Todo el mundo ha visto
alguna vez en las noticias, películas, etc.
imágenes de Londres, pero verlo en vivo impresiona,
y mucho. Pensar, por ejemplo "sí, estoy
aquí donde tantas veces he soñado estar,
en Londres". Esa fue la sensación que
tuvimos mis compañeros y yo en el viaje que
hicimos a finales de marzo.
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En el Natural
History Museum, en South Kensington. |
Todo comenzó el día
27 en el aeropuerto de Santander, con los nervios
a flor de piel y unas ganas terribles de llegar. En
apenas dos horas pasamos de una pequeña ciudad
a una enorme metrópoli, llena de luces y altos
edificios. Mientras estábamos en el autobús
que nos llevaba al hotel todos decíamos: ¡Mira,
mira! ¡Mirad, el puente de Londres! ¡Mirad,
el London Eye! Eso sí, el cansancio se empezaba
a notar en nuestro cuerpo.
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Junto al restaurante
'First Floor' en Notting Hill. |
El día siguiente fue el más
largo e intenso. Nos despertamos a las 06:00 horas
para ducharnos y arreglarnos y bajar a desayunar.
Ninguno de nosotros sabía lo que nos esperaba
ese día.
Por la mañana fuimos al colegio Saint Thomas
More, un colegio muy bonito con unos chicos muy amables.
Comimos en Hyde Park, fuimos a la tienda de Hard Rock,
vimos el Big Ben… nos quedamos todos a cuadros
haciendo fotos como locos.
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No pudo faltar
la visita al Museo de Sherlock Holmes. |
También vimos Westminster
Abbey y corriendo, corriendo Ana, nuestra profesora
de inglés, nos mandó a unos compañeros
y a mí a recoger los tickets del London Eye.
¡Pensábamos que no llegábamos!
Estar arriba y ver todo Londres fue… IMPRESIONANTE.
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El Puente de
Londres, que une City of London y Southwark. |
Podría
pasarme horas y horas contando cada día del
viaje. Londres en sí es una ciudad grande,
pero es mayor en su variedad de razas, de tiendas,
de gente, a cada cual diferente. Guardamos muchas
anécdotas que siempre serán recordadas
y, sin duda, todos mis compañeros y yo coincidimos
en una cosa: queremos volver sea como sea, pero queremos
volver.

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