contesta
que muchas veces llevan al instituto a los que ven
por la calle en hora de estar en clase, pero otras
tienen otras cosas que hacer y no pueden hacerlo todo,
aunque nos asegura que la policía se preocupa
mucho con este tema.
Uno de los lugares más animados del instituto
es la cafetería, que lleva Chus. Desde el curso
1991 y 1992, hace 15 años, la cafetería
es la cosa más buena que hay en el instituto.
Ahí podrás comprar los bocadillos de
tortilla de bonito y mayonesa que hace Chus, y los
de bacón y jamón y queso. Podrás
comer y beber lo que quieras y lo que te apetezca
a la hora que sea, porque aunque está prohibido
fuera del horario de los recreos, la gente siempre
está dispuesta a bajar y comprar "los
mejores bocadillos de la historia". También
es una zona donde te sientas y charlas con tus amigos
mientras te comes un pincho de tortilla. En la cafetería
no sólo hay bocadillos, sino que también
es una tienda de golosinas donde comerás si
quieres "chuches", como palomitas, jumpers,
caramelos de menta… También hacen café
para los profesores.
Al día como máximo, Chus puede vender
cien bocadillos. Los más vendidos son los de
tortilla de bonito y mayonesa, de bacón, de
jamón y queso… Según nos cuenta
Chus, suelen venderse más esos de antes que
los de tortilla normal. También podrás
probar sandwiches mixtos y vegetales por un precio
estupendo.
Aunque, claro, en los recreos y con tanta gente en
la cafetería, el ruido es ensordecedor, y eso
es justamente lo que más molesta a Chus.
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Chus, la encargada
de la cafetería. |
Otro lugar muy concurrido en el instituto es la secretaría,
un espacio donde tienen muchas llaves por si un día
a un alumno se le olvida o incluso pierde alguna de
las llaves de la taquilla. Es un lugar donde se hacen
las matrículas y donde las dos chicas que están
trabajando guardan nuestros expedientes. Se reciben
llamadas de teléfono o se pueden enviar y recibir
faxes, además de ser el sitio donde siempre
se va a preguntar cuando pasa algo administrativo.
Nada más entrar en el instituto te encuentras
con la conserjería, atendida por tres personas.
Su misión es hacer fotocopias, abrir la puerta,
atender a los teléfonos, dar aviso a los profesores
y vigilar que todo vaya bien en el instituto. Nos
cuentan que constantemente están abriendo la
puerta y, al mismo tiempo, cogiendo el teléfono
y que fotocopias hacen muchísimas, aunque depende
de los días. Según nos indican, aunque
se llevan bien con los estudiantes, el mejor día
de su trabajo es cuando acaba el curso, y el peor
cuando empiezan las clases.
Y éste es nuestro instituto, a grandes rasgos,
donde pasamos gran parte de las horas de cada día
en Colindres, eso sí, durante el curso.

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