Hemos
decidido realizar esta entrevista a la organizadora
de la Cocina Económica de Santander, Sor Evelia,
hija de la Caridad destinada en Santander hace dos
años.
Pregunta.- ¿Desde cuándo
y cuánto lleva en funcionamiento la Cocina
Económica?
Respuesta.- La Cocina Económica
como tal lleva funcionando desde 1908. Ya en el 2008
se celebró el centenario.
P.- ¿Cómo
comenzó su vinculación con la Cocina
Económica?
R.- Yo soy hija de la Caridad y me
destinaron aquí. Llegué hace alrededor
de dos años, nada más. Soy trabajadora
social y he estado trabajando durante, prácticamente,
cuarenta años en San Sebastián. Aquí
he estado haciendo otra labor dentro de la obra social,
pero con la Cocina Económica dos años.
P.- ¿Con cuántos socios
cuenta la entidad?
R.- La verdad es que no tenemos socios,
es lo que pretendemos ahora. Queremos dar un impulso,
promoviendo una nueva imagen, ya que no coincide la
imagen que la gente tiene de la Cocina Económica
con lo que realmente hacemos. Es lo que está
pasando, la gente cree que conoce la Cocina Económica,
lo atribuye a que damos de comer, pero no se da cuenta
de toda la labor que hacemos con las personas que
vienen aquí, que es algo más que darles
de comer. Esta casa vive fundamentalmente de la generosidad
de la gente. Se construyó con una donación
extraordinaria, una herencia de una señora
de Santander. Y se está manteniendo por una
subvención, donaciones de particulares y algunas
herencias, de otra manera hubiese sido imposible.
Hoy en día, para sostenernos, necesitamos la
fidelidad de socios. Queremos crear una red de socios
que de alguna manera nos asegure el futuro, que lo
tenemos muy inseguro, ya que no se puede gastar ordinariamente
los ingresos extraordinarios, es decir, alguna gran
herencia. Aquí cada vez queremos hacer más
cosas, porque nos parece que no nos debemos conformar
con dar lo material. Esto supone tener personal, educador
social, trabajador social, conlleva otro tipo de recursos.
Tenemos talleres que no dan para gastos. Por lo tanto,
de algún sitio tenemos que buscar fondos para
poder mantenerlo o seguir manteniéndolo.
P.- ¿Alrededor de cuánta
gente viene diariamente?
R.- A desayunar vienen unas 50 personas,
a comer unas 150 y a cenar unos 100. Hay personas
que necesitan venir a desayunar, comer y cenar; otros
solo a comer. Todo depende de sus necesidades, sus
recursos y su situación social. Muchos pasan
por el despacho del trabajador social, porque ya os
digo que no solo es para el servicio de comedor. A
veces vienen buscando una orientación, una
información, solicitan ayuda y a veces tenemos
que delegarlos a otra institución, a otro servicio.
Este año han pasado más de 800 personas
nuevas por los despachos. Entre los nuevos y a los
que se les hace un seguimiento desde hace años,
porque no se les da el comedor para todo el año
sino se les pide que tengan un seguimiento para saber
cómo están o si tienen otras necesidades,
pasan alrededor de 2.000 personas al año y
a cada uno se le ofrece unos servicios según
sus necesidades. Algunos necesitan una gestión
de documentación, otros piden que se les ayude
a buscar un trabajo. De estos últimos han venido
unas 250 personas, de las cuales al 45% se le ha dado
un trabajo, aunque fuese temporal, que les dignifique.
Muchos son personas que no tienen familia, no tienen
contactos o vínculos sociales, y para cualquier
cosa que les ocurra cuentan con nosotros. Esto también
es un trabajo de fraternidad, no solamente es darles
el recurso que necesitan, por ejemplo lavarles la
ropa, que vengan a ducharse, a comer, que vivan aquí
una temporada. Son personas.
P.- ¿Con qué aportaciones
financian el trabajo de la Cocina Económica?
R.- Hay personas que creen que como
damos de comer y damos alimentos, las donaciones de
alimentos son lo correcto. Pero las donaciones en
especie son muy poco efectivas, porque supone hacer
una selección, ver en qué situación
viene... No todo lo que nos dan llega en buenas condiciones,
hay que seleccionar según la fecha de caducidad.
Todo esto, ¿qué nos supone a nosotros?
Un gasto añadido de tener dos personas contratadas
sólo para gestionar los alimentos. En cambio,
cuando hacemos un pedido a un almacén es un
pedido a gran escala. De esta manera nos hacen un
descuento y nos sale más barato a nosotros
que a la gente que lo puede comprar. Además,
estos alimentos vienen con una fecha de caducidad
bastante larga, todos con esta misma fecha, y vienen
ya seleccionados. Por tanto, sólo se necesita
que entren al almacén y lo coloquen en su sitio,
lo que nos supone menos trabajo. Aprovechar todo lo
que nos traen es un trabajo añadido. Por el
contrario, el dinero es más fácil de
gestionar. También es verdad que los alimentos
en el comedor se dan cocinados, y para ello se necesita
el gas, hace falta tener horno, personal que cocine,
limpiadoras, etc. También hay arreglos, por
ejemplo, si se estropea un grifo o si hay una gotera.
Mantener la casa supone un dinero. Hay una subvención
del Gobierno de Cantabria que nos da para una parte.
El Economato supone como el 50% de lo que realmente
compramos, aparte de lo que nos regalan que podemos
darlo también. El costo de lo que compramos
en el Economato es el doble de lo que nos da la subvención
para ello. En el comedor procuramos aprovechar todo
lo que nos llega de alimentos, pero aparte de eso,
también el gasto de lo que se compra es el
doble. En conclusión, nos financiamos mediante
donativos y tenemos un fondo, que vamos a ver hasta
cuando llega. Por esto, estamos queriéndonos
preparar para que esta casa tenga futuro.
P.- ¿Cuál es el número
de voluntarios que trabajan aquí?
R.- En este momento hay unos 130.
Algunos vienen una vez a la semana, otros cada quince
días, otros de forma esporádica. No
todos colaboran de la misma manera. Por ejemplo, hay
un médico que viene todas las semanas por si
tenemos alguna duda de medicación, si alguien
aún no tiene tarjeta sanitaria y sin una receta
médica no podemos ir a comprarle la medicina.
También hay otros, como un abogado, al que
recurrimos para que nos oriente si tenemos algún
problema. Otras personas vienen un día a la
semana para ayudar a la hora de dar la comida, vienen
a los talleres, etc. Hay distintas dedicaciones.
P.- Si alguno de nosotros quisiese
formar parte de ese voluntariado, ¿cómo
lo haríamos?
R.- En primer lugar, según
la ley hay que ser mayor de edad. Aunque estamos aceptando
voluntarios jóvenes, vienen por ejemplo a dar
la comida, ya que supone que estás acompañado
de otras personas adultas. Hay que pensar que es un
colectivo que no es nada fácil, al comedor
vienen personas con problemas como la drogadicción
o el alcoholismo y no es sencillo que os enfrentéis
a ello. En este momento tenemos un grupo de voluntarios
que vienen a dar la comida, otro grupo viene a dar
la cena, otros vienen a estar en la puerta para ayudar
a las personas, por ejemplo cogiéndoles la
mochila antes de entrar y devolviéndosela a
la hora de irse. Algunos de estos voluntarios también
vienen por las tardes para participar en los talleres.
Entre estos grupos hay uno al que llamamos "acompañantes".
Dentro de este hay, por ejemplo, enfermeras jubiladas.
En estos servicios se necesitan voluntarios los 365
días del año. Un voluntario debe tener
mucha paciencia.
P.- ¿Disponen de algún
albergue destinado a las personas con menos recursos?
R.- Tenemos la residencia, en la
que hay veinte plazas, y tenemos unos ocho pisos tutelados.
Además, ayudamos a pagar el alquiler de habitaciones
a algunos otros. En total, estamos cubriendo anualmente
y de forma habitual el alojamiento de unas sesenta
personas. En lo que llevamos de año, por la
residencia han pasado unas ochenta personas y alrededor
de cincuenta por los pisos tutelados. A estas se le
suman unas diez o doce personas a las que les pagamos
o ayudamos a pagar el alquiler.
P.- ¿Ha habido algún
tipo de cambio en cuanto al perfil de usuarios que
vienen desde que usted empezó a colaborar con
la Cocina Económica hasta la actualidad?
R.- Sí. El año pasado
en la memoria poníamos que alrededor del 50%
de las personas que venían eran extranjeros,
mientras que ahora mismo extranjeros son el 37%, el
resto son de aquí o de otras zonas de España.
Este es el cambio de perfil que yo considero más
llamativo. Sin embargo, hemos tenido que filtrar un
poco más. Por ejemplo, no vamos a acoger a
gente que tiene medios económicos a no ser
que ellos colaboren de alguna manera. Es decir, si
alguna persona tiene ingresos económicos suficientes
como para pagarse una comida, pero no es capaz de
hacerla o no tiene un lugar adecuado para hacerla,
nosotros no te vamos a dar algo que tú puedes
pagar, así que decidimos que puede venir siempre
y cuando colabore aunque sea con un euro, pero que
sea algo. En ese sentido, se ha normalizado un poco
más el perfil de la gente. Al principio, cuando
yo llegué, la gente entraba con sus mochilas
y había un ambiente un poco raro, también
entraban cuando estaban bebidos. Ahora procuramos
que los que vienen en malas condiciones, para que
no molesten a los demás, se queden fuera y
les damos un bocadillo, les decimos que esperen o
que entren al final. De este modo, se ha creado un
ambiente más saludable en el comedor, más
de conversación entre ellos, también
hay más convivencia y también se pretende
eso, esa inserción social, esas relaciones
humanas que son muy importantes.
P.- ¿Cuánto tiempo
llevan funcionando estos talleres de integración
social?
R.- Alrededor de ocho años.
Creo que se impulsaron cuando se celebró el
centenario. Bueno, de siempre creo que han tenido
talleres ocupacionales; luego se impulsó, se
creó una asociación, la Asociación
Santa Luisa, porque no queremos que desde fuera se
vea a la Cocina Económica como una empresa
que compra y que vende. Entonces se creó una
especie de empresa, para poder contratar a personas
extranjeras y poderles arreglar papeles. Ya sabéis
que una persona sin papeles, que viene del extranjero,
necesita tres años de residencia en empadronamiento
aquí o en otra ciudad de España y un
año de contrato laboral en jornada completa.
En conclusión, llegar a eso es muy difícil.
P.- Ahora que se acercan las fechas
navideñas, ¿tenéis preparado
algo en especial?
R.- De momento, no tenemos ninguna
idea diferente. Pero procuramos que la gente que venga
esté en un buen ambiente; por ejemplo, puede
venir alguien a animar poniendo música mientras
comen, se hacen comidas extraordinarias, pero nada
especial. El 1 de diciembre en el teatro Casyc hubo
un concierto solidario y todo lo recaudado será
donado totalmente a la Cocina Económica y lo
recaudado en el concierto del 16 de diciembre en La
Magdalena será también para la Cocina
Económica.
Es verdad que en Navidad suele haber más movimiento
de gente solidaria que viene a donar. Estamos queriendo
dar ese mensaje de que si traen alimentos los aprovechamos,
aunque hay veces que viene en cantidades demasiado
grandes que no nos cabe en los almacenes. Sin embargo,
en dinero no es tanto lo que viene.
El año pasado editamos un libro, colaboraron
voluntarios escribiendo las vidas de dieciocho personas
que se brindaron a contarla. Después se ha
vendido el libro, y a lo mejor sacamos 12.000 euros
en todo el año. Aunque parezca mucho, esa cantidad
para esta casa es poca.
P.- ¿Hay algo que quiera
añadir para que la gente se anime a colaborar
con la Cocina Económica?
R.- Yo creo que se recibe más
de lo que se da cuando se viene como voluntario, eso
lo dicen todos. Es justo compartir, no es de caridad,
es de justicia. Porque realmente tenemos que tomar
conciencia de que para que nosotros tengamos este
nivel de vida otros tienen que estar con un nivel
más bajo. Por ejemplo, si nosotros gastamos
mucha agua, no llega el agua potable a otros países.
Parece imposible, ¿verdad? Pero esto influye
en esos países, el mundo es uno para todos
y tenemos que compartirlo. Cuando nosotros gastamos
más de la cuenta, no llega para otros. Entonces,
nos tenemos que acostumbrar a bajar nuestro nivel
de vida para poderlo compartir con los que no lo tienen.
Además, si se atiende a estas personas habrá
menos delincuencia, menos gente en la calle. Es un
bien para todos.

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