Miles
de manifestantes han llenado las calles de muchas
ciudades españolas y las páginas de
muchos periódicos durante los últimos
meses a fin de criticar la nueva Ley de Patrimonio
Natural y Biodiversidad que el Ministerio de Medio
Ambiente quería poner en marcha.
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Los cazadores
contra la Ley de Patrimonio Natural. |
Bajo el lema 'Por el campo, la caza y la conservación',
los cazadores y trabajadores del campo han cargado
durante meses contra la ex ministra Narbona, que tiempo
después ha desaparecido, con ministerio y todo,
acusada de tomar medidas “propias de regímenes
autoritarios y no democráticos”. Las
movilizaciones han estado convocadas por la Real Federación
Española de Caza (RFEC), la Oficina Nacional
de Caza y la Asociación de Jóvenes Agricultores
(ASAJA) y casi 40 organizaciones más.
La Ley del Ministerio propone cambiar el plomo de
los cartuchos por acero, bismuto o cerámica
lo que conlleva que los cazadores deban de cambiar
sus armas, en caso de que estas tenga una antigüedad
superior a 10 años, y un aumento de la peligrosidad
de su uso pues, por ejemplo, el acero puede rebotar
y causar accidentes, e incluso, poder llegar a hacer
explotar el cañón del arma. El problema
del plomo proviene de que éste es uno de los
metales más tóxicos que existen y que
en las zonas más húmedas del mediterráneo
español se han encontrado concentraciones de
plomo muy superiores a la media mundial. Además,
según algunos estudios, se certifica que 50.000
aves mueren anualmente a causa de ingerir este metal.
En otro orden, hace años que se retiró
el plomo por la normativa europea ROHS (Restriction
of Hazardous Substances). Por ejemplo, muchas empresas
electrónicas ya lo sustituyeron por cobre o
cerámica.
Otro de los motivos de queja de las asociaciones
de cazadores estriba en el hecho de estar sujeta su
actividad a casi 800 normas regulatorias, desperdigadas
por 17 legislaciones autonómicas e innumerables
de mancomunidades, ayuntamientos, diputaciones y organismos
autónomos. A las que ahora se suma una nueva
legislación que, solapada a las anteriores,
es, además, "intervencionista y confiscatoria"
al mermar sus derechos. Además de que enfrenta
a los gestores y usuarios del campo con el mundo rural,
que son los que lo han conservado durante siglos.
No sólo se dedican a ir al campo a cazar, sino
que también le cuidan, le mantienen y le aprecian.
Según este colectivo "ya en contra de
la protección del Medio Ambiente" y, como
ya hemos apuntado, "es propia de regímenes
autoritarios".
Todo ello se mezcla con un ambiente crecientemente
hostil, desde hace años, a los que practican
este deporte. Ambiente que se manifiesta en libros,
opiniones de los medios y grupos de activistas que
no dudan en tachar a quienes practican la caza, de
pertenecer a un colectivo, rancio, elitista, maltratador
y asesino del medio animal.
Cabe destacar de esta Ley que no se permite dejar
animales muertos en los montes o zonas de caza. Ante
esto, salta la duda de qué harán los
animales carroñeros que, probablemente, se
dedicarán a partir de la entrada en vigor de
la ley, si se aprueba en esta legislatura, a atacar
presas vivas para poder sobrevivir. Probablemente,
el perfil aristócrata o de nuevo rico de algunos
cazadores o el escándalo del ahorcamiento de
galgos por sus dueños al final de la temporada,
no ayuda mucho a transmitir a la sociedad una imagen
más ajustada de este colectivo. En todo caso,
lo que resulta evidente es que en este tema, aun no
se ha disparado el último cartucho.

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