¿De
quién es mi tierra? Ésta es la pregunta
que se hacen muchos los ciudadanos de Cantabria viendo
los medios de comunicación. Por un lado está
la Dirección General de Montes diciendo que
estos son de utilidad pública y, por lo tanto,
no puede haber propiedades privadas en ellos y de
otro lado los propietarios de fincas particulares,
que reivindican su propiedad bien sea por haberlas
adquirido, por compra, herencia, cerramientos...
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"Mi finca
no es de Montes". |
Las fincas privadas se fueron adquiriendo en su
mayoría por compra al Estado mediante diversos
procedimientos. Los más importantes son las
desamortizaciones que comenzaron en España
dos siglos atrás, destacando la de Madoz, ya
que en ella salían a subasta los terrenos comunes
y de propios de los pueblos así como las roturaciones
que se iniciaron con el Real decreto de 1 de diciembre
de 1923 por el cual los pequeños propietarios
tenían acceso a los bienes comunes de los pueblos.
Esto quiere decir que del 100% de su valor, previa
tasación de un perito, se pagaba otorgando
a la hacienda pública el 20% y a los ayuntamientos
y juntas vecinales el 80%. Todas estas ventas se pueden
comprobar investigando en distintos archivos y hemerotecas,
así como en el registro de la propiedad y en
notarías. Es un trabajo muy laborioso pero
se puede comprobar que la administración vendió
sus montes sobre todo en la segunda mitad del siglo
XIX (las diversas desamortizaciones) y principios
del siglo XX (roturaciones arbitrarias ) por la necesidad
que había de obtener dinero y por lo tanto
para sanear la hacienda pública. Esto concluyó
con la creación de la propiedad privada en
los montes públicos.
¿Cómo es posible que lo vendido ahora
siga siendo de ellos? Para Montes hasta ahora no ha
sido válido ni la escritura pública,
ni el registro de la propiedad, ni el catastro, ni
nada en absoluto. ¿En qué país
vivimos? Pagando impuestos por ventas, por herencia...
y nada tiene validez. Hay que preguntarse si es que
la propiedad privada tiende a desaparecer. Solo hay
que ver en Cantabria por un lado montes, costas, Pol...
todos ellos acaparan la propiedad privada, solo la
dejan al ciudadano para que lo cuiden y protejan;
sin embargo ellos lo gobiernan a su antojo. En el
caso concreto de los montes, el problema se agrava
con la ley estatal de montes del 2003, según
la cual los montes del dominio público forestal
son inalienables e inembargables. Todo lo actuado
en los montes anteriormente es válido porque
las leyes de aquel momento permitían ventas
e incluso la posesión quieta, pacífica
e ininterrumpida durante más de 30 años.
Por lo tanto, lo que Cantabria necesita es una ley
de montes autonómica, ya que es una de las
pocas comunidades que carece de ella, que resuelva
todos estos problemas actuales. Por un lado hay que
medir todos los montes actualmente, deslindar, para
que su medida se ajuste a la realidad y así
poder excluir de ellos todas las propiedades privadas,
ya que mantienen sus medidas iguales que antes de
la inclusión en el catálogo, es decir
antes de practicar la desamortización y las
roturaciones entre otros. Una vez excluidas las propiedades
privadas de los montes habría que confeccionar
ya la ley para regular todo lo que quede de monte
de utilidad pública, que aún es mucho,
y debidamente administrado sería un gran aporte
económico para nuestra comunidad. Gestionando
bien esos montes se podría dar trabajo a muchas
personas y así solucionar un poco la actual
crisis económica que padecemos, ya que no es
compatible la propiedad privada y la utilidad pública.
Los políticos tendrían que ver hasta
ahora el ignorado problema de los propietarios y cesionarios
en estos montes, unos 12.000 en Cantabria, que no
pueden ni vender sus propiedades ni realizar obras...
pagan sus impuestos religiosamente, contribuciones
y demás impuestos. En el catastro las propiedades
aparecen a nombre de los particulares, sin embargo
esto tampoco es válido para Montes.
¿Qué sucede, qué nos ocultan
todas las administraciones? Aparte del daño
económico que se está haciendo a estas
familias como es la devaluación de sus propiedades,
pérdida de actividad empresarial, multas...
está el daño moral, ya que muchos tienen
ahí sus casas, su actividad. Han nacido, las
han heredado de sus padres, abuelos y demás
antepasados y tienen un vínculo muy especial
con su tierra. Viendo los medios de comunicación
las personas que están fuera de este problema
opinan que lo público es público y que
hay que devolverlo a su estado. Hay que pedir que
todos los que opinan así se informen de cómo
eran los montes antes de ser de utilidad pública
y de incluirse en el catálogo. Eran bienes
de propios de los pueblos, gestionados por hacienda,
y por lo tanto se podían vender y poseer.

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