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Nº 121

OPINIÓN / TEMA DEL MES

El ocaso de la mujer en el Islam

Por Rocío Caballero, estudiante de Secundaria del colegio Nuestra Señora de la Paz de Torrelavega.

El Día Internacional de la Mujer se nos ha mezclado este año con las noticias de mujeres magrebíes o de este origen que entregan su vida a los hombres de la yihad, como si decidieran anularse.

En estos países de Oriente Medio y Norte de África son habituales las leyes que no protegen la igualdad y que relegan a la mujer a una posición de inferioridad. Las revoluciones que comenzaron en 2011 han permitido que se rompa una barrera del miedo que ha incentivado a que muchas más mujeres que antes denuncien, protesten y hablen sobre las discriminaciones sufridas en sus países. En este sentido, hay ejemplos concretos de periodistas y blogueras de diferentes países que escriben en la red sus opiniones en forma de llamada a otras mujeres para que también se opongan a la desigualdad que sufren. Tanto en las sociedades africanas tradicionales como en las sociedades urbanas predominan, como en los otros cuatro continentes, las sociedades en las que la situación social de la mujer es inferior a la del hombre en muchos aspectos de su vida familiar, cultural, política... La escolarización femenina es mucho menor que la masculina. En muchos casos, la elección de compañero matrimonial está supeditado al visto bueno de la familia, que mira más los intereses familiares que los de la futura esposa. Una vez casada, no tiene voz ni voto en los asuntos familiares e, incluso, no se cuenta con ella en el caso de que el marido vaya a tomar una nueva esposa. En los nucleos urbanos, por su escasa capacitación para encontrar trabajo y ante la ausencia de oferta de empleo, muchas mujeres recurren a la prostitución como medio para tener una independencia económica al margen de la familia. La discriminación legal es habitual. En muchas sociedades le está negado a la mujer el derecho a iniciar un proceso de divorcio matrimonial; la actividad pública es algo generalmente reservado a los hombres; las normas morales suelen ser más rígidas para las mujeres que para los hombres; la brujería, uno de los delitos más graves en las sociedades tradicionales, ha sido causa de acusación para muchas más mujeres que hombres. Son pocas las áreas en las que la mujer tiene un reconocimiento mayor que el hombre.

Las mujeres de esta región tienen una escasa representación en altos cargos del mundo de la política y del sector privado, y en las magistraturas de algunos países están "totalmente ausentes"; sufren "discriminación por motivo de sexo" en las leyes que regulan el matrimonio, el divorcio, la custodia de los hijos, la herencia y otros aspectos de la vida familiar. "Las leyes de la mayor parte de la región establecen que el marido es el cabeza de familia, otorgan al marido el poder sobre el derecho de su mujer a trabajar y en algunos casos exigen específicamente a la esposa que obedezca a su marido". Además, siguen siendo discriminadas en numerosos ámbitos de su vida, por ejemplo:
En Yemen las mujeres carecen de libertad para casarse con quien deseen y algunas son obligadas a contraer matrimonio cuando son menores de edad, a veces con tan solo ocho años.
En Arabia Saudí las mujeres no pueden viajar, tener trabajos remunerados, recibir educación superior ni casarse sin el permiso de un tutor varón. Tampoco pueden conducir, aunque tengan permisos internacionales con los que sí pueden hacerlo en en otros países.
En Egipto se practica la mutilación genital femenina y está prohibido el aborto, incluso en el caso de mujeres y niñas sobrevivientes de violación e incesto, o de embarazos que entrañan grave riesgo para la salud. Su representación en el Parlamento es incluso menor ahora que cuando Hosni Mubarak presidía el país.

 


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