Un profesor
de música en paro empieza a trabajar como vigilante
en un internado de reeducación de menores.
Especialmente represivo, el sistema de educación
del director Rachin apenas logra mantener la autoridad
sobre los alumnos difíciles. Mathieu descubre
que la música atrae poderosamente el interés
de los alumnos y se entrega a la tarea de familiarizarlos
con la magia del canto.
Dirección: Christophe
Barratier.
Año: 2004.
Duración: 95 minutos.
Género: Drama.
Intérpretes: Gérard
Jugnot (Clément Mathieu), François
Berléand (Rachin), Kad Merad (Chabert),
Jean-Paul Bonnaire (Padre Maxence), Marie Bunel
(Violette Morhange), Paul Chariéras (Regente),
Carole Weiss (Condesa), Philippe Du Janerand
(Señor Langlois), Erick Desmarestz (Doctor
Dervaux), Jean-Baptiste Maunier (Pierre).
Guión: Christophe Barratier
y Philippe Lopes-Curval; basado en la película
La cage aux rossignols (1945) de Jean
Dréville.
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La película trata sobre unos
niños que están en un orfanato y son
unos chicos rebeldes. Un día llega un nuevo
profesor, Mathieu. Este profesor al principio no es
respetado por nadie, pero hablando con los niños
consiguió ser uno más.
Un día en el baño, Mathieu vio a unos
chicos que estaban enredando con papeles, esos papeles
eran partituras que había compuesto él,
porque él había sido profesor de música.
Propuso la idea de montar un coro. Y así fue.
Al día siguiente, reunió a todos los
niños para oírles la voz y clasificarlos
según el tono. Bueno a todos menos a Morhange,
porque era el gracioso de la clase y siempre estaba
castigado. Llegó un nuevo alumno al orfanato:
Mondain. Este chico había salido de un correccional.
Era un matón. La madre de Morhange llegó
un día al orfanato para ver a su hijo, pero
estaba castigado, y los castigados no podían
recibir visitas. Así que para no preocupar
a la madre, Mathieu le dijo que había ido al
dentista.
Un día en el que Morhange
no estaba castigado, entró en clase y vio que
todos estaban cantando, entonces Mathieu le dijo que
habían hecho un coro, que cantara algo para
ver su tono, pero él no quiso.
Por la noche siguiente Morhange estaba cantando una
canción que estaba escrita en la pizarra, cuando
no había nadie, pero pasó por allí
Mathieu y le oyó. Morhange era el que mejor
cantaba, nunca había oído una voz así.
Así que le introdujeron en el grupo.
Rachin, el director, les dijo que no quería
volver a oírlos, así que tenían
que ensayar de noche.
Morhange hacía solos en el coro. Pero el día
de la actuación de Morhange se pensaba que
no iba a cantar porque se había escapado a
ver a su madre.
Al final despiden a Mathieu y Pepinó, que era
el más pequeño, y el único huérfano
decide irse con él, pero no le dejaba, pero
al final se lo llevó.
Todos los niños le tiraban cartas por la ventana,
pero fue imposible que se quedara y se marchó.
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