"El
antihéroe Holden Caulfield, protagonista de
'El guardián entre el centeno', quedó
ayer huérfano". Con esta frase abría
el diario 'El País' uno de sus artículos
sobre Jerome David Salinger, escrito tras su muerte
el pasado 27 de enero.
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Fotografía
de Salinger junto a ejemplares de sus obras, |
Quién le iba a decir el día de su nacimiento,
el 1 de enero de 1919, que a sus treinta años
escribiría una novela que marcaría a
millones de adolescentes (a mi incluida) y que además
se convertiría en un clásico de la literatura
moderna estadounidense. Pero no sólo marcó
a muchísimos jóvenes, sino que también
a algunas personas tipo Mark David Chapman quien,
según he leído, llegó a citar
este libro como el lugar donde encontrar la explicación
al asesinato de John Lennon en 1980.
El caso es que entre jóvenes, no tan jóvenes
y asesinos en serie, Salinger consiguió una
fama increíble y llegó a ser muy conocido.
Cosa que por lo visto nunca le hizo del todo gracia.
Tanto es así que se llegó a obsesionar
con el anonimato. Corría el año 1967
cuando decidió mudarse a Cornish, New Hampshire,
concentrándose en sí mismo, involucrándose
en el mundo del budismo Zen y olvidándose del
mundo externo. Y así se mantuvo hasta el día
de su muerte, con 91 años recién cumplidos.
La verdad es que el tal Salinger escribía
realmente bien. De hecho podría estar leyendo
la historia del dichoso Holden toda mi vida sin cansarme.
Jerome consiguió hacer del protagonista de
su obra más conocida un tipo realmente interesante.
Holden Caulfield se limita a contarnos todo lo que
pasa por su cabeza en apenas tres días. En
ese tiempo nos bastamos para saber que es un tío
inteligente, muy interesante, atractivo y con un tono
sarcástico.
'El guardián entre el centeno' es su obra
más conocida, pero J.D escribió otros
libros como una recopilación de relatos cortos,
titulada 'Los nueve cuentos' en la cual incluye la
historia de 'Un día perfecto para el pez Banana'
. En otro de sus libros, 'Franny y Zooey', el autor
se adentra en la vida cotidiana de la familia Glass.
Los que admirábamos y disfrutábamos
con su obra lamentamos su muerte. También nosotros,
al igual que Holden, hemos quedado un poco huérfanos.
Ahora nuestra única esperanza es que entre
sus papeles alguien encuentre nuevas historias ideadas
por él.
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