A menudo
me ocurre que salgo con algún amigo y que este
se preocupa más de una conversación
de whatsapp que de mí. Nunca lo he entendido,
pues para eso, ¿no es mejor quedarse uno en
su propia casa, en la comodidad de tu sofá?
Y alguna vez lo he comentado, mas las únicas
respuestas que he recibido son: "mis padres se
enfadan si lo hago, y es que así tomo el aire".
Con la primera estoy de acuerdo, pues yo también
me enfadaría, mas a la segunda suelo contestar,
con mucha coña, "¡abre la ventana!".
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Distintos
modelos de smartphones. |
También soy testigo frecuente
de gente caminando con la cabeza hacia abajo sin
levantar la mirada de su smartphone, aunque lo más
sorprendente es que no acostumbro a ver choques
o caídas, aunque más de una sí
he visto. Pero uno de los problemas más graves
derivados de este uso es el de las personas que
cruzan la carretera de esta forma, con semáforos
en rojo o por zonas de carretera sin paso de peatones.
A más de uno he visto yo también salvarse
por la habilidad del conductor.
En un principio pensé que
esto era cosa solo de gente joven, de entre catorce
y veintipocos años, pero a medida que pasa
el tiempo esta plaga que son los smartphones se
ha ido propagando a adultos, incluso a ancianos
o, lo que es peor, a niños pequeños.
Esto es lo que a mi entender menos sentido tiene.
Un niño de ocho años no debería
tener un móvil de 300 euros, ya que no es
capaz de comprender su valor. Lo mejor que le puede
pasar es que lo acabe perdiendo o rompiendo. El
objeto que, con su edad, más valor tenía
debía de ser un balón de fútbol
de unos veinte euros, y lo peor es que estoy seguro
de que disfrutaba mucho más de lo que tenía
que los niños de ahora.
Pero tras mucho meditar he concluido
que el colmo de todo esto son todos aquellos que
'guasapean' mientras conducen. Porque, si tu vas
andando mirando el móvil y te chocas, te
haces daños tú, o como mucho le das
un golpe a alguien, pero si esto mismo lo trasladamos
a la conducción, probablemente no seas tú
quien más perjudicado salga e, incluso, podrías
atropellar a alguien y que eso le costase la vida
y tu no tendrías ni un rasguño. Es
verdad que este último caso es el más
extremo, pero también puede ocurrir.
Otro caso relacionado con los móviles
es el de aquellas personas que tienen que estudiar,
trabajar o hacer algo similar, pero que antes de
empezar envían un mensaje o suben una foto
a alguna red social y que, de repente, se dan cuenta
de que han pasado la tarde entera sin tocar un libro.
Podría quejarme mucho de
esto, pero creo que no procede pues, aparte de gastar
un tiempo que ambos podríamos aprovechar
en algo mucho más útil, sería
en parte una hipocresía. Porque mentiría
si dijese que nunca he dejado un trabajo para el
día siguiente por culpa del móvil.
Es más, este párrafo he tardado el
triple en redactarlo porque me llegó un mensaje
y claro, una cosa llevó a la otra y... Ya
sabéis cómo acaba la historia.
(Para obtener más
información: ¿Qué es el phubbing?
Aquí sabrás algo más sobre
este término ampliamente relacionado con
el contenido del artículo)