¿Sabías
que la anorexia, también llamada anorexia nerviosa,
ocupa el tercer puesto entre las enfermedades más
frecuentes que padecen los adolescentes de entre 14
y 18 años en nuestro país? Uno de cada
cien adolescentes sufre esta enfermedad, y ahora no
sólo el sexo femenino se está enganchando
a este tipo de trastorno de alimentación, sino
que también los chicos han empezado a formar
parte de la estadística.
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En un 80 por ciento de los casos, esta enfermedad
comienza por el ligero objetivo de perder algo de
peso mediante unas dietas bastante estrictas o practicando
deporte diariamente, pero cuando ven que todo esto
resulta inútil, la pérdida de peso pasa
de ser un ligero objetivo a ser un pensamiento que
siempre está rondando por su mente, siendo
así su obsesión que lo quieren conseguir
por cualquier medio sin importarles cuánto
daño les pueda causar internamente (órganos
vitales, ciclos de menstruación…). Además
de los deterioros internos, se podría decir
que también hay "daños" externos;
esto quiere decir que generalmente la persona que
lo padece suele ver distorsionada su imagen corporal.
Se ven gordos y gordas, aunque la realidad sea totalmente
lo contrario. Tienden a mirarse frecuentemente en
el espejo, pesarse muy a menudo y preguntar con insistencia
por su apariencia. Determinar unas causas concretas
para este trastorno es muy difícil, ya que
suelen mostrar cuadros muy complejos.
En el ámbito socio-cultural, donde el ideal
estético de que "estar delgado",
sobre todo referido a los adolescentes, es sinónimo
de felicidad y aceptación social, juega un
papel muy importante. Tanto los medios de comunicación
como la propia sociedad actual nos inculcan este tipo
de actitudes, es decir, que la delgadez es equivalente
a éxito en la sociedad. En un estudio realizado
por Toro y Cols. (1985), para demostrar la repercusión
que pueden llegar a tener los medios, se seleccionaron
una serie de 10 revistas diferentes leídas
por mujeres, en las que se recogía el mensaje
de la delgadez de forma directa, mediante artículos
dedicados a cómo perder peso, o de forma indirecta,
a través de fotos de modelos o de mujeres con
cuerpos ideales. Estos mensajes suelen ir dirigidos
a mujeres de entre 15 y 24 años, donde el riesgo
de un trastorno alimentario es mucho mayor que en
cualquier otra edad.
Este factor no es el único ya que también
pueden influir otras cosas, desde la obesidad materna
(al ver a uno de sus progenitores así piensan
que van a acabar como ellos), separación de
los padres, fracasos escolares, pasando por el alejamiento
del hogar paterno filial, la pérdida de algún
ser querido, hasta algún suceso traumático
reciente.
Hay dos clases de síntomas respecto a esta
enfermedad: los síntomas conductuales y los
síntomas mentales y emocionales.
- Los principales síntomas de comportamiento
son: restricción voluntaria de la comida, ejercicio
compulsivo, conducta alimentaría extraña,
pesarse compulsivamente, aislamiento social, aumento
de las horas de estudio, disminución de las
horas de sueño y uso de laxantes y diuréticos.
- Los principales síntomas mentales y emocionales
son: terror a subir de peso, negación de la
enfermedad, desinterés sexual, trastorno severo
de la imagen corporal, negación de hambre,
sed o sueño y temor a perder el control de
la situación.
¿Qué consecuencias tiene este
trastorno?
Esta pregunta abarca un gran campo de respuestas,
que pueden ir desde un desenlace fatal hasta la recuperación.
Las consecuencias se podrían separar en dos
grupos. El primero de ellos es el grupo emocional,
ya que esta situación es dolorosa para la persona
que padece la anorexia, pero resulta mucho más
dolorosa posteriormente que durante la enfermedad,
ya que cuando está en esta situación
se aleja de cualquier ámbito social, separándose
de su grupo de amigos, así como de la familia.
Cuando se recuperan se dan cuenta de que el tiempo
que han pasado separados de sus seres queridos es
irrecuperable. El segundo grupo es el fisiológico;
estas consecuencias vienen marcadas por los tratamientos
recibidos, la gravedad y la duración de los
síntomas. Teniendo estos factores en cuenta,
nos podemos encontrar con una falta de maduración
y alteraciones en los ovarios (en el caso de las mujeres)
y estancamiento en el aparato reproductor (en el caso
de los chicos), úlceras esofágicas,
pasando por la osteoporosis, bradicardias (baja frecuencia
del ritmo cardiaco), dentaduras muy deficitarias,
hasta un estado general debilitado.

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