Nº13. Junio. 1999


Tribuna Libre

El lugar para vuestras opiniones personales es Tribuna Libre.
Aquí podéis opinar de todo aquello que os interese, bien porque esté de actualidad o bien porque creáis que merece la pena ser comentado.
En este número contamos con numerosos artículos de opinión que se ocupan de tema muy diversos; desde el anarquismo, pasando por la eutanasia; los planes actuales de educación; las relaciones familiares; el mundo de la comunicación y también la política. Esto prueba el interés y la preocupación de los alumnos por el mundo en el que viven.

Este no es el mejor de los mundos posibles
La publicidad
Cine restaurante
Me gusta ser fumador
La vida
La televisión
Los anuncios
Propaganda Pro-Gal
El Anarquismo
Santander y sus desperfectos
La muerte legal
Dale la vuelta
¿Estamos preparados para la ESO?
La Relación familiar
Disculpen las molestias
Comedor escolar
Desacuerdo con las normas del IES

 

 

Este no es el mejor de los mundos posibles
Por Charuca González Blanco, del IES Augusto González Linares de Santander.

Hace poco, en clase de Literatura Universal, hemos hablado sobre VOLTAIRE y hemos leído algo de su novelita más famosa: Cándido o el optimismo (1759).
En ella este ilustrado francés plantea el tema de la imposibilidad de imponer el optimismo filosófico (Leibniz) a la realidad de la vida: el protagonista, Cándido.

Cándido ha aprendido de su maestro que todo está bien y que están viviendo en "el mejor de los mundos posibles". Sin embargo, a lo largo de la narración, perderá su "candidez", padecerá todos los males de este mundo (guerras, miserias, esclavitud) y descubrirá que no hay motivos para el optimismo.

A raíz de esta lectura nos pusimos a escribir a la manera de Voltaire sobre distintos aspectos de nuestra sociedad. Todos los trabajos transcritos en esta página web son algunos de nuestros textos.

La publicidad
Por Almudena Contador, alumna de 2º de Bachillerato del IES Augusto González Linares de Santander.

Nunca ha habido mucha publicidad, pero es que ahora no hay nada.
No hay en la radio, no hay en las revistas, no hay en la calle, en donde es muy extraño encontrarte cartelitos que te piden que compres el cupón.

Pero, sobre todo, no hay publicidad en la televisión. Siempre que estoy viendo una película estoy deseando que en el momento más interesante hagan esos pequeños cortes.

Lo malo es que cada vez son más cortos: ahora sólo me da tiempo a preparar la cena y darme una ducha. son tan cortos que cuando sigue la película se me ha olvidado lo que he visto antes.

Al final de tantos y tantos anuncios incluso molestan que los corten para poner un cachito de película.

Cine restaurante (Crónica de una sesión normal en un cine cualquiea para ver una película corriente)
Por Iván Cuencia, alumno de 2º de Bachillerato del IES Augusto González Linares de Santander.

Sesión de vermú. En el suelo ha crecido una frondosa y crujiente vegetación de bolsas y palomitas que los espectadores más limpios han dejado como prueba de su educación.

Tras una sesión de "trailers" y anuncios comienza la película. Hasta pasados cinco minutos, muchos espectadores no se dan por enterados y mantienen un animado parloteo.

La película no tiene explosiones ni tiroteos, así que el sonido ambiental de la sala se escucha con total nitidez. Es un sonido formado por docenas de mandíbulas masticando palomitas como si no hubieran comido en tres días, y sorbiendo de las pajitas.

Como no podías ser de otra forma, el graciosillo de turno empieza a dar muestras de su esquelético ingenio en voz alta. Como va acompañado de una jauría de amigotes en celo, lo animan a comentar cada escena con algún comentario obsceno o burlón, que pone en auge su coeficiente intelectual.

A mitad de la proyección las provisiones de palomitas se agotan y los dedos escarban en el fondo de las cajas como si les fuera la vida en ello. Al mismo tiempo las pajitas persiguen las últimas gotas del refresco hasta el último rincón del envase. Para redondear la sesión, algunos de los que han devorado las palomitas desenvuelven con una lentitud exagerada sus chocolatinas. Algunos lo hacen con buena intención, para hacer menos ruido; pero... ¡no, amigo! ¡Cuánto antes acabes, mejor!

Al final de la película, la gente se levanta y surge del suelo un agónico estrépito de palomitas fugitivas.


Me gusta ser fumador
Por Raúl Azpeitia, alumno de 2º de Bachillerato del IES Augusto González Linares de Santander.

Este es un tema humeante. Una de las cosas que más nos gusta a los fumadores es que en cinco minutos de descanso hagamos un loco ejercicio subiendo y bajando escaleras ya que en el instituto, si te ven fumando en un pasillo, te invitan a pasar cinco días en tu casa.

No veo mal que, con este método, los no fumadores no tengan que respirar el humo. Pero sí me quejo de que de los cinco minutos gaste cuatro en subir y bajar tres pisos y dedique un minuto al cigarrillo. Aunque hay que mirarlo por el lado bueno: aquellas personas que quieran dejar de fumar, que prueben el método de matricularse en este centro y dejen otros métodos más lentos como los chicles o los parches.

Quiero agradecer al instituto que los fumadores tengamos un espacio de 50 metros cuadrados para 750 o más fumadores. Creo que deberían reducir el espacio, ya que así fumaríamos más los unos con los otros.

 

La vida
Por Jorge Álvarez. alumno de 2º de Bachillerato del IES Augusto González Linares de Santander.

Te levantas todos los años con las misma rutina, vas a clase, apruebas, estudias, suspendes, para seguir el siguiente año igual; hasta que un día llega tu día de buena suerte, te toca un trabajo fijo, con una rutina fija que te soluciona la vida. Has llegado a la máxima expresión del triunfo humano.

Lo que has estado esperando toda tu vida, por lo que has estado luchando siempre, te dan unas palmaditas en la espalda, te sonríen más a menudo y te dices: "Ya eres todo un hombre"

 

La televisión
Por Daniel Ruiz. alumno de 2º de Bachillerato del IES Augusto González Linares de Santander.

No es justo. Ya está bien de criticar la televisión. Como poco tendríamos que estarle eternamente agradecidos. ¿Qué más podemos pedir?: un instrumento que por un diminuto precio nos libera de las azarosas charlas con los hijos, de las intrínsecas y retorcidas preguntas pre-adolescencia, de los gritos con el marido...

Por unas 5.000 pesetas descansamos de nuestras esposas casi nueve horas al día: que si la telenovela, que si el programa, que si esto, que si lo otro... ¡¡Qué más queremos!! Encima, la televisión es unisex, se compadece de los dos: los esposos pueden echar la siesta plácidamente sin tener que pronunciar ninguna palabra hasta el final de Lucecita, en la merienda: "¡Calla!, que no oigo a la Quintana". Y por la noche: "¡Quita!, que no veo a Nacho".

Los domingos son el día de descanso televisivo para ellas: simplemente, pasan el relevo. Porque la televisión, eso sí, tiene que permanecer encendida. Ahora es el marido quien realmente disfruta: fútbol a todas horas, fútbol por la mañana, por la tarde y por la noche.

Por un módico precio mensual, tenemos médico, profesor para los niños y agentes del FBI en casa; podemos viajar a otras partes, conocemos nuevos sitios y hasta me han contado que ahora puedes viajar a Marte sin moverte del sofá. Realmente increíble.

Aunque, claro, como en todo, en la televisión también hay programas malos, y encima, esos los repiten todas las cadenas, hablan de lo mismo y, por si fuera poco, los emiten todos los días a la hora de comer. ¡Qué horror!. Esas cosas tan raras y tan desagradables... ¡Y qué poca imaginación! Siempre lo mismo: que si guerras, que si muertos... Yo pienso que tendrían que ver más la tele.

Lo mejor: la noche. Llegas, te sientas, enciendes, cenas, y encima te ríes y te diviertes. Aunque hay programas que tratan unos temas... : la familia, la incomprensión, el abandono, la incomunicación y esa persistente dosis de violencia. ¡Dios santo! ¡Qué cosas inventan!.

Bueno, por ahora no hay problema: mientras sólo suceda en la tele..

Los anuncios
Por Eva Serdio Cossio, alumna de 2º de Bachillerato del IES Augusto González Linares de Santander.

Me encanta encender la televisión y ver a esa abuelita tan preocupada por los gérmenes. ¡Que alegría! Hasta los desconocidos se preocupan de si llevas la camisa amarillenta o si a tu hermano le huelen los pies. Aunque las chicas más majas son esas del anuncio de compresas; son fantásticas, cualquier día podrían escribir sus memorias con sus reflexiones filosóficas de las compresas con alas: ¿a qué huele el silencio? ¿a qué huele la música?

Lo que ya no huele son los anuncios de perfume: que si cómo se siente Abnil, que si eres un Diavolo y, por supuesto, ¿quién es Tomy? ¡Y a mí qué coño me importa quién es Tomy! Pero, claro, su perfume debe ser maravilloso, porque todo el mundo pregunta por él y quiere conocerle. Y, hablando de conocer... cualquier día te compras un buen coche, llamas al fontanero y conoces al hombre de tu vida.

La verdad, es que, con hombre o sin hombre, lo único que puedes hacer al llegar a casa es no encender la televisión y "prego", tómate un capuchino, que parece que funciona.

Propaganda Pro-Gal
Por Eduardo González, alumno de 2º de Bachillerato del IES Augusto González Linares de Santander.

Damián circulaba por el centro de Bilbao cuando cinco individuos con aspecto lamentable, gritos esperpénticos y un lenguaje extraño para él, lanzaron tres cócteles molotov contra una sucursal bancaria para, después de terminar sus actos violentos de baja intensidad, dirigirse a un callejón y correr.

Al tiempo que esto sucedía, dos mal llamados policías autónomos que por allí circulaban, al ver lo ocurrido no iniciaron ningún tipo de represalia, sino que se encaminaron con paso sereno hacia Damián, que, al parecer, era la única persona que había visto lo sucedido.

Al llegar la policía a Damián y preguntarle qué es lo que había sucedido, éste simplemente dijo: "Estoy de paso". Y se marchó.