Nº3. Marzo 1998
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Reportajes:
El Día de la Montaña
El Valle del Saja
Camijanes
El día de la Montaña
Felipe Candanedo de Diego y Pedro P. del Mazo
López, alumnos de 2º curso del Ciclo Formativo de
Administración y Gestión del IES.
Formontanos de Cabezón de la Sal.
Reportaje elaborado partiendo de textos populares sobre
la festividad del Día de la Montaña, la fiesta
dedicada a exaltar el folklore y tradiciones de Cantabria y declarado
de interés nacional.
Cuando la humanidad aún era niña, partieron
sus hombres en siembra de población hacia las áridas,
planas e inmensas tierras de las Vardulias, anchas y amplísimas
como ese mar que, a pocas leguas de la villa estrecha sus olas
en convulsiones cósmicas contra los cantiles comillanos...
Cabezón de la Sal, eje, centro e imán de todas
las tradiciones, de todas las epopeyas de un pueblo, el cántabro,
es la cuna de España. De este hito señero en el
que están esculpidas en bronce las primeras frases de
la Ruta de los Foramontanos, partieron los cántabros hacia
la reconquista y repoblación de la Península, cuenca
del Saja arriba y, pasando por Bárcena Mayor donde tenían
instalado el almacén de granos y de pertrechos, hacia
Reinosa, hacia la meseta castellana que se abrió ante
ellos como una promesa granada y fresca.
Aquellos hombres fueron conquistando trozos de España
acompañados de sus danzas guerreras, de las ancestrales
Danzas de Ibio mientras ensanchaban la Patria con los sones del
monorrítmico bígaro y mientras los gritos del "ujujú",
enlazaban montañas a través de los valles que se
abrían a su paso.
Hoy, como ayer, como entonces, como siempre, Cabezón de
la Sal continúa siendo la avanzada de la tradición,
la nodriza de Castilla, una de las cunas de la vieja Cantabria,
que sigue conservando con auténtica fruición y
con auténtico entusiasmo todas aquellas ancestrales costumbres
del vivir pastoril, de la personalidad poética, legendaria,
de una de las más viejas razas de España.
Esta manifestación es, sin duda, la fiesta dedicada a
exaltar el folklore y tradiciones de Cantabria; ese Día
de la Montaña declarado de interés nacional, porque
en él se dan cita, a toque de bígaro, al son de
la pandereta y en tanto choclean las almandreñas sobre
los desperdigados morrillos de las callejas, las tradiciones
de nuestra Cantabria.
Así, cada año, en ese escaparate único,
cautivador e inmenso que ofrecían una vez más las
calles de Cabezón de la Sal, mientras en cada una de ellas
se destilaba el orujo, o mientras se entretejía el cuévano
con las cortezas del avellano, o mientras las viejecitas hilaban
escarpines en tanto los sones del bígaro, del pito y tamboril
o pandereta, contenciosos a veces, monorrítmicos casi
siempre envolvían el caserío y el valle, se iba
estirando, adormecido, en brazos de los montes de Palombera y
Sejos, a la vez que el Saja se deslizaba cantando, como en un
susurro, una nana de siglos.
Así se inhiben los trabajos más clásicos
de nuestra artesanía regional en labor pública
y constante que tanto hombres como mujeres saltan a la calle.
Alegría y vigor en los ancestrales cantos y bailes
de la montaña y tradición de siglos en el arrastre
de los bueyes y la "pasá" del ganado.
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