¿Alguna vez habéis
pensado cómo es la vida de un río?
¿Qué tipo de seres viven en su agua?
¿Cuál es su flora? ¿Si está
limpio o si está contaminado? ¿Qué
caracteriza a su ribera? En Cantabria podemos responder
a estas preguntas gracias al Proyecto Ríos,
un programa de voluntariado que recaba información
sobre los ríos de nuestra región para
conocer su estado de salud y así proponer
planes y herramientas para difundir sus riquezas
y paliar sus amenazas.
Si en el capítulo anterior
vimos en qué consiste el Proyecto Ríos
y su voluntariado, en este nuevo episodio nos
pondremos las botas de agua para adentrarnos en
el río y conocer lo que la naturaleza nos
enseña y, a su vez, nos esconde en él.
Este trabajo de campo es la inspección.
Como ya sabéis, la inspección es
una herramienta que nos enseña una metodología
para realizar un seguimiento continuado de la
evolución del río y nos dice cuál
es la situación de algunos de sus signos
vitales.
Antes de comenzar una inspección
necesitamos contar con una equipación adecuada,
los materiales que proporciona el Proyecto Ríos
y tener en cuenta algunas normas de seguridad,
ya que el río a veces puede resultar peligroso.
Una vez estemos preparados y en la ribera del
río, el primer paso será comenzar
por delimitar con exactitud cuál o cuáles
serán los tramos con los que vamos a trabajar
en un recorrido de aproximadamente 500 metros.
Con la ayuda de un mapa topográfico, señalaremos
los diferentes tramos y anotaremos la presencia
de referencias como puentes, caminos, señales,
etcétera, para realizar un esquema donde
situar, de la manera más precisa posible,
todos los elementos que caracterizan el tramo,
facilitándonos así el trabajo. La
localización de cada uno de los tramos
es de gran importancia, así como saber
de qué río se trata y a qué
cuenca hidrográfica pertenece.

|
Un colector situado en un tramo del río
Miera. (FOTO: Proyecto Ríos) |
Algunos de los aspectos que más nos deben
interesar son, por ejemplo, saber si el río
lleva agua o no, comprobar si el flujo es continuo
o intermitente, la anchura y la profundidad del
caudal, el color y el olor del agua así
como su apariencia, y si hay infraestructuras
relacionadas con actividades humanas como colectores,
lavaderos o molinos. Su interés radica
en que, de una manera u otra, afectan al desarrollo
del río y condicionan tanto la vida de
los animales que viven en él (peces e invertebrados)
como la de los que viven de él (aves y
mamíferos como nutrias). Por ejemplo, si
el flujo del agua es intermitente o el caudal
lleva poca agua puede ser debido al régimen
de lluvias o puede estar relacionado con actividades
humanas como el desvío del caudal por presas
o por la sobrexplotación de acuíferos.
O si nos fijamos en que la apariciencia del agua
es aceitosa, ésta puede ser o bien por
descomposición natural de la materia orgánica
que aprovechan los seres vivos del río
a lo largo de los tramos, o puede ser contaminación
por vertidos. Por ello, es importante fijarnos
en estos aspectos e investigar las causas de las
posibles anomalías.

|
La flora es fácil de identificar
con las fichas de campo. (FOTO: Proyecto
Ríos) |
El siguiente paso es conocer el ecosistema acuático,
tanto desde un punto de vista fisicoquímico
como biológico. Aquí tomaremos nota
de la anchura, la profundidad y el caudal del
río, así como de la sombra que se
proyecta sobre él y si su sustrato son
limos, arenas, gravas, cantos o bloques. Con la
ayuda de los materiales facilitados por el Proyecto
Ríos conoceremos las características
físicas y químicas del agua. Así
con el termómetro tomaremos la temperatura
del agua y con las tiras reactivas conoceremos
el nivel de PH (o grado de acidez del agua), los
nitratos (imprescindibles para el crecimiento
de las plantas) y los nitritos o dureza del agua
con la que sabemos el grado de sales disueltas
en ella. Para terminar de conocer el ecosistema
acuático mediremos la transparencia del
agua con un disco de Secchi y apuntaremos la flora
tanto de la ribera del río como la que
habita en él, y de la fauna, es decir,
de aves, mamíferos, reptiles, anfibios
o peces. Sin embargo, ésta es más
complicada de ver, ya que por lo general es esquiva
ante la presencia del ser humano pero, a veces,
nos dejan pistas de su presencia en forma de huellas,
restos de comida o excrementos.

|
Las huellas de una nutria. (FOTO: Proyecto
Ríos) |
Los macroinvertebrados
El río es un ecosistema muy complejo
y de él forman parte muchos y muy variados
organismos. Para conocer el estado de salud del
río, el Proyecto Ríos emplea un
sistema de bioindicadores: los macroinvertebrados
acuáticos que viven en el agua. Esto se
debe a que en ambientes degradados suele haber
una cantidad y variedad menor de organismos debido
a que unos resisten más a determinadas
condiciones del agua que otros. Así, se
estableció una equivalencia entre la presencia
de algunos organismos y el estado de salud del
ecosistema de manera que dependiendo del tipo
de macroinvertebrados se creó una clasificación
que va desde el nivel 1, que indica una excelente
salud, hasta el nivel 5, que indica un estado
de salud muy grave y difícil de recuperar.

|
El plecóptero indica una calidad
buena del agua. (FOTO: Proyecto Ríos) |
Los macroinvertebrados se capturan con una red
homologada y se encuentran en las zonas que les
son más favorables en función de
su estilo de vida, como las raíces sumergidas
de los árboles, las plantas acuáticas,
bajo el sustrato del río o en la hojarasca.
Es muy importante que los devolvamos al agua una
vez que hayamos terminado nuestro análisis,
ya que durante nuestra inspección debemos
molestar lo menos posible al río.
Algunos macroinvertebrados que indican buena
salud son los efemerópteros, los plecópteros
o algunos coleópteros. Mientras que los
oligoquetos y los dípteros son señal
de una salud grave.

|
El quironómido
indica una calidad mala del agua. (FOTO: Proyecto
Ríos) |
Informe anual
En el pasado mes de febrero se presentó
el informe anual 2011 que elabora el equipo del
Proyecto Ríos con los datos que recogemos
los más de mil voluntarios que participamos
en el programa. Según las conclusiones
del estudio, el 40 por cierto de los cauces analizados
presenta una calidad medioambiental buena o muy
buena tanto en la calidad del agua como en el
estado de los bosques de ribera, destacando el
río Deva. Mientras, los tramos degradados
se reparten entre el Asón, el Miera, el
Pas, el Saja o el Besaya, que requiere un mayor
esfuerzo debido a la presión demográfica
e industrial que soporta.
Según la directiva marco de la Unión
Europea, para el año 2015 todas las masas
de agua tienen que estar en un estado óptimo
o muy bueno, por lo que hay que seguir trabajando
para conseguir este objetivo que, por ahora, superan
los ríos de Cantabria.
Más información:
- Informe
Anual 2011
- Cantabria
prepara un Plan Hidráulico Regional