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Red-acción
II Época / Nº37
Enero-Febrero
2010
CULTURA / GALERÍA DE ARTE

Esas zapatillas de cuando eras niño

Por Pau Tortell Alonso. alumno de 3º de Secundaria del IES Santa Cruz de Castañeda.

13 de abril del 90. En la calle llueve como no lo ha hecho en años. Por los callejones no se divisa persona alguna. Silencio sepulcral. El chasquido del agua contra el suelo, algún ratón metiéndose en su pequeño agujero, una parejita de colibríes acurrucados en su nido, el crujir de las pisadas contra las hojas secas de los ahora desnudos árboles.

¡Aquellas zapatillas de deporte!

Las pisadas provienen de un hombre, casado, con mujer e hijos, una hipoteca por pagar y una vida normal y tranquila. Este hombre se llama Ricardo, viene de tirar la basura, pero la noche se le ha echado encima y se ha perdido. Su casa no está lejos de los contenedores, pero aun así está muy oscuro y no encuentra el camino de regreso a su hogar.
Poco después, Ricardo ve escondidas entre unas cajas de cartón unas zapatillas de deporte. Las examina detenidamente, están nuevas, sin usar, aún conservan su etiqueta. Pero no podía ser, estas zapatillas eran sus preferidas cuando aún era inocente. Recuerda haber tenido unas iguales, pero se le rompieron, además son más grandes. Pero, ¿están colocadas, abandonadas…?
Ricardo cree que alguien las habría dejado ahí porque no eran de su pie o porque no le gustaban. ¿A quién le va a importar?
Ágil, se las prueba. Son de su talla ¡Y además muy cómodas! Decide quedárselas y prosigue su camino. Al rato, Ricardo oye ruidos tras de sí. Se da la vuelta. No hay nadie. Serán paranoias de la edad. Se vuelve y los ruidos aparecen de nuevo, pero ahora a su alrededor. No se ha dado cuenta, está en medio de un pequeño bosque cruzado por un camino. Se altera, está más perdido que antes y para colmo los ruidos persisten. De pronto se oye un ruido muy cercano y entonces Ricardo corre. Corre como no lo ha hecho en años. Cada vez más sonidos, gruñidos, pisadas, gritos… Corre más aún y, de pronto, una bestia grande y negra surge de entre las sombras delante de él, y otra a su izquierda, y otra a su diestra, y otra detrás, y otra más. Todas quedan observándolo desde la sombra. Una de ellas gime y... todas las demás se abalanzan sobre Ricardo, ahogando su horrible y desesperado grito agonizante.
Abre los ojos. Hay una lámpara en el techo de su casa, y a su vera está su mujer. Ricardo piensa: "Todo ha sido un sueño, solo un sueño". Se levanta a apagar el despertador y, a los pies de su lado de la cama, ve unas zapatillas de deporte como las que tanto le gustaban cuando era niño.




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