Los malos
tratos a las mujeres continúan. En lo que va
de año ya se han registrado once víctimas
del terrorismo doméstico. Una alumna nos refresca
la conciencia y rinde un homenaje a todas las que
han padecido en sus carnes la violencia de género.
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Una mujer es
víctima de malos tratos.
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La violencia de género contra las mujeres
está vinculada al desequilibrio en las relaciones
de poder entre los sexos en los ámbitos social,
económico, religioso y político, pese
a todos los esfuerzos de las legislaciones a favor
de la igualdad. Constituye un atentado contra el derecho
a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la dignidad
y a la integración física y psíquica
de la víctima y todo ello supone, por lo tanto,
un obstáculo para el desarrollo de una sociedad
democrática.
La violencia que padecen las mujeres comprende cuatro
modalidades, que van desde la agresión
física –con resultado de muerte en multitud
de ocasiones-, la violencia sexual, la psicológica
y la económica. Los datos estadísticos
revelan que entre un 35% y un 40% de las mujeres que
viven emparejadas sufren malos tratos físicos
o psíquicos por parte del hombre, lo que permite
afirmar que miles de mujeres están bajo amenaza
de muerte. Y yo, en este punto digo, pero ¿en
qué estamos pensando?; ¿en qué
clase de sociedad vivimos, llena de hombres maltratadores?;
¿qué está pasando?.
Las cifras son escalofriantes, de veras que no logro
entender cómo puede haber gente con tanta maldad
y afán de dañar a seres más débiles;
me parte el alma pensar que vivimos en una sociedad
así. Espero que algún día, con
la ayuda de todos nosotros, unamos fuerzas para acabar
con tal desgracia.
En 1997, en nuestro país, solamente por agresiones
físicas se han practicado 18.872 denuncias,
lo que significa apenas un 5% de la violencia real,
toda vez que la mayoría de los abusos no se
denuncian a la policía, principalmente porque
no existen instrumentos jurídicos, sociales
y económicos adecuados que protejan a las víctimas,
lo que hace que la violencia contra las mujeres siga
siendo en gran parte un delito invisible. 75 mujeres,
según los datos del Ministerio del interior,
han muerto a manos de sus maridos o compañeros,
3 de las cuales fueron inmoladas por el fuego; 350
mujeres sufrieron lesiones de consideración,
que van desde el apuñalamiento, fractura de
huesos (rotura del tabique de la nariz, rotura de
miembros); otras lesiones de consideración
son la pérdida de audición por rotura
del tímpano y la pérdida de visión
parcial o total de uno de los ojos; en un porcentaje,
no cuantificado hasta el momento, habían sufrido
violación. Y todo ello con el agravante de
que la mayoría de los ataques por el agresor,
letales o no, se efectuaron en presencia de sus hijos,
creando a menudo un ciclo de violencia que se perpetúa
de generación en generación.
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BASTA YA a
tanta violencia.
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La perplejidad de la sociedad ante tanta violencia
no deja de sorprendernos, cuando las agresiones familiares
no son un fenómeno producto de la sociedad
actual, sino una tragedia que ha estado siempre presente
en muchas familias; la mayoría de las personas
conocen algún caso de malos tratos, en el entorno
familiar o vecinal, pero se han silenciado bajo el
pretexto de que la violencia doméstica es un
asunto privado.
Con esta actitud, nuestra sociedad está siendo
cómplice de esas muertes, que no podemos por
menos que calificar de auténtico terrorismo
doméstico. Tampoco deberemos olvidar que la
mortalidad de las mujeres por esta causa supone diez
veces más que el número de víctimas
que se cobra el terrorismo político, y la sociedad
no ha reaccionado. ¿Es que la vida tiene diferente
valor, según se trate de una mujer o de un
político?
Y queremos decir BASTA YA a tanta
violencia, a la pasividad de los gobiernos que no
aplican una política adecuada que prevenga
y persiga esta violencia, a la ligereza con que los
jueces y fiscales aplican leyes que permiten al agresor
acercarse a su víctima, cuando no se les condena
a vivir bajo el mismo techo (el 98% de las víctimas
muertas había denunciado y estaba separada
o en trámites de separación del agresor).
Resumiendo, que la violencia de género se
trata de un problema con entidad política,
fruto de una ideología sexista, que vulnera
los derechos fundamentales y humanos de las mujeres
obviando su condición de persona, limitando
su libertad y autonomía hasta el extremo de
disponer de sus vidas.
Por último, quería rendir un homenaje
a todas las víctimas fruto de este tipo de
violencia que genera nuestra sociedad, y recordarlas
como se merecen, en especial a una mujer de esta localidad
que fue asesinada a manos de su compañero el
pasado agosto; desde aquí quiero recordarla
como se merece.
SANDRA, ESTARÁS EN NUESTROS CORAZONES
SIEMPRE.
Tu familia NUNCA te olvida.
(*) Sandra, hermana de la autora de
esta opinión, fue asesinada por su ex pareja
el pasado mes de agosto.
Más información:
http://www.el-mundo.es/documentos/2004/06/sociedad/malostratos/index.html
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