Vivimos
en una época en la que, cada día más,
nos dejamos llevar por la influencia norteamericana.
Poco a poco vamos adoptando fiestas, tradiciones,
expresiones e incluso vocabulario estadounidense.
Como ejemplo tenemos la fiesta de Halloween. En los
Estados Unidos esta fiesta se celebra la víspera
del día de Todos los Santos y es también
conocida como Noche de Brujas.
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Grupo de niños disfrazados celebrando
Halloween.
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Allí es tradición salir a la calle
disfrazados de fantasmas, brujas, zombis o cualquier
otro personaje terrorífico. Los niños
pasan casi toda la noche llamando puerta por puerta
a todos sus vecinos pidiéndoles caramelos.
Más avanzada la noche se dedican a contar historias
de miedo o a ver películas de ciencia ficción.
Aquí, en España, siempre ha sido un
día más, sin dejar de ser la víspera
de Todos los Santos, pero un día normal. Sin
embargo, desde hace unos años para acá
se ha convertido en algo rutinario el salir a la calle
y encontrarte con niñas disfrazadas de brujas
y con niños intentando parecer un miembro más
de la familia Adams.
Pero no sólo en lo que a fiestas se refiere
intentamos imitar a los americanos, también
está el tema de la comida. Casi inconscientemente
hemos sustituido la tradicional salsa de tomate por
el bote de Ketchup que ya utilizamos casi a diario
en cada comida. Pero el tomate no ha sido lo único
reemplazado. Las largas y entretenidas comidas familiares
han desaparecido para dejar su lugar al solitario
menú de un restaurante de comida rápida.
Limpio, práctico, barato... ¿pero todo
esto realmente compensa el dejar de lado todas nuestras
viejas costumbres?
Muchos días cambiamos la comida cocinada en
casa por cualquier congelado para meter en el microondas
y que estará listo para comer en pocos minutos.
No conocemos ni sus ingredientes ni cómo ha
sido preparado, en definitiva: no sabemos lo que comemos.
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La comida rápida se impone también
en España.
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Nuestra manera de vestir sólo quiere imitar
la de los grandes catálogos de ropa de Nueva
York, las colosales marcas que han sido creadas allí
ahora forman parte de nuestro vestuario como si llevasen
con nosotros toda la vida. Actualmente apenas se aprecia
una leve diferencia en el vestir entre americanos
y europeos. De hecho americanos y españoles
compartimos gustos en música, comida, ropa,
fiestas, hobbies... sobre todo los jóvenes.
Pero no sólo hemos adquirido sus gustos, también
su vocabulario. Aparcamos nuestro coche en el parking,
no en el aparcamiento. Cuando queremos reunirnos con
los amigos no asamos carne, celebramos barbacoas.
Jugamos al béisbol (baseball) y conocemos y
seguimos a los equipos de la NBA.
Las listas de éxitos musicales europeas están
plagadas de artistas americanos que cruzan el charco
cosechando una innumerable serie de éxitos
en nuestro continente.
Las series de televisión con mayor audiencia
son las norteamericanas. Por otra parte, poco tiempo
después de estrenarse una serie exitosa en
Estados Unidos surgen rápidamente varias series
en Europa con numerosos parecidos. Y nos aficionamos
a ellas igualmente. Cuando vamos al cine y nos fijamos
en la cartelera nos damos cuenta de que más
de la mitad de las películas son de Hollywood.
Las caras mas conocidas de la pantalla, en el panorama
musical, en el mundo de la moda... son de personajes
americanos que destacan con sus trabajos, sus nuevos
proyectos, diseños...
Con todo esto sólo quiero demostrar, poniendo
ejemplos, que poco a poco, sin enterarnos, hemos ido
adoptando costumbres estadounidenses. Como consecuencia,
al adoptar pequeños detalles norteamericanos,
vamos perdiendo poco a poco nuestras mas viejas tradiciones.
Con ello no quiero decir que haya que rechazar lo
nuevo ni las innovaciones que vienen del exterior
porque, como todo el mundo sabe, para avanzar y mejorar
es necesario conocer, sobre todo otras culturas y
nuevas ideas.
Pero todo en su justa medida, ya que no por ello
debamos olvidar de dónde venimos, ni qué
hacían nuestros antepasados, ni rechazar lo
nuestro... Aceptemos lo que venga del exterior y aprendamos
de ello, pero sin reemplazar todo aquello que nos
pertenece.

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