Dulce
y amarga, contradictoria, la única capaz de
hacernos entablar un dialogo con nuestro “yo”
interior. La soledad es algo adictivo. Un espacio
en el que nuestro pensamiento inunda todo y se abre
en un mar de dudas que se hacen y deshacen declarando
que nada es absoluto.
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La soledad
nos sirve como vía de escape. |
El problema sale a la luz cuando no somos capaces
de desengancharnos de esa soledad y comienza a ser
permanente y dañina. Produce una ausencia de
libertad que da paso a lo más profundo de la
memoria.
Pero tampoco es todo negativo, ya que la soledad nos
sirve como vía de escape frente a la realidad
y nos permite alejarnos de ella, adentrándonos
en nuestro mundo particular donde posiblemente se
encuentre uno de los tesoros más valiosos de
la humanidad.
Así, la soledad puede actuar como salvación
o condena dependiendo de la entrega por entero, o
no, del individuo. La soledad es necesaria, gracia
a ella existe la vida en común.
También es posible la existencia de un equilibrio
que nos oriente hacia nuestra personalidad y nos reafirme
como seres únicos; este equilibrio no se puede
medir, pero se presiente inconscientemente.
Cuando la soledad comienza a plantearse como un problema
pueden aparecer distintas variedades de soledad. Dependiendo
de nuestra habilidad para relacionarnos podemos llegar
a padecer la soledad a la que llamamos personal, la
cual nos aleja de los demás.
La soledad definida como ausencia de compañía
es la que nos invade y nos balancea entre estados
de ánimos como tristeza, desamor y negatividad.
Cuando una persona que ha sido muy importante en nuestra
vida se va, deja un vacío en nuestro interior
que nos puede provocar una sensación de soledad,
de ausencia. Nos sume en la tristeza y la desesperanza
frente a la idea de la perdida de una persona insustituible.
Para evitar el rechazo y el daño que les puedan
causar, algunas personas se evaden de la realidad
y se limitan a relacionarse con familiares y seres
cercanos creando su propio vacío. Esto puede
ser decisión del individuo o no, en caso de
que lo sea no quiere decir que sea beneficioso porque
somos seres sociables y esto puede causar entre otras
cosas angustia.
La soledad también puede utilizarse para reflexionar
y conectar con nosotros. Es bueno encontrar el equilibrio
donde podamos relacionarnos con los demás y
dedicar tiempo para nosotros.
Si la soledad no es deseada lo primero que podemos
hacer para intentar vencerla es averiguar a que se
debe, debemos averiguar también cuáles
son nuestros miedos, nuestras limitaciones, quién
es la persona que quiero ser e intentar contactar
con las personas que nos parezcan interesantes sin
temer ser rechazados.
No es bueno obsesionarse con la idea de que todo
el mundo es materialista o cruel ya que podemos encontrar
personas que opinen como nosotros. (Nota: “no
somos tan raros como nosotros pensamos”.)
Uno de los grandes problemas palpitantes de la sociedad
es el pánico a estar solo. Y para evitar eso
y lograr el bienestar material las personas pueden
hacer todo tipo de cosas.
En el mundo en el que vivimos el concepto de felicidad
está ligado a muchos conceptos erróneos.
Desde un principio la religión como la sociedad
nos ha condicionado para entre otras cosas ser seres
monógamos, tener una pareja estable, familia
etc.…. Esto puede causar situaciones en las
que individuos establezcan una relación y permanezcan
con ella aunque no estén satisfechos, así
como relaciones con amigos. Siendo todo esto por miedo
a la soledad, a la aventura, a romper con la rutina,
a buscar en otra parte la felicidad lo que causa graves
daños al alma.
Además con el avance de la tecnología
y las redes sociales se está perdiendo el contacto
físico entre las personas y se pierde la capacidad
de trasmitir los sentimientos y emociones de una forma
más profunda, haciendo este mundo mas frío.
Y para rematar, la soledad, cómo si se tratase
de un mal resfriado puede ser contagiada. Las personas
solitarias pueden transmitir sus sentimientos de soledad
a las personas más cercanas a ellas y estas
pueden ser contagiadas y volverse solitarias también.
Esto ha sido comprobado por investigadores de universidades
como Chicago, California y Harvard, que evaluaron
y estudiaron a tres generaciones. Comprobaron que
las personas que sufren este contagio son las mujeres.
Sed aventureros. No temáis a los cambios,
no temáis a las personas, no temáis
a la soledad.
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