Logotipo Interaulas
Cabecera Red-acción Inicio > Reportajes > Con la mochila al hombro
Reportajes
Entrevistas
Opinión
Cultura
El mundo

 

Imagen Primaria

Red-acción
Nº 116

REPORTAJES / CON LA MOCHILA AL HOMBRO

Altamira, un tesoro escondido

Por Judith Gómez, Isabel Casado y Lucía Estevez, estudiantes de 3º de Secundaria del colegio Nuestra Señora de la Paz de Torrelavega.

Recientemente fue reabierto un pequeño tesoro escondido en las profundidades de nuestra comunidad, las cuevas de Altamira. Después de 12 años cerradas por el deterioro que estaban sufriendo y la presencia de microorganismos, han decidido darlas a conocer de nuevo al público para no perder el turismo y como experimento científico, analizando los daños que le puedan causar los visitantes.

Conjunto de bisontes.

Lo especial de estas cuevas son sus maravillosas pinturas rupestres y, como no podían quitarle a la humanidad este preciado regalo de nuestros antepasados, se puso en marcha hace unos meses una iniciativa para, mediante un sorteo, dar a cinco visitantes la oportunidad de contemplar esta maravilla. Para saber más sobre esta experiencia hablamos con Marta, una de las guías que lleva trabajando en Altamira trece años.

Nos contó que una vez una chica del sur dijo que la había encantado la cueva, y que lo que más la emocionó fue la pasión con la que enseñaban la cueva los guías, y eso le hizo darse cuenta de lo importante que era su trabajo. Para ella, lo mejor es el trato con las personas. Enseñar la cueva es apasionante e intenta que los visitantes compartan su pasión al poder contemplarla. "Me sentí muy orgullosa de que hubieran pensado en mí para mostrar la cueva, siento que formo parte de su historia" afirma con entusiasmo.

Le preguntamos qué le parecía que su lugar de trabajo hubiera sido nombrado Patrimonio de la Humanidad y nos contó que era algo indispensable, ya que para ella las pinturas no son unas corrientes sino que es la forma que tenían aquellas personas de plasmar su forma de vida, sus ideas y pensamientos. Al entrar en la famosa Sala de Polícromos, se agradece el silencio para poder disfrutar de esos escasos 37 minutos que dura la visita. Además, sus pinturas te permiten saber fácilmente qué querían expresar, por lo que Marta nos añade que en esa sala no es muy necesaria su explicación.

Pero esta maravilla, como todos y cada uno de nosotros, envejece. Y por eso debemos cuidarla siguiendo una serie de pasos obligatorios para entrar, como cubrir tanto el cuerpo como los zapatos con un buzo y unos escarpines, llevar una mascarilla, no apoyarse ni tocar la pared... ya que se realizan una serie de controles de humedad, temperatura, etc debido a que cualquier pequeño microorganismo que traiga la gente con ellos puede afectar a la cueva. Y no olvidemos que esta oportunidad sigue siendo una investigación científica.

Por muy difícil que pueda parecer visitar la cueva en estas condiciones, nos afirma que sigue siendo muy cómoda de visitar; todos llevan una linterna frontal para iluminar su camino y ella lleva una linterna en la mano para alumbrar las pinturas. Además, el camino no es resbaladizo y el techo es alto, por lo que es fácil cuidar de las cuevas.

De Marta nos quedamos con esta frase: "Para mí es una maravilla, nunca me cansaré de ver las pinturas, sin duda es una obra maestra". Sobran las palabras para decir que merece la pena probar fortuna para poder contemplar esta obra del Paleolítico.



SUBIR

La Museoteca de Altamira es un espacio para aprender en familia

Visita la Cueva de Altamira

Nos vamos de excursión con la mochila al hombro