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Nº14. Noviembre-Diciembre. 1999 
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Todos los días los medios de comunicación nos mantienen
informados sobre los temas más diversos. Unos nos resultan especialmente
interesantes, otros aburridos, muchos incomprensibles, pero todos tiene
algo en común: son el reflejo de lo bueno y lo malo que ocurre en
nuestro país y en todo el mundo.
En Visto y Leído queremos que nos cuentes las noticias que más
te han interesado. Pero no de cualquier manera, sino tal como tu las interpretas.
Desde esta sección podrás acceder a nuestra Escuela de Reporteros, donde encontrarás
explicada de una forma amena las distintas formas de tratar una noticia.
Información útil para convertirte en un buen reportero.
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En esta entrega de Visto y Leído contamos con temas de actualidad:
Homenaje a Rafael Alberti,
el último representante de la generación del 27 que nos dejó
el pasado mes de octubre.
El Rugby un deporte
que nace en el Reino Unido y actualmente se juega en todo el mundo.
La historia, el aprendizaje y la técnic del Tae-Kwon-Do,
un arte marcial presentado por un alumno del IES Augusto González
Linares que lo conoce y practica con éxito.
Conozcamos todo sobre Warhammer,
un juego de moda basado en la estrategia.
Tres especies en extinción
que habitan en España, un problema que preocupa a varias alumnas
del colegio Puente III.
Adivina.....adivinanza;
un juego en "visto y leído".
Estemos al día en el tema de los Video
Juegos.
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En la otra orilla
Por el equipo
de redacción de TABORA, del IES Augusto González de Linares
de Santander.
En la madrugada del jueves 28 de octubre murió plácidamente
en su casa de Puerto de Santa María Rafael Alberti, el último
poeta vivo de la generación del 27.
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Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera
Llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana
de mi blanco bajel de guerra
A sus 96 años, a pesar de los problemas cardiorrespiratorios que
tenía, había manifestado sus deseos de llegar vivo al 2000,
mostrando una vez más su amor a la vida y la combatividad de su espíritu.
Ahora ya es un sueño imposible para él, pero por qué
no pensar en que quizá no lo sea para sus cenizas, que posiblemente
se resistan flotando sobre el mar ("es toda mi vida") para disfrutar
del momento efímero de la contemplación del cometa ("la
verdadera vocación de mi vida habría sido ser cometa errante").
En contra de quienes han censurado su posición política
por permanecer afiliado al comunismo hasta el final ("sigo creyendo
en el comunismo, porque es un sistema que aún puede cambiar mucho")
o su popularismo en poesía, hay que validar sin desmayo que ha sido
una de las voces más claras de la literatura española porque,
entre tradiciones y vanguardias ("no tengo estilo, tengo olas innumerables
que entre todas crean constantemente un solo estilo, el del mar"),
siempre buscó el lenguaje que no lo apartara del paraíso más
auténtico, aquel confiado y libre de la arboleda perdida en el Puerto
de Santa María de su infancia y adolescencia.
La eclosión de las dos Españas que vino después
le llevaría al compromiso social que nunca abandonó, por más
que en los últimos tiempos, tras casi cuarenta años de exilio
y más de veinte de retorno, intenta-ran apagar sus brillos, revocar
sus colores.
El no quería hablar de otra cosa ("Si no hubiera tantos males
/ yo de mis coplas haría / torres de pavos reales") ni de otra
forma ("aunque yo quisiera ser / de otro pa-ís, de otra parte
/ ¿quién iba a ahogarme la voz / de mis mares?"). Y no
fue triste su entrega, al contra-rio. Su poesía siempre desbordó
fuerza, reafirmación, vitalidad.
¡Oh poesía hermosa, fuerte y dulce,
mi solo mar al fin, que siempre vuelve!...
¿Qué no voy a esperar de ti en lo que me falte
de júbilo o tormento? ¿Qué no voy
a recibir de ti, di, que no sea
sino para salvarme, alzarme, conferirme?
Me matarán quizá y tú serás mi vida,
viviré más que nunca y no serás mi muerte.
Porque por ti yo he sido, yo soy música,
ritmo veloz, cadencia lenta, brisa
de los juncos, vocablo de la mar, estribillo
de las simples cigarras populares.
Porque por ti soy tú y seré por ti sólo
lo que fuiste y serás para siempre en el tiempo.
Una buena muestra de la generosidad con que se entregaba a sus poemas
la podemos ver en uno de tema intrascendete que escribió a un portero
de fútbol del Barcelona, Platko, famoso por su actuación en
el partido que jugó su equipo contra el Real de San Sebastián,
en el Sardinero, el 20 de mayo de 1928.
Estaba por entonces Alberti pasando unos días en Cantabria, invitado
por José María de Cossío para superar una depresión,
cuando se animaron a asistir al encuentro junto con el famoso cantante de
tangos Carlos Gardel. Nos lo cuenta en su libro segundo de La arboleda
perdida:
Un partido brutal, el Cantábrico al fondo, entre vascos y
catalanes. Se jugaba al futbol pero también al nacionalismo. La violencia
por parte de los vascos era inusitada. Platko, un gigantesco guardameta
húngaro, defendía como un toro el arco catalán. Hubo
heridos, culatazos de la Guardia Civil y carreras del público. En
un momento desesperado, Platko fue acometido tan furiosamente por los del
Real que quedó ensangrentado, sin sentido, a pocos metros de su puesto,
pero con el balón entre los brazos. En medio de ovaciones y gritos
de protesta, fue levantado en hombros por los suyos y sacado del campo,
cundiendo el desánimo entre sus filas al ser sustituido por otro.
Mas, cuando el partido estaba tocando a su fin, apareció Platko de
nuevo, vendada la cabeza, fuerte y hermoso, decidido a dejarse matar. La
reacción del Barcelona fue instantánea. A los pocos segundos,
el gol de la victoria penetró por el arco del Real, que abandonó
la cancha entre la ira de muchos y los desilusionados aplausos de sus partidarios.
PLATKO
A José Samitier, Capitán
Nadie se olvida, Platko,
no, nadie, nadie, nadie,
oso rubio de Hungría.
Ni el mar,
que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía.
Ni el mar ni el viento, Platko,
rubio Platko de sangre,
guardameta en el polvo,
pararrayos.
No, nadie, nadie, nadie.
Camisetas azules y blancas, sobre el aire,
camisetas reales,
contrarias contra ti, volando y arrastrándote,
Platko, Platko lejano,
rubio Platko tronchado,
tigre ardiendo con la yerba de otro país. ¡Tú, llave,
Platko, tú, llave rota,
llave áurea caída ante el pórtico áureo!
No, nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.
Volvió su espalda el cielo.
Camisetas azules y granas flamearon,
apagadas, sin viento.
El mar, vueltos los ojos,
se tumbó y nada dijo.
Sangrando en los ojales,
sangrando por ti, Platko,
por tu sangre de Hungría,
sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto,
temieron las insignias.
No, nadie, nadie, nadie,
nadie, Platko, se olvida.
Fue la vuelta del mar,
fueron
diez rápidas banderas
incendiadas, sin freno.
Fue la vuelta del viento.
La vuelta del corazón de la esperanza.
Fue tu vuelta.
Azul heroico y grana,
mandó el aire en las venas.
Alas, alas celestes y blancas, rotas alas,
combatidas, sin plumas, encalaron la yerba.
Y el aire tuvo piernas,
tronco, brazos, cabeza.
¡Y todo por ti, Platko,
rubio Platko de Hungaria!
Y en tu honor, por tu vuelta,
porque volviste el pulso perdido a la pelea,
en el arco contrario el viento abrió una brecha.
Nadie, nadie se olvida
El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.
Las insignias.
Las doradas insignias, flores de los ojales,
cerradas, por ti abiertas.
No, nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Platko.
Ni el final: tu salida,
oso rubio de sangre,
desmayada bandera en hombros por el campo.
¡Oh Platko, Platko, Platko,
tú, tan lejos de Hungría!
¿Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte?
Nadie, nadie se olvida,
no, nadie, nadie, nadie.
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