España
se sitúa entre los países con mayor
tasa de consumidores jóvenes. Los expertos
alertan del riesgo de desarrollar trastornos mentales.
Todo empieza con un porro en el patio del instituto
o parque que circula de mano en mano entre toses y
risas. "Es mucho peor el tabaco por todo lo que
le echan. La maría sale directamente de la
planta y es más natural", señala
la mayoría de los adolescentes que alguna vez
lo ha probado. Natural es. Inocua ya no tanto. Los
científicos del National Institute on Drug
Abuse (NIDA) de Estados Unidos acaban de lanzar una
alerta sobre los riesgos que el cannabis provoca en
la salud mental y capacidades cognitivas de los adolescentes.
La investigación 'Effects of Cannabis Use on
Human Behavior', publicada en la revista médica
JAMA Psychiatry, señala una disminución
neuropsicológica que se agrava cuanto más
temprana es la edad a la que se inicia el consumo.
¿Qué implica esto?
Según los expertos, el sistema nervioso central
en los adolescentes es más vulnerable a sufrir
alteraciones en su estructura y conexiones neuronales
por la introducción de sustancias exógenas
como el cannabis. No se trata solo de pérdidas
de concentración y de memoria que afectan al
aprendizaje, deterioro cognitivo asociado al fracaso
escolar, falta de reflejos y alteración de
la capacidad motora o el "síndrome amotivacional"
que implica apatía y desinterés por
los estudios y el entorno. La alta concentración
de tetrahidrocannabinol (THC) presente en la marihuana
aumenta el riesgo de sufrir en un futuro brotes psicóticos
y -en casos de predisposición genética-
esquizofrenia. La comunidad científica todavía
no conoce exactamente el mecanismo de la asociación
entre cannabis y trastornos mentales , pero advierte
que el riesgo está ahí. Ante un consumo
abusivo pueden presentarse síntomas como despersonalización,
ansiedad, trastornos de identidad e ideas paranoides.
"La posibilidad de desarrollar psicosis funcional
y esquizofrenia es más alta en aquellos que
tienen una vulnerabilidad previa. Y aquí enfrentamos
los estigmas: las enfermedades mentales no se cuentan,
no se habla de los antecedentes psiquiátricos
de una familia. También es verdad que todavía
no tenemos análisis sobre quién puede
tener más riesgo. Estas personas, sin tomar
cannabis, puede que no hubieran desarrollado la enfermedad
psiquiátrica, pero el cannabis es un disparador.
Además, no es lo mismo que la enfermedad mental
se manifieste en la edad adulta a que suceda en la
adolescencia, porque afectará no solo a sus
estudios, sino también a su evolución
personal", señala Marta Torrens, profesora
del Departamento de Psiquiatría de la Universidad
Autónoma de Barcelona y directora del Programa
de Adicciones del Hospital del Mar.
Entre sus conclusiones señala que la eliminación
del cannabis entre los jóvenes podría
conllevar una reducción del 8% de la incidencia
de la esquizofrenia en la población. Y que
si un adolescente empieza a fumar de forma habitual
antes de los 15 años tiene cuatro veces más
posibilidades de desarrollar una enfermedad mental
antes de los 26 años. "El mensaje que
deberíamos transmitir a la población
joven es que si van a consumir cannabis lo hagan lo
más tarde posible, cuando su cerebro ya esté
desarrollado para evitar males mayores".
Auge del cannabis entre jóvenes españoles
Lo inquietante es que el último estudio de
la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre
comportamiento adolescente (Health Behaviour in School-aged
Children) sitúa a los adolescentes españoles
entre los que más consumen cannabis, según
los datos de una encuesta realizada en 42 países,
la mayoría europeos, entre 2013 y 2014. La
tasa nos sitúa por encima de la media internacional
(15%), con un 20% de chicos y un 18% de chicas de
15 años que lo han fumado alguna vez. El 9%
de las chicas y el 11% de los chicos españoles
lo han consumido en los últimos 30 días,
clasificación en la que figuran en el noveno
puesto. Uno de cada cuatro estudiantes lo ha consumido
en el último año. En la población
entre 15 y 24 años tenemos un 22% que presenta
un consumo problemático que implica habitualidad,
adicción y descenso en el rendimiento escolar.
Precisamente en este colectivo los investigadores
advierten que cada vez consumen más y más
pronto. Aunque en el último año en España
se iniciaron en el cannabis 146.200 estudiantes de
14 a 18 años y de ellos 53.000 escolares hacen
un consumo problemático, la reciente Encuesta
Estatal sobre Uso de Drogas en Estudiantes de Enseñanzas
Secundarias (ESTUDES) del Plan Nacional Sobre Drogas
aporta el único dato positivo: se observa una
mínima tendencia descendente desde 2012. Pero
los jóvenes siguen percibiendo erróneamente
el tabaco como más peligroso que el cannabis.
Y aquí enfrentamos los estigmas: las enfermedades
mentales no se cuentan, no se habla de los antecedentes
psiquiátricos de una familia.
"A pesar de que las últimas encuestas
indican un leve descenso del consumo, las cifras son
peor que malas. Pero si estamos vendiendo que el cannabis
es la panacea de todos los dolores y males, ¿cómo
no van a ver los jóvenes esta droga como algo
positivo? No lo diferencian. Una cosa es el THC como
principio activo y el uso terapéutico controlado,
medido y recetado para paliar determinadas dolencias,
como los espasmos provocados por la esclerosis. Y
otra cosa es la marihuana, que no se puede controlar
de ninguna manera los niveles de THC que se obtienen
de una planta y que además contiene otros 500
componentes cuyos efectos psicoactivos todavía
no están suficientemente investigados. La industria
cannábica tiene grandes intereses económicos
detrás y trata de difundir esa idea de inocuidad
entre la población", advierte Elena Martín,
vocal asesora de la Delegación del Gobierno
para el Plan Nacional Sobre Drogas.
Otro de los datos que arrojan los últimos
estudios es que el 70% de los jóvenes tiene
fácil acceso al cannabis y lo consigue en menos
de 24 horas. "No podemos establecer científicamente
una causa-efecto porque la encuesta ESTUDES no está
diseñada para ello. Pero el hecho es que en
las comunidades autónomas donde tenemos el
índice más alto de consumo de cannabis
entre jóvenes es donde más permisivos
han sido con los clubes canábicos y los más
proclives a difundir los beneficios de esta droga:
País Vasco, Cataluña y Valencia. La
combinación de poca percepción de riesgo,
fácil acceso al cannabis y publicidad positiva
dispara su consumo", añade Martín.
La Sociedad Española de Investigación
sobre Cannabinoides (SEIC) sigue de cerca la evolución
del consumo entre la población y la modificación
genética de las semillas de venta al público
que cada vez tienen una concentración más
alta de THC (para que provoque mayor "colocón")
y menos del cannabidiol (CDB) que precisamente funciona
como un protector natural de la planta y contrarresta
los efectos psicoactivos del THC. El profesor de Farmacología
de la Universidad del País Vasco y miembro
de la SEIC Koldo Callado no ve relación entre
los clubes canábicos -donde solo pueden entrar
mayores de edad- y el consumo juvenil, sino en la
baja percepción de riesgo extendida entre la
población.
Los jóvenes siguen percibiendo erróneamente
el tabaco como más peligroso que el cannabis
"Nuestra principal preocupación como
divulgadores cuando damos charlas en los institutos
es minimizar los daños cerebrales, facilitando
a los jóvenes información científica
sobre los efectos negativos que puede tener el cannabis.
Lo más preocupante es que se ha adelantado
la edad de consumo. Quizás en los últimos
años se haya incidido más en el peligro
del alcohol y el tabaco con leyes que cada vez dificultan
más fumar y beber en espacios públicos
y se ha observado un descenso en su consumo, pero
con el cannabis no se ha dado esta campaña
y la percepción es de que si procede de una
planta no puede ser peligroso. Para que un joven pase
del consumo esporádico al habitual se da un
condicionamiento genético, cierta predisposición
al uso de sustancias, un condicionamiento social y
ambiental. No todo adolescente que fuma alguna vez
se convierte en adicto", afirma el profesor.
Recursos frente a la adicción
Las campañas preventivas han intentado evitar
que los jóvenes se enganchen al cannabis, pero
algo no está funcionando cuando su uso es tan
elevado. En ocasiones fallan las estrategias de prevención,
en otras la comunicación familiar, la percepción
social o los agentes que puedan detectar a tiempo
un consumo problemático. Está comprobado
que en la adolescencia los consejos y las medidas
punitivas no funcionan. Desde la Fundación
EDEX proponen respuestas educativas -como sus programas
escolares 'Unpplugged' y '¡Órdago!' destinado
a jóvenes de 12 a 16 años y disponibles
para cualquier centro educativo y administración
que quiera ponerlo en práctica- que desarrollan
las capacidades sociales de los adolescentes para
afrontar la vida cotidiana sin necesidad de acudir
al cannabis. También editan la Guía
'Drogas Saber Más / Arriesgar Menos', basada
en estudios científicos, que aporta recursos
a los padres para una mejor comunicación con
sus hijos.
"Hablamos de hacer más competentes a
nuestras niñas, niños y adolescentes
en las dimensiones cognitiva, emocional y social mediante
el desarrollo del autoconocimiento, la empatía,
la comunicación asertiva, las relaciones interpersonales,
la solución de problemas y conflictos, el pensamiento
crítico y el manejo de las tensiones y estrés.
Tanto '¡Órdago!' como 'Unplugged' requieren
que el profesorado sea capaz de crear en el aula un
clima que propicie la reflexión personal y
grupal, la expresión de opiniones, emociones
y sentimientos, en un entorno seguro", describe
Roberto Flores, director de EDEX. Los primeros resultados
de esta apuesta por el desarrollo de las "habilidades
para la vida" en los institutos ya se han obtenido.
La evaluación dirigida por el Osservatorio
Epidemiologico delle Dipendenze del Piemonte del programa
'Unplugged' puso de manifiesto que un año después
de la aplicación del programa, el alumnado
participante tuvo un 30% menos de probabilidades de
haber fumado cigarrillos a diario, un 30% menos de
probabilidades de haberse emborrachado y un 23% menos
de probabilidades de haber consumido cannabis el mes
anterior, que el grupo que no fue expuesto al programa.
Aunque lo ideal sería que la prevención
funcionase, ¿qué hacer cuando el consumo
no ha sido "por probar" sino que se convierte
en algo habitual? Para detectarlo a tiempo los expertos
recomiendan observar -más allá de los
ojos enrojecidos y el olor a marihuana en la ropa-
cambios en el estado de ánimo, dificultad para
memorizar a corto plazo, variaciones en los hábitos
alimenticios -como atracones- o de sueño, bajada
en el rendimiento académico y pérdida
de interés por aficiones, actividades o amistades
anteriores. No se trata de fiscalizar a los adolescentes,
sino de buscar soluciones. En todas las comunidades
autónomas existen Centros de Atención
Integral al Drogodependiente (CAID) integrados en
la red sanitaria, como el Centro para la Prevención
y la Atención a las Adicciones en Adolescentes
y Jóvenes 'Los Mesejo' de Madrid, pionero en
la atención orientada específicamente
a la población adolescente, colectivo que representa
un 17% del total de consultas que acuden en todo el
país. Estos centros son públicos donde
se ofrece desde orientación familiar a planes
de actuación personalizados, control terapéutico
y tratamiento si fuera necesario.
"Desde nuestra apertura en enero de 2015 hemos
atendido cerca de 200 casos y acuden tanto familias
como jóvenes solos que buscan ayuda para un
problema de consumo. Un 90% de las consultas que nos
han llegado son relativas al cannabis, que tiene un
alto porcentaje de diagnóstico de adicción.
Y en algunos casos llegan asociados a problemas de
salud mental que requieren ingreso en hospital",
afirma Alfonso Poza, director del centro Los Mesejo.
Y añade: "El cannabis va a seguir ahí,
bastante accesible a una población vulnerable.
Es importante facilitar información a los jóvenes,
concienciarles sobre las consecuencias -algunos piensan
que fumar cannabis les ayuda a la concentración
cuando es todo lo contrario-, sin demonizarlo pero
que tengan todos los datos para que puedan tomar decisiones.
No se trata de crear alarma social ante el descubrimiento
de un porro entre la ropa, pero sí de saber
qué está sucediendo".
Información publicada
en:
http://elpais.com/elpais/2016/04/11/actualidad/1460359386_965704.html

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