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Red-acción
II Época / Nº46
Abril
2011
ÉRASE UNA VEZ

Historias de ortografía

Por Jesús Cervera Ortega, alumno de 6º A del CEIP José Arce Bodega de Santander.

Un día en el reino de las palabras, alguien hizo que todos los habitantes perdieran su ortografía para que se equivocaran...

Letras desordenadas.

El ladrón de ortografía

Un día en el reino de las palabras, alguien hizo que todos los habitantes perdieran su ortografía para que se equivocaran.

Digory, Max y Pablo estaban extrañados y decidieron ir a investigar. Salieron a preguntar a los habitantes sobre el secuestrador, aunque tuvieran faltas. Ellos no consiguieron ningún dato, así que decidieron ir a la policía. Y cuando entraron, vieron todos los papeles, sillas, mesas… tirados y vieron una nota en una mesa tirada, y la nota decía: "Socorro, el secuestrador nos ha secuestrado y nos ha llevado al laboratorio. Seas quién seas por favor ayúdanos".

Ellos, temblando, decidieron no contárselo a nadie y fueron a casa a coger herramientas.

Digory salió con una navaja, una cuerda que hacía tanto daño como un látigo, 35 piedras en una bolsa, polvo y pañuelos. Cuando llegaron al lugar, como rayos entraron en el laboratorio, pero ya era tarde. El ladrón había escapado pero… en ese momento vieron a los policías atados. Pablo cogió la navaja y cortó la cuerda. Los policías les dieron las gracias y les dijeron que el ladrón se había ido a la vieja fábrica con un dispositivo rayo láser enorme.

Los amigos salieron del laboratorio y fueron a la vieja fábrica. Cuando entraron vieron a los secuaces del ladrón y se escondieron detrás de una pared. Y cuando nadie miraba empezaron a tirar las piedras hasta que al final no quedó ningún secuaz. Max encontró la puerta de la fábrica que llegaba a donde estaba el secuestrador, pero había un mecanismo para abrir la puerta en el que había que poner la huella dactilar. A Max se le ocurrió una idea brillante. Él cogió un pañuelo, puso polvo en el mecanismo donde se ponía el dedo y puso el pañuelo sobre el polvo y quedó al descubierto la huella dactilar. Max puso la huella del ladrón y la puerta se abrió. Entraron y vieron al secuestrador que en ese momento tocó un botón y ellos se quedaron colgados.

El ladrón les explicó que había robado el rayo láser para dejar a la humanidad sin palabras. Y cuando el ladrón estuvo a punto de darles con el rayo, Digory cogió la navaja y la lanzó al láser. Entonces el ladrón se cayó con la máquina y ésta explotó. El botón se quemó y ellos salieron corriendo. La gente que lo había visto se lo contó al alcalde y él les dio como recompensa honor y vivieron felices y comieron sopa de letras.

                                                                                FIN

Dedicatoria: Para los amantes de la lectura.

 


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