Nº35. Noviembre-Diciembre. 2002.


Tribuna Libre

El lugar para vuestras opiniones personales es Tribuna Libre.
Aquí podéis opinar de todo aquello que os interese, bien porque esté de actualidad o bien porque creáis que merece la pena ser comentado.

Adoles..¿qué?
Atentado en el teatro de Moscú
Prestigio de la Formación Profesional
No apto para menores
El futuro está en los idiomas

Guerra de intereses
El botellón, en peligro de extinción
La furtividad
Inseguridad en las calles
La violencia juvenil
Money, money, money


 

 

 

 

 

 

 

Adoles ... ¿qué?
Por Irene Puente Bats, alumna de 2º de Bachillerato del IES Santa Clara.

Si sí porque sí, si no porque no.
Eso es, en general, y a grandes rasgos, lo que nos pasa. Y no lo entiendo, la verdad. ¡Pero es que no es fácil!. Vale, nadie dijo que lo fuera a ser, pero aún así..¡Ay, quien tuviera unas instrucciones...! Estoy segura de que si alguien logra dar con las respuestas y las escribe, ¡tendría más éxito que la Coca-Cola! Porque la adolescencia es muy bonita y todo eso, sí sí, eso lo dicen los que hace tanto tiempo que la pasaron que ni se acuerdan de lo que sentían, aunque quizá tengan razón. Seguro que cuando lleguemos a viejos y tengamos problemas de los serios (que impliquen nuestro bienestar físico, por ejemplo) y no simples berrinches (como les llama la gente), nos sonreiremos al pensar y recordar Aquellos maravillosos años.

Sí sí, si yo soy la primera que lo admite pero....¿de mientras? Porque la espera duele, ya lo creo si lo hace. Hay momentos (muchos, que no me quiero poner exageradamente dramática) en los que somos felices (o casi), pero de esos te das cuenta luego, cuando ya han pasado y los añoras. Yo sinceramente pienso que los malos momentos existen sólo para saber valorar los buenos. Y los buenos son mucho más abundantes pese a todo lo que nos pueda parecer.
Si es que es duro, y se hace muy cuesta arriba. Broncas en casa por la libertad, en clase por la falta de estudio, y con los amigos por las diferencias. Porque llegamos a un determinado punto en el que, quizás, nos damos cuenta de que las personas que tenemos mas próximas no son exactamente afines a nosotros, de que los puntos en común no son ni la mitad y de que, en realidad, nos gustaría estar haciendo otra cosa y con otra gente.

Pero eso no es todo, queda el tema por excelencia, sí, aquel que nos trae a los jóvenes de cabeza, y no, ¡no hablo del sexo! La palabra es amor. Porque de una u otra manera todos nuestros problemas desembocan ahí. Si estamos con alguien, muy bien, todo el resto de problemas no aparecen menos; pero sin embargo si estamos solos, cualquier tontería se nos hace un mundo. Y mira que los amigos son los más importante en esta época; bien, pues a pesar de todo, seguimos pensando en ese alguien especial, alguien con quien probar nuevas experiencias, alguien con quien compartir otro tipo de secretos.

Y no nos vale un amigo sin más, por mucho que sea el mejor
Y hay que admitir que no nos afecta mas de lo que debiera, porque el amor es la peor de las drogas, te puede estar matando y ahí seguimos, contra viento y marea, sin podernos resistir. Cuando se está enamorado no se suele ser lógico, no de primeras. Porque, como dijo Ortega y Gasset, el amor es un estado de imbecilidad pasajera.
Y es que a esta edad saber lo que se quiere y tener las cosas claras no son características frecuentes. Porque estamos hechos un lío, porque un día pensamos blanco y al otro negro, y tardamos en decantarnos por nuevas tonalidades. Que la vida es de colores, según el momento, de unos u otros, pero colorida al fin y al cabo. ¡Y es que en la variación está la esencia!

 

 

 


Atentado en el teatro de Moscú
Por Pablo Pérez García y Álvaro Lavín Gullón, alumnos de 4ºB de ESO del
Colegio Santa María Micaela de Santander.

Hace no mucho un horrible atentado tuvo lugar en un teatro de Moscú. Desgraciadamente tuvo un mal final con la muerte de muchas personas. Unas asesinadas por los secuestradores y otras por el mismo cuerpo de la policía, víctimas de la acción de un gas tóxico que la policía echó en el interior del teatro, con la intención de matar a los criminales y no a los civiles, que no habían sido rescatados todavía.


Nosotros creemos que este error es muy grave, ya que tratando de salvar vidas han hecho lo contrario. Es increíble que la policía rusa sea tan descuidada e irresponsable, y halla usado este nefasto método.

Los familiares de las personas fallecidas han quedado destrozadas por este horrible accidente, que se podría haber evitado con facilidad.
Sinceramente, ahora nos damos cuenta de que no sabemos usar, algunas veces, nuestros conocimientos y cometemos gravísimos errores, por lo que creemos que debemos aprender a saber manejar nuestros conocimientos y no lanzarnos a hacer cosas de las que no estamos seguros de su resultado.
En conclusión, este atentado es algo que todos debemos tener en cuenta, ya que nunca sabremos si nos puede ocurrir a nosotros mismos.

 


 


El prestigio de la Formación Profesional
Por alumnos de Diversidad de 3º de ESO del IES Santa Clara.

Cuando termine la ESO y obtenga un titulo de Graduado, pretendo cursar un Ciclo Formativo de Grado Medio, con la esperanza de tener un titulo oficial que me permita acceder al mundo laboral.

Tener un puesto de trabajo que me dé autonomía para organizar mi vida como adulto, creo que es la meta de casi todos los jóvenes. El problema está en que haya entonces la oportunidad de encontrar un empleo. Pero leo en una revista que "a pesar de la mala coyuntura del empleo, un alto porcentaje de los alumnos de la Formación Profesional encuentran un trabajo a los seis meses de haber obtenido el título", y que "la mayor inserción en el empleo (90%) se produce en las especialidades de Construcción, Mecánica Industrial y Madera y mueble, seguido (60%) por Electricidad y Automoción, Administración y Comercio las posibilidades bajan al 35%".

Por otra parte, el 70% de los empleos se sitúa en la misma empresa donde el alumno realiza las pruebas formativas.
En conclusión, estudiar un Ciclo Formativo me crea horizontes optimistas para el futuro. Merece la pena obtener pronto el Graduado en la ESO para seguir después FP.


 

 

No apto para menores
Por Abel Rodríguez Barragán, alumno de 1ºC de Bachillerato del IES Santa Clara de Santander.

Hola. Mi nombre es Ángel y tengo nueve años. Soy el hermano del que firma este artículo. Voy a aprovecharme de que Abel está demasiado atareado como para ponerse a buscar cosas para criticar. Y voy a contar un problemilla que tengo, al mismo tiempo que le echo una mano.
Como ya he dicho, tengo nueve años. Y, como a todos los niños de esta edad, me encanta jugar, leer o ver la tele. Aunque de las tres actividades, es la última la que casi nunca puedo realizar. ¿Por qué? Bueno, pues porque últimamente parece que las cadenas han organizado una campaña para alejar a los niños de la tele. Es que casi no hay ningún programa en el que no aparezca algún comentario o alguna escena que yo no pueda ver. Es continuo y ya casi un ritual el estar viendo algo con mi madre y ella cambiándome de canal para evitar que viese algo salido de tono.
Pero el colmo llega a la hora de los informativos. Además, son a la hora de comer y las escenas que ponen de vez en cuando no son muy adecuadas para una comida tranquila.
Y dicen que lo que no sale por la tele no existe. Siguiendo este dicho, entonces no existe en el mundo ni la paz, ni la justicia, ni el sentido común, ni la generosidad, ni la razón, ni ninguna otra virtud que se debería atribuir a los humanos.
El último día, tuve que desviar la mirada de la televisión seis veces en la, apenas, media hora que me da tiempo de ver el informativo. Y es que no dejaban de salir, primero, escenas de políticos insultándose. Luego, imágenes de persecuciones a violentos y la posterior reprimenda de la policía. Más tarde, las batallas campales que se repiten con desgraciada frecuencia en las calles de otros países. Después, algunos vídeos sobre las guerras en los países del Este, donde se veía de todo. Posteriormente, la imagen de alguien a quien habían dado una paliza y que había quedado hecho un desastre, y su patético relato de los hechos. Y, finalmente, ni siquiera los deportes se salvan y nos ponen íntegra la zurra que le dieron unos descerebrados a un pobre agente de seguridad en un campo de fútbol.

Por favor, yo quiero ver la tele. Pero si el mundo no marcha bien en general, y los programadores televisivos en particular, tampoco tienen compasión con la infancia, y tendremos que aguantarnos.
Ojalá dejara de haber malas noticias que dar en los informativos y que los mayores nos dieran buen ejemplo a los pequeños para sacar adelante a la Humanidad y no convertirnos en seres como ellos. En seres que, en unos casos sólo intentan procurarse el bien sin pensar en consecuencias y, otras veces, van directamente a hacer el mal.
Pues ya está. Con lo que me va a pagar mi hermano, no se merece que le escriba nada más.