Nuestra
compañera Nerea, Nerea Domínguez Serrano,
acabó por fin su larga batalla con el cáncer
que padecía. No pudo vencerlo, pero sí
supo hacerle frente con valentía y dignidad.
Todos sus compañeros y compañeras, sus
amigos y amigas, todos los que tuvimos la suerte de
conocerla y tratarla, recordamos su sonrisa, sus reflexiones
y su ánimo para luchar hasta el último
momento.
Nos dijo adiós en los últimos días
del primer trimestre, como si quisiera tomarse unas
merecidas vacaciones en su trabajo académico
y en su duro tratamiento clínico..., después
de resolver los trabajos que se le habían encomendado
desde el Instituto y que tutelaba María José,
la profesora de atención hospitalaria que tan
bien llegó a conocerla.
Pero nos negamos a pensar que desapareció
simplemente. Su actitud valerosa ante la enfermedad,
su afán de superación renovada, su ejemplo...
nos quedan como referentes para continuar nuestra
andadura por estos caminos de la vida en los que nosotros
y nosotras seguimos temporalmente hasta que lleguemos
al mismo sitio donde ella nos espera.
Nos emocionaron sus poesías, escritas ya desde
el hospital, y son muchas las muestras de cariño
que se han manifestado hacia Nerea. Queremos rendirla
un pequeño homenaje aportando uno de los escritos
que se leyeron en el último día de clase
del primer trimestre, cuando nos habíamos despedido
físicamente de Nerea, pero empezábamos
a sentirnos cada vez más cerca de ella.
|
Una
escena de la película '4ª planta',
de Antonio Mercero. |
Nerea según
Lorena
Me gustaría hablaros de una persona a la
que muchos de vosotros, por no decir la mayoría,
no conocéis, pero es alguien que merece que
durante los minutos que leáis este escrito
esté en vuestras vidas. Esa persona es Nerea.
Ella fue compañera mía de clase hace
cuatro años. Era un encanto de chica. Cualquier
cosa que necesitases si ella podía te ayudaba.
Siempre estaba alegre y a mí me contagiaba
su alegría. Pero hará unos tres años,
más o menos, le diagnosticaron un cáncer.
Se le vino el mundo encima. Sin embargo a todos nos
sorprendió con qué fuerza lo aceptó.
Empezó a estudiar, porque antes no lo hacía
mucho, seguía saliendo a la calle aunque estuviese
en silla de ruedas y con un pañuelo, cuando
te veía seguía sonriendo. Sin embargo,
a pesar de todo lo que luchó y se esforzó
por seguir adelante, en diciembre de este año
pasado nos dejó definitivamente. Lo que más
me apena es no poder volver a verla ya curada y que
pueda seguir disfrutando de todo lo que nosotros sí
que podemos.
Cuando me dijeron que si le escribía un homenaje
quise que no se escuchara sólo mi voz, sino
también de la gente que estuvo más cerca
de ella en sus últimos momentos. Dije a una
amiga suya que me escribiese alguna anécdota
o lo que fuera para poderlo incluir. Sin embargo,
ella ha escrito y descrito de la mejor forma a Nerea.
Por eso os lo voy a trasmitir literalmente.
Nerea según
Belén
Desde el primer día que conocí a Nerea,
lo que más me llamó la atención
fue su sonrisa, iluminaba todos los sitios a donde
ella iba.
Era una persona que se conformaba con lo mínimo
y era feliz sin pedir nada.
Nunca he conocido a una persona que me haya enseñado
tanta fuerza y esperanza, sabiendo que en cualquier
momento su vida se la iban a arrebatar. Siendo un
proceso el cual se hacía más llevadero
con el aliento de sus amigos, y los más importante,
de su familia que en todo momento la han estado apoyando,
dándola ánimos y fuerza, aunque no hacía
falta porque ella misma te los daba a ti.
Nunca me voy a llegar a acostumbrar a que no esté
a mi lado ya que para mí era parte de mi interior
y no piensen que después de haberse muerto
tengo esa parte vacía, eso no es cierto porque
con todo lo que me enseñó y dio, sobrepasa
todos sus límites.
Nerea no era una niña, ni una mujer y, sobre
todo, no era una persona enferma, era una persona
especial y estupenda.
Mientras escribo estas palabras se me pasan todos
los momentos vividos tan fantásticos por la
cabeza, apenándoseme el corazón porque
la vida se ha perdido a una persona estupenda.
Pero siempre miro al cielo y sé que estará
bien donde esté, cuidándonos siempre.
Yo creo que no puedo decir nada más de mejor
forma. Sólo afirmar que Nerea siempre estará
en nuestro corazón.
Nerea según
Nerea (*)
Me llamo Nerea, tengo 16 años
y resido en Santander. Me gustaría que este
pequeño artículo de apoyo hacia aquellas
personas con circunstancias parecidas a las mías
les sirva de gran ayuda. No es nada fácil decir
palabras de ánimo, pero lo que sí es
cierto es que la estancia en un hospital no es tan
mala, porque haces amigas, como las enfermeras, celadores,
doctoras, niños con problemas similares...
y eso sin contar la familia y amigos.
Lo
que quiero transmitir con estas palabras, tanto
a jóvenes como adultos es que no os derrumbéis
por cosas que no entendáis, que tiempo
para llantos, lamentaciones y malos ratos ya
hay.
Ahora lo único que tenéis que
hacer es pensar que no importa el mañana
sino el presente de cada persona.
Y TAMPOCO IMPORTA LO QUE A UNO LE SUCEDA, SINO
LA FORMA EN QUE SE ENFRENTA A LA SITUACIÓN. |
|
UN PENSAMIENTO DURO PARA
OTRO + MADURO
¡Oh! Pensamiento inocente
que ocultas dentro de mí
una oscura sombra de temor y confusión...
de pena y nostalgia en mi interior.
¡Oh! Que siempre estás
presente aunque yo no lo
quiera, ni lo desee... simplemente vienes invadiendo
mis estados de ánimo.
Llegará el día en
que la rabia que has de sentir
te inunde de una tempestad de la que no podrás
escapar.
Siento decirte “QUERIDA
TRISTEZA” que esos
oscuros pensamientos quedarán sellados en el
olvido
con la certeza de que ya no volverás.
Me esperan buenos momentos de
felicidad merecidos,
mis esfuerzos se verán valorados, y yo como
mujer que
soy, espero verlos cumplidos.
(*) Este texto lo escribió Nerea en el primer
número de Red-acción del pasado curso,
el correspondiente a noviembre-diciembre de 2004.
SUBIR
|
|