¿Te
gustan las historias de miedo? Cuatro son los relatos
ganadores del certamen de relatos de terror organizado
en el IES Ricardo Bernardo de Solares.
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Las pesadillas invadiendo nuestros sueños.
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¿Las
pesadillas son reales? | El
niño maldito | La
autopsia| Un cuento
para dormir
¿CREES
QUE LAS PESADILLAS SON REALES O SON TONTERÍAS?
Por Noelia Fernández Cobo. 2º ESO D
Mi corazón no aguanta más,
siento que me estoy ahogando y que no voy a llegar
hasta el final cuando corro. No entiendo por qué
estoy corriendo, no entiendo a dónde voy ni
por qué. Pero siento algo muy raro dentro de
mí, es como si tuviese la intuición
de que algo malo va a pasar o más bien que
me van a hacer daño. Sigo en la misma dirección
que hace aproximadamente diez minutos, con la diferencia
de que mis ojos no pueden ver como antes por la oscuridad
de la noche y el color blanco plateado de la luna;
es un color diferente, con un brillo... destacado
podría deciros, es similar a una piedra preciosa,
sin embargo, consigue tu absoluta atención
hacia ella muy detenidamente y da la impresión
de que te aísla de la vida real. No consigo
explicar qué siento y mi mente no me detiene
ante esa belleza impura porque presiente el acercamiento
del peligro. He llegado a un lugar extraño
en el final de mi barrio, en el final de... todo.
Los latidos los siento muy fuertes pues quizás
he corrido dos o tres kilómetros desde mi casa
y sin rumbo fijo en dirección extraña.
No soy muy realista sobre las cosas, pero miro el
muro que separa las grandes montañas de mi
barrio, y veo sombras con movimientos tan rápidos
que apenas distingo de quién o quiénes
se trata. No sé si esto es real pero no lo
parece. Le doy vueltas y vueltas a este asunto, quiero
saber dónde estoy y por qué. No hace
mucho desde que llegué aquí y no conozco
muy bien los lugares de este pueblo, pero apostaría
mi vida a que así no termina el barrio; quiero
decir, tan separado y alejado. No hay nadie más
junto a mí puesto que son casi la una de la
mañana y es entonces cuando oigo un silencio
en toda la zona. Ahora sí tengo miedo, ahora
sí siento el peligro en todo mi cuerpo y el
frío que lo acompaña. No obstante y
repentinamente oigo un ladrido de un perro, algo fuerte
muy fuerte que da la impresión de que huye
pero por otro lado, me da la sensación de que
no tengo que correr porque estoy a salvo y enseguida
conoceré este misterio. El perro ya se ha callado
y los pasos de una de las siluetas negras, por cierto,
muy altanera, se acerca muy deprisa hacia mí.
Intento acercarme pero no puedo, no soy una persona
atrevida y en estos casos suelo esperar a ver qué
pasa, y con tan sólo esperar un minuto esa
silueta que tenía la intención de acercarse
a mí se va, escondida tras un muro.
Desde luego es ahora cuando mi boca se queda abierta
de tanta sorpresa, pero se cierra por el frío.
¿Por qué no ha venido donde mí?
Ésa es mi pregunta y aunque quiera responder
a esa cuestión no creo que pueda. Estoy en
las mismas, vuelvo por la misma calle que he venido
sin saber ni por qué ni cómo. Sólo
distingo el blanco de mi pijama con las letras negras
escritas en él. Andando y andando, cerca de
la una y media o así me doy cuenta de que mi
zapatilla no pisa bien, como si algo tuviese debajo.
Me descalzo y encuentro una nota en mi suela. Esa
nota por cierto muy arrugada y muy sucia decía:
"Sé que no tienes motivos para creerme,
para escucharme y aunque esté muerto debes
saber que no te estoy mintiendo porque soy tu padre,
a pesar de no haber respondido por ti como lo debería
de haber hecho hace muchísimo tiempo... si
hoy te he hecho esto es porque debes saber que no
soy un asesino sino que tu madre te dijo esa mentira
con el único objetivo de que tú no supieras
la verdad... sobre que... es ella quien... (en ese
momento me estaba alterando por la intriga de esa
verdad oculta)... cometió esos delitos hace
muchos años. No puedo protegerte pero intenta
huir de ella por favor."
Como comprenderás después de leer esto
me llegó un escalofrío increíble
y más aún cuando sentí la mano
de mi madre rodeándome por el cuerpo y diciéndome:
"¿Qué haces aquí?",
estaba preocupada. Simplemente no le expliqué
nada y tampoco le pregunté por su mano escondida
llena de sangre. Esta mañana cuando me desperté
intenté hacer memoria de todo lo que se suponía
que había pasado y... creo que todo fue un
sueño pero aún así me desconcertaba
y creo que tenía miedo. Bajando a desayunar,
ví sobre la mesa una nota con la excusa de
que se había ido trabajar, y ví en todo
el mármol de la cocina sangre y sangre.
No había nada más que eso. Ahora me
pregunto si lo que pasó ayer fue real o lo
había soñado... ¿Cómo
aclaro mi duda?

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EL NIÑO
MALDITO
Por Laura Puente Abascal. 1º ESO A
En un pueblo llamado Miedo se decía
que aquellos que nacían el 31 de octubre, el
día de Hallowen, estaban malditos. Pero había
niños que habían nacido ese mismo día
(el día de Halloween) y no lo estaban.
Un buen día nació un niño llamado
Armando. Aunque al principio parecía un niño
normal, pasaron los años y siempre que se le
acercaba alguien se caía y eso que no había
nada con qué tropezarse. Por eso la gente cuando
lo veía no se acercaba a él porque pensaban
que estaba maldito.
Un día cansado de que nadie se le acercase
se concentró muchísimo para que se volviesen
todos malditos y así fue: todos se tropezaban
y se caían a los charcos del encantamiento
y se le acercaron para pedirle que les volviera normales.
Pero Armando no quiso hasta haberse vengado de todos.
Cuando alguien se caía se reía a carcajadas
y así estuvo días y días durante
todo un mes. Finalmente se hartó porque él
ya no se divertía viendo cómo los demás
sufrían más lo que él había
sufrido.
Así que decidió que fueran normales
porque si no él se aburriría solo. Las
personas ya estaban con Armando pero porque le tenían
miedo y no sabían si irse o estar con él,
ya que la gente pensaba que si le llevaban la contaria
podía convertirlos en cualquier cosa.
Un día un niño se enfrentó contra
Armando y le preguntó:
- Oye, ¿tú tienes poderes para convertirnos
en cualquier cosa?.
- Sí- respondió Armando- pero si tuviera
un amigo de verdad no los utilizaría.
- Yo seré tu amigo- afirmó el niño-
pero... con una condición: no utilizarás
más tus poderes.
- Sí, pero si alguien me fastidiara mucho los
utilizaría para fastidiarle a él más.
Pero eso último no se lo dijo al niño.

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LA AUTOPSIA
Por Alan Kertjem Medina
19 de enero de 2003- Hospital de Washinton
D.C.
Fue un asesinato cruel, brazos mutilados, heridas
profundas por los fragmentos de vintal, su estómago
rajado de arriba abajo y con los ojos tornados. Una
fuerte discusión pudo causar la violenta pelea
entre el señor y la señora James, en
el que el señor James resultó gravemente
herido y, posteriormente, la señora desahogó
sus 10 años de frustración en su matrimonio.
Al siguiente día vino un empleado del hospital
encargado de recoger cadáveres para su autopsia
y aunque la mujer ya había confesado quería
tener una prueba fiable. El empleado, llamado Jorge,
cumplía su odiosa rutina con las mismas ganas
de siempre. Metió al difunto en su furgoneta
azul y encendió el motor. Empezó a remontar
las calles y a escurrirse entre los altos edificios
hasta llegar a una gasolinera donde paró a
repostar. Cuando dejó las llaves puestas en
su furgoneta para ir a pagar no contaba con aquel
ladron que entró en el coche y arrancó
rápidamente; cuando Jorge quiso darse cuenta
de los hechos ya era demasiado tarde. La policía
le llevó al hospital pero no encontraron el
coche. A Jorge se le iba a caer el pelo por la pérdida
de la furgoneta, pero no se acordaba en ese instante
del señor James que seguiría en la furgoneta.
Con el alma por los suelos Jorge se dirigía
por los pasillos blancos hasta el despacho del mayor
cargo del hospital, por decirlo de algún modo
el "jefe". Llamó a la puerta y una
voz le llamó para que entrara.
- Buenos días, ¿puedo ayudarle en algo?
- Si, verá... Ha habido un pequeño incidente
con la furgoneta.
- Explíquese.
- Paré a repostar en una gasolinera y se la
llevó un hombre.
Hubo una muy larga pausa hasta que su jefe le habló
de nuevo.
- Bien, enviaré la solicitud de una nueva...
qué se le va a hacer, pero quedará suspendido
de su cargo durante una semana.
Jorge sin decir más se marchó, se quedaría
sin su paga de una semana, era su mayor problema hasta
que lo recordó. El miércoles, era el
miércoles la autopsia del señor James
junto con los demás pacientes.
No había entregado el cadáver, aquello
era deficiencia en su trabajo, la familia probablemente
podría demandarle con una fuerte cantidad de
dinero, ya podía despedirse del Audi del que
se había enamorado. No, no y no de ninguna
manera, no podía pasar, había trabajado
su vida para ello. Recordó cada calle y cada
lugar de Washington y sus alrededores. No había
resultados... Llegó el miércoles y fue
al hospital. Ese día se acabaría todo
para él. Pero a Jorge se le ocurrió
lo que él llamó una "brillante
idea".
A la hora de la autopsia fue sonriente a la sala donde
tendría lugar ese evento. Después de
15 minutos sin que apareciera el encargado de llevar
a cabo el proceso, uno de los enfermeros preguntó
a Jorge.
- ¿Dónde está el doctor?
- En su sitio.
- ¿Y el difunto James?
Entonces Jorge sonrió y le respondió:
- En su sitio.

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UN CUENTO
PARA DORMIR
Por Ilenia Blanco Bégolo 4º ESO D
No podía concentrarme, estaba
sentada frente al papel, pensativa, frustrada por
no saber cómo comenzar. Me agarré la
cabeza con las manos cerrando los ojos, intentando
desconectar de todo lo demás.
De pronto, algo me agarró por detrás
tapándome la nariz con un pañuelo húmedo.
Eso es lo único que recuerdo antes de pararme
a mirar a mi alrededor y explorar dónde me
encontraba ahora.
Estaba sola en una calle iluminada por dos farolas,
los edificios que rodeaban la calle parecían
abandonados. De repente fui consciente de que mi situación
no era muy lógica. En sólo unos instantes,
o eso me había parecido a mí, me había
transportado a una especie de ciudad fantasma. Empecé
a explorar los alrededores con la intención
de encontrar a alguien a quien poder pedir ayuda.
Pero no encontré a nadie, me di por vencida,
y me senté al lado de un alcantarillado.
De repente empecé a escuchar unos extraños
y espeluznantes ruidos que provenían del interior.
Estaba asustada pero no tenía otra opción,
pues tal vez encontrase ahí mi medio de huida.
Cogí una barra de hierro para usarla de palanca
y junté todas mis fuerzas para abrir la alcantarilla.
Después de intentarlo varias veces conseguí
abrirla. Los gritos se hicieron más intensos
y mi miedo aumentaba por momentos. Me aventuré
a bajar. Al llegar al fondo noté cómo
mis pies se llenaban de un líquido ligeramente
denso. Cuando bajé la vista me desmayé
al comprobar que era sangre.
Volví en mí en una atrapada jaula.
Me encontraba confusa, exploré a mí
alrededor buscando una forma de escape.
La jaula no tenía puerta, eran todo barrotes
duros e irrompibles.
En el centro había un saco de dormir y un orinal;
presentí que no sería mi único
día aquí. Desconsolada me acurruqué
en el saco y me dormí. Al cabo de no sé
cuánto tiempo, desperté y oí
unas voces. Empecé a llamar desesperadamente,
pero no obtuve respuesta, sólo oía el
ruido de pasos que se acercaban a mí muy lentamente.
El corazón me latía fuerte y el miedo
recorría cada centímetro de mi cuerpo.
- Aquí lo dejo, mañana más,
cariño.- Se despidió con un beso en
la frente, apagó la lamparita de noche y se
fue dejando la puerta medio abierta.
Me encantaban las historias de terror que mi padre
me leía antes de acostarme. Me acurruqué
entre las sábanas dándome la vuelta
y cerré los ojos.

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