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Red-acción
II Época / Nº54
Mayo
2012
ÉRASE UNA VEZ

Marcelina, la vaca que vivía en Cueto

Por Julia Manuz Corada, Marina Serna y Gema Rodríguez, alumnas de 3º y 4º Primaria del Centro Social Bellavista-Julio Blanco de Santander.

Los alumnos del Centro Social Bellavista-Julio Blanco asumen con valentía los retos del concurso literario que convoca el colegio a lo largo del curso. Así continuaron Julia, Marina y Gema la frase "Marcelina era una vaca feliz que vivía en los prados de Cueto..."

            

Marcelina, la vaca feliz que vivía en Cueto
Julia Manuz Corada, 3º Primaria

Marcelina era una vaca muy feliz que vivía en Cueto. Una tarde calurosa de verano recibió una carta sorpresa, sus amigos de un pueblo cercano le invitaban a una fiesta, que se celebraría el 15 de agosto.
Sus amigos Manolo el pato, y Jacinta, la cabra, eran muy listos, divertidos y graciosos, así que Marcelina no se lo pensó dos veces, enseguida les contesto que contasen con ella.
Sólo había un problema. Marcelina, la vaca que vivía feliz en Cueto, recordó que sus amigos y ella no sabían bailar. Menos mal, que pensando en una solución, se le ocurrió una idea genial, invitar a Manchitas, la oveja que era también profesora de baile, se juntaron y ensayaron en la bolera. Tuvieron que repetir los bailes muchas veces pero era divertido, se reían y además podían estar juntos.
Llegó el día de la fiesta, estaban muy nerviosos y elegantes. Marcelina se había puesto sus mejores galas con un sombrero de paja y sus zapatos de charol nuevos. Bailaron sin parar y acabaron agotados, pero sobre todo satisfechos y divertidos por lo bien que lo habían pasado.
Y colorín, colorado hasta aquí llega lo que os he contado.

                        

 

¡Qué color tan raro!
Marina Serna y Gema Rodríguez, 4º de Primaria

Marcelina vivía en una granja de Cueto. Era de color blanco con manchas negras. Allí vivía muy feliz con las gallinas Tina Lina, la Sra Porcina y sus cuatro lechones, Bobi, Bruce, Olga, y Solga, y el caballo Rayo. Un día sintió algo en su tripa. El granjero Matt la llevó al veterinario y la examinó de pies a cabeza. Finalmente anunció:

- ¡Felicidades, Marcelina! Creo que ahí dentro tienes una chiquilla.

Cuando llegó a la granja llamó a todo el mundo para darles la noticia. Se pusieron contentísimos y le hicieron regalos; Rayo hizo una campanita con un badajo en forma de herradura para la ternerita; Tina y Lina pensaron en una cajita de paja, media docena de huevos y pasto fresco para hacer bollitos de finas hierbas; la Sra. Porcina decidió regalarle una paca de paja para la cuna y a los lechones les gustó la idea de darle cuatro ramitas de arándanos, uno para cada uno. Llegó el día del nacimiento. ¡Todos se alegraron tanto…! ¡Acababa de llegar una ternerita y se llamaba Margarita!
Dieron una gran fiesta y le colocaron a Margarita la campana, hicieron los bollitos y prepararon la cuna. A la mañana siguiente Margarita comió los arándanos de una ramita. Pero ¡ay, qué problema! ¡Se puso de color azul y manchas negras! Se fue muy preocupada con su mamá.

- ¡No deberías estar así! ¡Te llevaré con Matt en un momentín!
- No se puede hacer nada de momento- contestó.

Fueron a ver a Tina y a Lina, que sabían mucho de plantas y líquidos.

- Deberías tomar leche de tu madre- dijo Tina.
- Y en grandes cantidades, querida- añadió Lina.

Margarita hizo caso y ¡¡¡MAGIA¡¡¡ ¡recuperó su color¡ ¡Ya no hay nada que le cause temor¡



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¡Qué tranquila está paciendo Marcelina!

¡Qué color tan raro!
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