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Red-acción
Nº 117
ÉRASE UNA VEZ

Un regalo para la sirenuca

Por Marta Sotero, estudiante de 4º A de Primaria del CEIP José Arce Bodega de Santander.

La sirenuca era una joven que desobedeció a su madre para ir a cantar a los acantilados más peligrosos de Castro Urdiales. Su madre, enfadada, la maldijo y la chica se convirtió en una sirena. La leyenda dice que la sirenuca canta a los marineros para evitar que se choquen contra los acantilados.

Piedras pequeñas de colores que brillaban bajo el agua.

Hace mucho tiempo, en una nube sobre el mar vivía un ventolin muy bueno que se llamaba Vento. Él estaba completamente enamorado de la sirenuca.

Un feliz día la sirenuca invitó a Vento a su cumpleaños y ¡claro! Vento al recibir la nota supo que tendría que hacerle un regalo, pero Vento no sabía el qué. Al cabo de un tiempo, mientras que estaba mirando el mar entristecido, se fijó en que en el agua brillaba algo, así que fue a mirar qué era. Al acercarse vio unas piedras pequeñas, de colores y que además parecían de cristal. Vento se puso tan contento que fue a meter la mano en el agua, las cogió, y al sacarlas los colores se apagaron.

Las metió en el agua y volvieron a su color. En un instante supo que sólo producían su color cuando estaban metidas en agua. Allí mismo creó una bolsa de aire, donde metió agua y las piedras de colores.

Llegó el día del cumpleaños, y sin embargo estaba muy nervioso. En ese momento, Vento se acercó a la sirenuca y él le ofreció el regalo, y la dijo lo que sentía por ella; ésta le dijo que si quería podían ser marido y mujer, y él la respondió que sí, y ella dijo muchas gracias por las piedras, porque esas piedras simbolizaban el amor. Al cabo de unos años se celebró su boda, y todo terminó con un final feliz.


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