Los críos de ahora se pasan la vida pegados
al móvil, son más espontáneos,
se desmotivan fácilmente y muestran una forma
de entender la autoridad distinta de la de sus padres.
Expertos reunidos en la Cumbre Mundial de Educación,
celebrada en Doha (Qatar), aportan las claves para
educar a la nueva generación: ética,
hechos y pensamiento concreto.
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Niños
y niñas utilizando sus móviles. |
Imagínese que entra en una gigantesca biblioteca,
como las de Borges, y que los libros no están
clasificados. Hay miles de volúmenes con lomos
de colores brillantes que reclaman su atención,
pero no sabe cuál escoger. Se detiene en uno
por azar, pero descubre que no lleva título.
Hay otro en la siguiente estantería en el que
se fija, más que nada por la suave piel de
la encuadernación, pero tiene faltas de ortografía.
Comienza a abrir un tercero pero lo que cuenta no
es verosímil. Algo así les ocurre a
los niños y adolescentes de ahora. Tienen a
su disposición más información
que nunca, de una forma accesible e instantánea,
pero no siempre saben cómo valorarla y utilizarla
y se pierden por las interminables escaleras de Babel.
Si ya nos pasa a los adultos, que no entendemos casi
nada de lo que ocurre en estos tiempos de disrupción
global e incertidumbre, ¿cómo hacen
los críos para procesar esa ingente cantidad
de datos que cada día les pasa por ese nuevo
apéndice que es para ellos su teléfono
móvil? ¿Cómo enseñarles
a salir adelante en un mundo volátil, incierto,
complejo y ambiguo que no parece que vaya a estabilizarse?
De todo esto reflexionaron los expertos internacionales
reunidos durante la semana pasada en la Cumbre Mundial
de Educación celebrada en Doha (Qatar).
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