Candela
era una niña muy buena y obediente. La desbordaba
su imaginación. Cuando se sentaba con su abuelita
al calor de la chimenea y le empezaba a contar esas
historias tan fantásticas, no lo podía
evitar, su mente se trasladaba a aquellos lugares
donde ella se convertía en la protagonista.
Un día decidió ir un
poco más allá… lo haría
realidad. Viviría su propia aventura. Y sin
dudarlo se pensaba ir de su casa para intentarlo…
pero no hizo falta porque cuando se fue a dormir notó
algo duro en sus pies… ¡Era un libro de
magia! Lo primero que pensó era ir al país
de los duendes porque fue la última historia
que su abuela le había contado.
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Candela en
plena aventura. |
Candela cayó encima de una
gran flor, no es que la flor sea grande sino que ella
era de diminuto tamaño, porque en la historia
que su abuelita le había contado las personas
eran diminutas. Con lo cual ella era la protagonista,
y de pronto una mariposa gigantesca y colorida se
acercó y le preguntó:
- ¿Tú quien eres?
- ¿Que haces aquí? - y ella
le respondió.
- Me llamo Candela y vengo a buscar el país
de los duendes.
- ¿Sabes dónde está?
- Yo vivo allí.
- ¿Me puedes llevar donde el resto de los
duendes, por favor?
La subió encima de sus fuertes
alas y fueron rumbo al poblado de los duendes. Cuando
llegaron lo que estaba delante de sus cristalinos
ojos no era un sueño, sino un mundo lleno de
fantasías.
Todos los duendes eran especialmente agradables menos
uno. Nadie del bosque sabía porqué.
Candela un día intentó hablar con él,
pero recibió un gran rechazo por su parte.
Según el cuento que le había
contado su abuelita, en ese bosque tan maravilloso
y fantástico se encontraba una gran adivina
que con su bola de cristal adivinaba el pasado de
los duendes. Candela encima de las grandes alas de
su amiga la mariposa fue en busca de esa gran adivina.
Buscaron por todo el bosque, cuando a lo lejos de
la montaña se encontraba una pequeña
casita de madera.
Se acercaron a la puerta y esta se abrió sola.
Le comentaron el asunto y la bola empezó a
hacer efecto y de repente la bola reflejó un
trauma tremendo: un día su familia se adentró
en el bosque y nunca más se supo de ellos.
Candela se quedo impresionada y pensó.
- ¡Ya lo tengo! ¡Le buscaremos una
familia!
Y así fue. Candela, la mariposa,
y todos los duendes le encontraron una familia y el
duende nunca mas volvió a estar triste.
Candela pensó que ya era hora de volver a la
realidad, echaba de menos a sus papás y a su
abuelita.
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