Nº37. Marzo. 2003.


Tribuna Libre

El lugar para vuestras opiniones personales es Tribuna Libre.
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Las dos caras del aborto
Zapatero a tus zapatos
El fenómeno Piterman
El botellón
El tabaco ¿droga o hábito?
La glorieta de La Marga
Paga a las madres trabajadoras
¿Qué pasa con Argentina?
El imperio contraataca


 

 

 

 

 

 

 

 


Las dos caras del aborto
Por Esther Ceballos, Beatriz Ortego y Laura Alvarez, alumnas de 1º de Bachiller de Humanidades, Ciencias y Ciencias Sociales del Colegio Nuestra Señora de La Paz de Torrelavega.

La noticia de la violación de una niña nicaragüense de nueve años ha causado un gran impacto en la sociedad, haciendo renacer un debate ya planteado anteriormente. En la actualidad, la opinión pública está dividida entre dos puntos de vista: sí al aborto o no al aborto.

Con respecto a la primera posición, muchas personas creen que es triste ver como una institución tan "respetable" como es la Iglesia sigue anclada en la antigüedad, dejando morir a la niña tan solo por salvar la vida de un feto que nunca llegará a nacer. Esto es debido a que se quiere mantener antiguos valores, donde lo más importante es salvar todas las vidas posibles. El problema de la Iglesia en estos casos es que tiende a generalizar, cuando lo correcto sería analizar cada caso por separado.
¿Cómo se puede permitir que se ponga en peligro la vida de esta niña, que apenas es consciente de lo que le está ocurriendo?¿Cómo se puede decir a unos padres que dejen morir a su hija tranquilamente? Sí, es cierto que aunque aborte existen posibilidades de que muera, pero no tendrá ninguna de vivir si no lo hace.

La decisión de abortar o no, no es algo que se deba tomar a la ligera, pero en casos de violaciones o/y de embarazos no deseados a edades tempranas, debería de estar permitido sin ningún tipo de traba social o moral. Por eso nos resulta incomprensible cómo un país democrático, como es Nicaragua, se opone a dar al menos una opción a esta familia, obligándoles a emigrar para tratar de paliar el sufrimiento de su hija.

Aun así, hay personas que ven el aborto poco menos que como una práctica "monstruosa" y están en su contra, sea cual sea la situación. Se excusan tras valores éticos y recurren con frecuencia a la religión para condenar esta práctica, que es muchas veces, como ya hemos dicho, más que necesaria.
Y es que desde el momento mismo de la concepción estamos hablando de una vida. El bebé, aún por nacer, es un ser humano en el mismo grado y por la misma razón que la madre, y por lo tanto, nadie tiene derecho a privarle de este privilegio, bajo ninguna circunstancia.

Con el fin de justificar su postura en contra, se valen también de los médicos que intervienen en las operaciones de este tipo, quienes actúan bajo una serie de principios éticos, según los cuales adoptarán el método de tratamiento más beneficioso para los pacientes, absteniéndose de todo aquello que fuere nocivo y malicioso. Tampoco administrarán drogas mortales ni aconsejarán su empleo, y ni mucho menos se colocará el pesario a una mujer para provocar el aborto, manteniendo el respeto por la vida humana desde el momento de la concepción.
Y es aquí donde se plantea el dilema porque... ¿Y si salvamos al niño pero arruinamos la vida de su madre? ¿Estaría justificado el nacimiento de esa criatura no deseada? Es probable, y no sólo en los casos de violaciones en los que el niño es, muchas veces, el recuerdo constante de aquel traumático suceso, que el pequeño acabase viviendo en un ambiente hostil cargado de resentimiento por parte de su madre en el que ni él ni ella llegasen a ser felices. Por eso, como ya hemos dicho, hay que tener una mentalidad abierta y dar otra salida a estas "madres por accidente".

 

 

Zapatero a tus zapatos
Por Eugenio Fernández Abad, Rubén Martín Crespo, Ricardo Fernández Herbosa, Pablo Fernández Herbosa, alumnos de 1ºA de Bachiller del Colegio Nuestra Señora de La Paz de Torrelavega.

Hojeando las páginas del periódico, salpicadas todas ellas con titulares referentes a la más que posible guerra contra el régimen iraquí, y a la ya conocida marea negra, descubro por casualidad una noticia que me deja los pelos de punta y cuyo encabezamiento dice: "Amenazas de demandas y excomunión por el aborto de la niña que fue violada."

Perplejo, continúo afanosamente mi lectura, intentado encontrar algo de coherencia, si es que de verdad existe, en los comentarios de un tal Jorge Solórzano (obispo auxiliar de Managua) que afirma que "la Iglesia Católica castiga el aborto provocado con la pena de excomunión, no sólo a los padres y a los médicos sino a toda persona que ayudó".

Por si no lo saben aún, pues dicen las estadísticas que son muy pocos lo españoles que leen la prensa diariamente, la noticia trata el tema de la niña de nueve años que ha sido violada recientemente en Costa Rica.
A las polémicas declaraciones del mencionado párroco se le suman las acusaciones por parte de los grupos pro-vida, en las que tachan de asesinos a los especialistas que realizaron el aborto. Y por si esto no fuera suficiente, unas líneas más abajo, me encuentro con las desacertadas e inoportunas palabras de un portavoz del gobierno nicaragüense (que había desautorizado dicha intervención) en las que arremete contra la familia de la niña -unos pobres campesinos analfabetos-, amenazándoles con duras demandas y sanciones.

¿En qué mundo vivimos? ¿Cómo puede un gobierno de un país, cuyas cifras de niñas embarazadas antes de los 14 años ascendieron a 3.131 entre 1997 y 2002, dedicarse a criticar el aborto? ¿Quién es el asesino; el que salva la vida de una niña de nueve años con el aborto, o el que condena a una criatura a morir sólo porque cometió el pecado de ser violada? Como todos ustedes podrán suponer el riesgo de lesiones e incluso de muerte, durante la gestación y el parto, es muy alto a edades tan tempranas.
También es cierto, que las razones que impulsan a la Iglesia a mantener esta postura, son sensatas, ya que está claro que no hay que anteponer los deseos de la madre ante los intereses del futuro hijo y menos en este caso. En este punto queremos aclarar que hay una clara diferencia entre el aborto terapéutico y uno movido por otros intereses.
En mi opinión, lo que realmente tiene que hacer el gobierno de Nicaragua es preocuparse un poco más por invertir en la educación de los jóvenes, pues es ahí donde verdaderamente nace el problema. Un problema que debe ser atajado con programas de prevención e información en todos los ámbitos, tanto en al escuela como fuera de ella.
Tampoco nos podemos olvidar de reforzar las medidas judiciales, pues no salgo aún de mi asombro al observar que, el violador de la pequeña, pasará por el "duro trámite" de permanecer tres meses en la cárcel. Inexplicable, pero cierto.
Dejando al gobierno a un lado, no quiero terminar sin dirigirme al sector más ortodoxo de la Iglesia. A esa parte de la Iglesia, que trata de velar por los más pobres y desfavorecidos y que posee una gran importancia en estos países (dicho sea de paso), para animarla, a que deje de "sermonear" y se centre en la cruda realidad que rodea a estas sociedades subdesarrolladas. Quizá, haya alguna porción de la Iglesia que deba modernizarse. Quizá aún haya alguien en la Iglesia que deba bajar al nivel de las necesidades de su pueblo. Quizá debamos investigar a qué daría más importancia Jesús, a la persona o al dogma.
Sin embargo, y a modo de conclusión me pregunto: ¿para qué tanto trabajo? Al fin y al cabo es simplemente una vida más, un daño colateral (en palabras del señor Bush).