Las 
                            herrerías eran unos establecimientos donde 
                            trabajaban el hierro de forma artesanal siguiendo 
                            el método directo. Un herrero es aquel que 
                            elabora objetos de hierro o acero, utilizando para 
                            ello herramientas manuales para martillar, doblar 
                            o modelar el metal cuando éste se encuentra 
                            en estado plástico. Los herreros trabajan calentando 
                            las partes del hierro o del acero a modelar.  
                           
                          
                           Los herreros solían usar los siguientes instrumentos: 
                          
                            - La forja: el lugar en donde se 
                              le aplica calor al metal en la herrería.
 
                            - El yunque: es un gran bloque 
                              de hierro o acero acabado en punta para facilitar 
                              el proceso de forjado y para sostener algunas herramientas 
                              especiales.
 
                            - Los martillos: los que se usan 
                              en herrería son los de bola y de cuña.
 
                            - Las tenazas: se usan para asir 
                              el metal incandescente.
 
                            -  Los moldes: son instrumentos 
                              para dar forma al metal. 
 
                           
                          Antes de la Revolución Industrial, el herrero 
                            de la aldea era un vecino básico de cualquier 
                            poblado. Actualmente, las técnicas de producción 
                            en masa han reducido la demanda del trabajo de los 
                            herreros.  
                          A España debió venir el conocimiento 
                            del hierro y de su industria con los fenicios, pero 
                            su divulgación se atribuye a los celtas en 
                            el siglo VI a.C. como lo prueban los hallazgos de 
                            armas de estilo celta. La fundición de hierro 
                            propiamente dicha o reducción del hierro al 
                            estado líquido no fue conocida hasta los comienzos 
                            del siglo XIX debido a la invención del método 
                            de altos hornos.  
                          La siderurgia tradicional tuvo cierta importancia 
                            en Cantabria desde muy temprano (Alta Edad Media). 
                            El sistema empleado en las ferrerías consistía 
                            en cocer el mineral en hornos bajos, usando como combustible 
                            carbón vegetal. Al menos desde el siglo XV 
                            usaban ya la energía hidráulica para 
                            insuflar aire en el horno a través de fuelles 
                            y para mover un mazo que servía para golpear 
                            la llamada goa o zamarra, es decir, la masa pastosa 
                            de hierro que salía del horno tras la cocción; 
                            el martilleo servía para compactarla, liberarla 
                            de la escoria y darle forma. En el siglo XVIII fueron 
                            famosas las ferrerías de la Merindad de Campoo. 
                            Las ferrerías hidráulicas, que estuvieron 
                            en funcionamiento más de cinco siglos, tuvieron 
                            una gran importancia para la economía de Cantabria, 
                            pero durante los años cincuenta del siglo XIX 
                            comienzan a perder importancia debido a la aparición 
                            en el mercado de cantidades cada vez mayores de hierro 
                            producido por la moderna siderurgia nacional y extranjera, 
                            lo cual incidió sobre los precios reduciendo 
                            los márgenes de beneficio.  
                          
                             
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                              Una de las salas 
                                  del Museo de las Campanas de Meruelo.  | 
                             
                           
                          El hierro forjado fue perdiendo importancia ante 
                            la penetración de productos elaborados industriales 
                            que comenzó a arruinar la actividad de un gran 
                            número de herreros. Sólo en ciertas 
                            áreas marginales, menos accesibles a los centros 
                            de mercado la actividad artesana resistió mejor 
                            y continuó demandando hierro forjado. Pero 
                            con la caída de los precios y los elevados 
                            costes de transporte resultaba cada vez menos rentable 
                            para los ferrones montañeses, hasta que el 
                            deterioro de los años cincuenta se transformó 
                            en hundimiento vertiginoso durante la década 
                            siguiente, en lo que influyó también, 
                            sin duda, el incremento del precio del combustible. 
                            De ese modo, en 1874 sólo quedaban tres ferrerías 
                            produciendo en Cantabria. Hoy, la mayoría han 
                            desaparecido, aunque se han recuperado milagrosamente 
                            algunas como la de la Yseca (Guriezo) y la de Cades 
                            (Herrerías). 
                          Algunos herreros famosos de Cantabria son: 
                          
                            -  Alejandro de Gargollo Foncueva, de Arnuero que 
                              fundió la campana de 18.000 Kg, conocida 
                              como 'la Grande' o 'la Gorda' en la catedral de 
                              Toledo en, 1753.
 
                            -  Pedro de Villanueva de Güemes, que fundió 
                              la campana de 13.000 Kg, llamada 'María' 
                              en la catedral de Pamplona, en 1.584.
 
                            -  Pedro de Güemes, de Arnuero, que fundió 
                              la campana de 11.000 Kg, llamada 'la Berenguela 
                              en la catedral de Santiago de Compostela, en 1729.
 
                             
                           
                          En Cantabria tenemos la suerte de contar con el Museo 
                            de Campanas Municipal de Meruelo y Siete Villas, en 
                            el que podemos ver el proceso de fabricación 
                            artesanal de una campana clásica, desde la 
                            realización del molde hasta el cocido en horno 
                            de ladrillo macizo, barro y paja. 
                           
                             
                          
                             
                               
                                    
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