Los
alumnos del Centro Social Bellavista-Julio Blanco
asumen con valentía los retos del concurso
literario que convoca el colegio a lo largo del curso.
Así continuaron Julia, Marina y Gema la frase
"Marcelina era una vaca feliz que vivía
en los prados de Cueto..."
Marcelina, la vaca
feliz que vivía en Cueto
Julia Manuz Corada,
3º Primaria
Marcelina era una vaca muy
feliz que vivía en Cueto. Una tarde calurosa
de verano recibió una carta sorpresa, sus amigos
de un pueblo cercano le invitaban a una fiesta, que
se celebraría el 15 de agosto.
Sus amigos Manolo el pato, y Jacinta, la cabra, eran
muy listos, divertidos y graciosos, así que
Marcelina no se lo pensó dos veces, enseguida
les contesto que contasen con ella.
Sólo había un problema. Marcelina, la
vaca que vivía feliz en Cueto, recordó
que sus amigos y ella no sabían bailar. Menos
mal, que pensando en una solución, se le ocurrió
una idea genial, invitar a Manchitas, la oveja que
era también profesora de baile, se juntaron
y ensayaron en la bolera. Tuvieron que repetir los
bailes muchas veces pero era divertido, se reían
y además podían estar juntos.
Llegó el día de la fiesta, estaban muy
nerviosos y elegantes. Marcelina se había puesto
sus mejores galas con un sombrero de paja y sus zapatos
de charol nuevos. Bailaron sin parar y acabaron agotados,
pero sobre todo satisfechos y divertidos por lo bien
que lo habían pasado.
Y colorín, colorado hasta aquí llega
lo que os he contado.

¡Qué color
tan raro!
Marina Serna y Gema
Rodríguez, 4º de Primaria
Marcelina vivía en una
granja de Cueto. Era de color blanco con manchas negras.
Allí vivía muy feliz con las gallinas
Tina Lina, la Sra Porcina y sus cuatro lechones, Bobi,
Bruce, Olga, y Solga, y el caballo Rayo. Un día
sintió algo en su tripa. El granjero Matt la
llevó al veterinario y la examinó de
pies a cabeza. Finalmente anunció:
- ¡Felicidades, Marcelina!
Creo que ahí dentro tienes una chiquilla.
Cuando llegó a la granja
llamó a todo el mundo para darles la noticia.
Se pusieron contentísimos y le hicieron regalos;
Rayo hizo una campanita con un badajo en forma de
herradura para la ternerita; Tina y Lina pensaron
en una cajita de paja, media docena de huevos y pasto
fresco para hacer bollitos de finas hierbas; la Sra.
Porcina decidió regalarle una paca de paja
para la cuna y a los lechones les gustó la
idea de darle cuatro ramitas de arándanos,
uno para cada uno. Llegó el día del
nacimiento. ¡Todos se alegraron tanto…!
¡Acababa de llegar una ternerita y se llamaba
Margarita!
Dieron una gran fiesta y le colocaron a Margarita
la campana, hicieron los bollitos y prepararon la
cuna. A la mañana siguiente Margarita comió
los arándanos de una ramita. Pero ¡ay,
qué problema! ¡Se puso de color azul
y manchas negras! Se fue muy preocupada con su mamá.
- ¡No deberías
estar así! ¡Te llevaré con Matt
en un momentín!
- No se puede hacer nada de momento- contestó.
Fueron a ver a Tina y a Lina,
que sabían mucho de plantas y líquidos.
- Deberías tomar leche
de tu madre- dijo Tina.
- Y en grandes cantidades, querida- añadió
Lina.
Margarita hizo caso y ¡¡¡MAGIA¡¡¡
¡recuperó su color¡ ¡Ya no
hay nada que le cause temor¡

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