El IES Marqués
de Santillana de Torrelavega celebró el 'Día
de la Biblioteca' con un exposición de libros
de terror, miedo, intriga, vampiros, magia, brujería,
mundo del más allá ….. Además,
leyeron un fragmento de 'La pata de mono', de W.W.
Jacobs, y los alumnos se inventaron la continuación
de la historia. Lee cómo la imaginaron.
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Imagen de la adaptación para televisión
de Ibáñez Serrador.
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Pincha AQUI
para leer el comienzo de la historia. Después
elige el final que más te guste para el relato
de W.W Jacobs.
DIEGO TORRE
1º DE ESO
El niño volvió a coger la pata y con
miedo la tiró a la lumbre.
- ¿Qué haces, hijo?- dijo el padre.
- Destruirla papá- dijo el hijo.
Entonces el sargento interrumpió la conversación
riéndose. El padre y el hijo, extrañados,
le preguntaron:
- Sargento, ¿por qué se ríe?-
preguntaron padre e hijo.
- ¡Ja, ja, ja, crees que te has salvado de la
pata!- dijo el sargento al muchacho.
- Claro, está ahí quemándose-
dijo el muchacho.
- ¿En serio? -contestó el sargento.
En ese momento, todos miraron al sargento extrañados
y luego miraron a la chimenea.
- ¡No está! - exclamó el padre.
- ¡Pero, no puede ser! - dijo el muchacho.
El sargento, se volvió a reir y les dijo que
se quedaban con ella, pero que al igual que hay tres
deseos o buenas ocasiones, también hay tres
oportunidades para tirarla, y hasta que no pidáis
los deseos no os podreis librar de ella.
De repente, la madre tuvo una idea:
- Pidamos un deseo, que la mano se destruya - dijo
la madre.
- Buena idea - dijeron los demás a la vez.
Entonces, pidieron el deseo, y la mano desapareció,
pero al momento apareció con dos dedos levantados.
- ¿Por qué tiene dos dedos levantados?
- preguntó el hijo.
- Porque habéis intentado libraros de ella
dos veces - dijo el sargento.
La familia decidió gastar los deseos para
bien. El segundo deseo fue vivir en la ciudad. Se
cumplió. El último fue ser ricos. También
se cumplió.
La pata desapareció. ¿Dónde
volverá a aparecer?. Eso es un misterio.
Pero la familia White descubrió que el ser
rico tiene un gran precio. Y el precio fue …

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CRISTINA ALONSO DOSAL
2º DE ESO
El señor White dejó caer la pata del
mono.
- Está bien, si usted lo dice…
- Buena elección - contestó el sargento
Morris.
Éste cenó y se fue sobre medianoche.
Cuando toda la familia estaba durmiendo, el señor
White fue hacia donde tuvo lugar la reunión
y recogió de una esquina de la chimenea la
pata de mono. La había tirado ahí intencionadamente.
- Ahora veremos de lo que eres capaz- decía
el señor White al llegar al sótano.
- Deseo tener mucho dinero- fue su primer deseo.
Al día siguiente le anunciaron que había
heredado una gran fortuna de un familiar cuya existencia
no conocía. Eso extrañó a todos
excepto a él, ya que sabía el verdadero
motivo de esto.
- Deseo tener una salud perfecta- eligió como
segundo deseo.
Ese mismo día se enteró de que la persona
encargada de gestionar su fortuna había muerto
en extrañas circunstancias.
Pasó otro día y acudió al médico
para hacerse un chequeo y comprobar que el deseo se
había cumplido. Los resultados eran perfectos,
todo a su nivel exacto.
- Deseo… - no se le ocurría nada que
pedir como tercer deseo.
El señor White tuvo una infancia infeliz y
ahora, en casa, había problemas. Con lo que
decidió pedir como tercer deseo que todo eso
se arreglara.
Hubo otra muerte, pero esta vez se trataba de su
médico, que falleció por causas desconocidas.
A diferencia de los otros días, esta vez no
pasó nada significativo. Aunque, quizás,
las cosas en casa fueran mejor.
Sentado en su despacho, se paró a pensar en
las palabras del sargento Morris y las muertes ocurridas.
Ambos eran, tanto su gestor de cuentas como su médico,
gente que indirectamente había colaborado a
cumplir los deseos. Al llegar a esta conclusión,
descubrió que si él había pedido
el último deseo y los beneficiados eran su
familia, podría haber participado indirectamente.
Entró en pánico. Entonces, vio una sombra
de lo que parecía una mano y todo oscureció.
Para siempre.

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JUDITH GONZÁLEZ LAVÍN
2º DE ESO
Esa misma noche, mientras los hombres hablaban, el
hijo del señor White robó la pata, sabiendo
las desgracias que había hecho pasar.
En cuanto la cogió, la pata de color gris
oscuro cambió a negro azabache.
El niño se extrañó, pero eran
momentos difíciles y no se asustó. Entonces
recordó lo que habían dicho, lo de los
tres deseos a tres hombres y pensó, al fin
y al cabo era el hijo de uno de ellos y amigo de otro,
eso tenía que contar; pidió un deseo:
“Me gustaría vivir en un buen barrio,
una casa sin ratas, ni cucarachas, sin violencia”.
Inmediatamente un dedo desapareció, sin dejar
rastro y se encontró entre las paredes de una
gran casa 'La bonita', la casa más lujosa de
la ciudad. Ahora sí estaba asustado, es más,
aterrorizado por el hecho de saber que funcionaba
de verdad.
Pidió su segundo deseo: “Deseo vivir
eternamente, que nada ni nadie pueda conmigo, ni bombas
atómicas, ni pistolas potentes, ni gente más
poderosa que yo”. Nada más decir esto,
fue a la cocina, cogió un cuchillo y se lo
incrustó en el corazón. Nada, ni dolor,
ni sangre, absolutamente nada.
Vio como el segundo dedo de la mano, que todavía
sostenía, desaparecía poco a poco.
Más tarde, empezó con su tercer y
último deseo: "Quiero que todos mis enemigos
mueran y yo sea el soberano del mundo".
Así fue, se encontró en un trono,
rodeado de sirvientes arrodillados a sus pies. El
tercer dedo desapareció, pero esta vez con
el resto de la mano.
Una doncella se le aproximó y le dijo: "Buenas
tardes mi señor, espero que haya dormido bien".
Y el niño pensó en sus padres, preguntó
por ellos, pero la niñera le dijo que habían
muerto cuando sus enemigos no pudieron con él.
Además sus amigos se hicieron cargo de su casa,
pero era tan grande y tan cara que se arruinaron con
las deudas.
El niño estaba tan lleno de cólera
que cogió un cuchillo y se cortó a la
altura de las muñecas, pero el cuchillo se
rompió como si fuera porcelana por culpa del
deseo de ser invencible.
El niño comprendió que no había
vuelta atrás, tendría una vida eterna,
triste e insustancial por robar y usar la mano del
mono.

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