Alba te
propone la lectura de un relato cargado de misterio
con un final inesperado. Estíbaliz, hija de
un escritor, establece su residencia en Córdoba,
donde conoce a Laura, una chica muy especial.
Laura era una chica descarada
pero, a la vez, responsable. En ocasiones se convertía
en una persona muy tímida, pero éstas
eran escasas. Ella quería mucho a su gente.
Meditaba sobre las cosas que hacía, si eran
buenas o malas. Cuando le decían algo que
le gustaba, murmuraba. No era una chica con muchas
amistades, pues no era muy simpática; sus
amigas siempre le explicaban motivos tontos para
no tener que hacerle compañía. Pero
un día todo eso cambió.
Yo me llamo Estibáliz y
soy de Valladolid. Mi padre es escritor, así
que viajamos de aquí para allá en
busca de nuevos ambientes. Mi padre dice que cada
novela tiene que estar realizada en un lugar diferente
y ha escrito doce novelas, por lo que he acudido
a doce colegios y casas diferentes. El caso es que
mi padre eligió como nuevo destino Córdoba,
la provincia en la que vivía esta chica,
Laura.
Como siempre aquel colegio me parecía
lo peor y no por el colegio en sí, sino porque
estaba acostumbrada a la gente de los colegios que
nunca te brinda una ayuda para poder adaptarte mejor.
Un día en clase de Biología, Laura
se me acercó, se presentó y nos hicimos
amigas, las mejores amigas del mundo.
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De repente,
comenzó una fuerte tormenta. |
En una ocasión Laura y yo
estábamos en su casa, acurrucadas en su cama
porque fuera había tormenta y nos daba un
poco de miedo. Estábamos a solas en casa
ya que sus padres habían salido y, como siempre,
las dos hablábamos de nuestro tema favorito:
los cantantes más guapos del mundo. Aquella
semana había llegado a España nuestro
ídolo y nos imaginábamos que lo íbamos
a conocer... Pero, de repente, se abrió la
puerta como por arte de magia, y nos pegamos un
buen susto. Enseguida salimos al pasillo para ver
quién era el gracioso, pero sólo vimos
de lejos a una niña con un camisón
blanco.
Intrigadas, aunque muertas de miedo, la seguimos.
Incluso la llamamos, pero no contestaba, sólo
nos hacía señales para que la siguiésemos
hasta la puerta de la calle. No sabíamos
quién era, sin embargo estaba muy claro que
ella ejercía sobre nosotras una gran atracción.
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Salimos al
pasillo, pero sólo vimos una niña
de blanco. |
De repente escuchamos un terrible
golpe seco y vimos que una rama había caído
encima del cuarto de mi amiga, hundiendo el techo
justo allí donde segundos antes aun estábamos
charlando. La niña del camisón nos
había salvado la vida.
Cuando quise darme cuenta, la niña había
desaparecido y mi amiga ya no existía. Salí
corriendo y no volví a ver a Laura.
Nadie me creyó y me tomaron por loca, incluso
mis padres me llevaron al psiquiatra, hasta que
poco a poco todo el mundo ha dejado de darle importancia
a este hecho, excepto yo, ya que de alguna manera
ha marcado mi vida y esta experiencia ha sido tan
profunda que sentía unas ganas inmensas de
contarla.
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