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II Época / Nº52
Marzo
2012
REPORTAJES / AZUL Y VERDE

Detectives de la naturaleza

Por Álvaro García Gómez, alumno de 1º de Secundaria del IES Santa Cruz de Castañeda.

El Parque Natural Saja-Besaya es el más extenso de Cantabria. Se encuentra ubicado en la zona centro occidental de la comunidad autónoma y alberga una de las muestras mejor conservadas de bosque caducifolio atlántico de la Cordillera Cantábrica.

Preparados con nuestras mochilas.

El circuito recorrido ha sido muy bonito y además divertido. Salimos desde el centro de interpretación donde, sentados en unos bancos, nos explicaron qué era un parque natural; después nos dirigimos por un sendero al interior del parque. Al principio el guía llamado Luis nos comentó que los bosques que están al lado de los ríos se llaman de ribera y que nosotros íbamos a ir por un bosque de hayas; luego nos mandó recolectar hojas que viéramos por el suelo, pero tenían que ser diferentes. Cuando cogimos todas las hojas diferentes que pudimos encontrar en 50 metros paró y nos dio unas explicaciones sobre las hojas recogidas.

Después de esto continuamos con el recorrido hasta que, a mano izquierda, nos encontramos el río seco e intentamos adivinar por qué era esto, pero nadie dio en el clavo. Entonces nos comentó que esto era porque las tierras se mueven y cuando chocan un terreno se eleva y como lo que hay en medio es el mar y el fondo de éste está formado por roca caliza la montaña estará formada principalmente por roca caliza y el cauce del río también, y entonces el agua se filtra.

Continuamos con el recorrido y nos encontramos a la izquierda una ladera llena de árboles y a la derecha una con vegetación más escasa. Nos dijo Luis que esto se debía a la acción del hombre que lo quemaba o talaba para crear pasto, y que estas zonas son las mejores para la cría del ganado.

Más adelante nos encontramos con un acebo hembra, que diferenciamos porque tenía fruto. También nos explicó que las hojas solamente tenían pinchos en la zona de abajo para protegerse de los animales y debajo del acebo nos encontramos torvisco, una planta perenne de hojas y flores verdes que se amarra a las heridas de los animales para que no se infecten, aunque es una planta venenosa.

Acebo hembra.

Siguiendo el recorrido observamos un melero; son los árboles donde anidan las abejas e instalan sus colmenas. El hombre, para robarles la miel, hace fuego cerca para que el humo las ahuyente. Junto al árbol, el guía nos comentó que en estos árboles también habitan los murciélagos que son capaces de comerse en una noche más de 400 mosquitos y que los murciélagos son animales que hibernan en las zonas bajas. Si te encuentras uno hibernando no lo despiertes porque se moriría.

Continuando por el sendero vimos hayucos, el fruto de las hayas, que son comestibles y junto a estos nos encontramos eléboro que, al igual que el torvisco, es una planta que tiene las hojas y las flores verdes. En esa misma zona vimos hiedras, que es una hoja de perenne, y aunque la mayoría creíamos lo contrario no es una planta mala y da un fruto que se comen los pájaros.

A continuación, nos encontramos los huesos de un animal que había sido devorado por un lobo hace un año aproximadamente. Luego cruzamos un río y llegó una de las zonas más divertidas del viaje, una subida llena de pozas, de barro y de piedras que resbalaban. La mayoría acabamos de barro de arriba a abajo. Cuando terminó la subida todos nos partíamos de risa. Cuando todo el mundo se cayó, Luis nos dijo que tuviéramos cuidado con las hayas que estaban creciendo en el suelo.

Siguiendo la ascensión encontramos líquenes, que son una mezcla de hongo y alga, y la mayoría de ellos indican que el aire está puro; uno de los que más lo indica es la lavaria pulmonaria.

Hicimos una pequeña pausa y comimos el bocadillo para recuperar energía. Después nos encontramos un excremento. El profesor intentó que adivináramos a qué animal correspondía, pero nadie lo supo; pertenecía a un corzo pequeño. Comenzamos el descenso. Ya casi al final de éste había un pequeño descanso y, a continuación, nuevamente un tramo de subida. A mitad de este tramo nos encontramos unas huellas de corzo y nos comentó el guía que los corzos dejaban a sus crías en cualquier lugar y ellas se quedan tumbadas de tal manera que desde cierta distancia no es posible divisarlas. Más adelante, pudimos observar una zona donde los jabalíes se revuelcan para eliminar los parásitos de su piel y después se restriegan contra los árboles para así eliminar el barro, llegando en muchos casos a matar el árbol.

Un pequeño descenso más y por último nos encontramos de nuevo en el Centro de Interpretación donde concluyó nuestro recorrido sin poder verlo, porque no dio tiempo.

La salida me ha gustado mucho, me ha parecido interesante aunque no dio tiempo a ver el Centro de Interpretación que seguro también hubiera estado bonito. También fue divertida sobre todo por los culazos que nos metimos y lo que nos reímos todos.

Luis (el guía) nos lo explicó todo muy bien y aprendimos cosas interesantes. Lo que menos me gustó de la salida fue el viaje en autobús debido a que hacía mucho calor en él y por tanto el viaje se te hace bastante largo.

 


SUBIR

Huella de corzo

Para plasmar pisadas el barro es la superficie más idónea, ya que consigue plasmar muchos más detalles que la nieve o la arena seca

'Azul y verde' es el espacio dedicado al medio ambiente