En el período Cuaternario
el mundo vivió un clima muy frío y los
glaciares ocupaban la mayor parte de Europa. Una muestra
de ello podemos encontrarla en los Pirineos o en los
Alpes, pero pocos imaginarán que apenas a 1.000
metros de altitud y cerca de la costa cantábrica
se identifiquen perfectamente los restos de glaciares.
A pocos kilómetros de Santander se encuentra
uno de los mejores ejemplos que se puedan encontrar:
el valle de Lunada.
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Aspecto del
valle de Lunada. |
Los días 30 de septiembre
y 1 de octubre los alumnos de 4º de ESO del colegio
'La Enseñanza' de Santander realizamos una
salida pedagógica organizada por los Departamentos
de Ciencias y Educación Física de nuestro
colegio a la cuenca del Río Miera.
Hicimos una primera parada en el Museo de la Real
Fábrica de Cañones de La Cavada donde
nos explicaron cómo se desarrolló su
funcionamiento, sus diferentes dirigentes y también
pudimos ver un video sobre el funcionamiento y la
distribución de los cañones dentro de
los navíos.
También hemos hecho un estudio sobre un resbaladero
de troncos construido desde el Portillo de Lunada
en el siglo XVIII aprovechando la imponente pendiente
del valle glaciar para abastecer de madera a la Real
Fábrica de Cañones de La Cavada con
madera procedente de Burgos y La Rioja cuando se esquilmó
la de los montes trasmeranos.
Comenzamos nuestro estudio geológico
ascendiendo por el camino del Portillo de Lunada.
Tras un lento ascenso entre una pared de robles, castaños,
avellanos y fresnos que cruzan las localidades rurales
de La Cavada, Liérganes, Rubalcaba, Mirones,
San Roque de Riomiera y La Concha, desaparece bruscamente
transformándose todo en una aterciopelada alfombra
de verdes praderas y de hierba abrasados por las nieves.
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Vemos el valle
glacial desde el mirador de Covalrruyo. |
A medida que ascendemos encontramos
a ambos lados de la carretera numerosos ejemplos de
paisaje cárstico. Así llegamos al mirador
de Covalrruyo desde donde apreciamos uno de los glaciares
de mejor estudio que tenemos a nuestro alcance. Desde
allí se observa claramente la estructura glaciar
del valle, en forma de U con un fondo redondeado apenas
empezado a profundizar por la erosión del río
Miera.
Antes de marcharnos del mirador leemos unos versos
de Gerardo Diego que nos hablan del río Miera
y su descenso. Todo ello lo vimos y sentimos bajo
nuestros pies cuando descendimos caminando por todo
lo que un día cubrió la lengua del glaciar.
Hicimos una parada en el camino para reponer fuerzas
y posteriormente nos pusimos en marcha rumbo al camping
de San Roque de Río Miera para montar las tiendas
donde pasaríamos la noche.
Al día siguiente nos levantamos
y recogimos las tiendas para dirigirnos al Hayal de
Zamina donde seguimos con nuestro aprendizaje geológico
directo de la naturaleza al estar en pleno foco de
desprendimientos o argayos, como decimos en Cantabria,
dirigidos por nuestro guía Quique.
En Linto pudimos contemplar y analizar a la perfección
cómo este punto de cierta actividad sísmica
sufre una fuerte erosión de ladera y muestra
un paisaje ciertamente surrealista con enormes bloques
de rocas caliza y arenisca suspendidos inexplicablemente
por alguno de sus vértices contra otros bloques,
esperando que llegue su momento para dejarse caer
por la pendiente hasta el lecho del río arrastrando
consigo flora, fauna y otras rocas.
Desde el argayo de las Coces (donde
estudiamos los movimientos sísmicos) caminamos
por la carretera para contemplar maravillados los
plegamientos anticlinales y sinclinales con una armoniosa
distribución de estratos y la falla de Linto.
Muy cansados pero con varias lecciones de geología
bien aprendidas y con el buen sabor de boca de la
convivencia de estos días regresamos a Santander.

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