Uber es
una aplicación que permite a su usuario pedir
un coche y un chofer a la empresa del mismo nombre.
Un chofer irá a la dirección del usuario
y desde ahí el usuario solicita ir a otra dirección
al más puro estilo taxi. El precio es de 0.75
euros el kilómetro y 0.30 por minuto, además
de un euro por su uso. De ahí el 20% es para
la empresa y el resto para el conductor.
Las quejas llegan sobre todo por parte de los taxistas,
pues ellos pagan impuestos y Uber no, si bien es cierto
que Uber no presta el servicio, solo actúa
como mediador. El conductor paga impuestos como cualquier
otra persona, por eso la polémica, ya que los
taxistas si pagan impuestos por ello, calificando
el servicio de economía sumergida. Otras quejas
es que nadie controla si los conductores trabajan
día y noche, el estado del vehículo
o la formación del conductor y el hecho de
que no haya ninguna garantía para el consumidor.
Si se quiere ser conductor de Uber solo hace falta
coche propio, carné de conducir en regla y
el seguro del automóvil; mejor no comparar
con las pruebas a las que se enfrentan los taxistas.
Los taxistas también se quejan de que Uber
opera sin respetar las leyes vigentes. Los usuarios
la defienden por ser rápida, barata y cómoda.
Las razones de las críticas están claramente
relacionadas con el hecho de que los taxistas pierden
dinero y la defensa al consumidor; está claro
que si no pagan impuestos es economía sumergida
y si no pasan determinadas pruebas no tienen por qué
ser conductores aptos para un servicio con mucha gente
diariamente.

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