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Nº7. Noviembre 1998

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Especial 20 aniversario
de la Constitución
Colaboraciones:
La Constitución:
20 años después

En esta página irenos insertando todas las colabroaciones
que nos mandéis en relación con el 20
aniversario de la Constitución.

La Constitución: 20
años después
Por César Nieto Mediavilla, antiguo alumno del IES José
María de Pereda.
En este año se cumple el vigésimo aniversario
de la Constitución española de 1978, la séptima
constitución en la historia de nuestro país. Propongo
a continuación una serie de referencias e ideas acerca
de ella, sin ánimo de hacer un estudio exhaustivo ni una
reflexión compleja, pretendiendo únicamente exponer
unas pinceladas de la idea de Constitución.
Ferdinand Lasalle, en su famosa alocución pronunciada
en Berlín en 1862 ante una agrupación de ciudadanos,
hizo célebre la pregunta: ¿Qué es una Constitución?.
Esta pregunta de gran complejidad puede ser respondida desde
varios puntos de vista e, incluso, desde un mismo punto de vista,
de manera diferente.
Así, suele decirse que la Constitución es la
norma jurídica suprema de un Estado, la cual proclama
una serie de derechos fundamentales individuales y colectivos
y que, a su vez, establece la organización política
del Estado y enumera los distintos órganos que lo componen.
Se le podría denominar también como la "madre"
y fuente de todas las demás leyes del Estado, en la que
éstas encuentran su reflejo y su razón de ser.
Pero una Constitución no existe realmente si sus preceptos
no son eficaces ni están reflejados en la realidad política
y social de un país, es decir, para ser una verdadera
Constitución tiene que ser efectiva en la realidad que
regula.
A mi modo de ver, la Constitución española de 1978
ha cumplido este requisito, porque a pesar de las dificultades
planteadas en un país tan complejo como España
ha sido capaz de organizar efectivamente su realidad. La Constitución
de 1978 ha sobrevivido a un golpe de Estado, a la integración
de España en Europa, al terrorismo, a los problemas económicos
y, hasta el momento, a los nacionalismos.
Se plantea la validez de la Constitución en la realidad
española actual, pero es difícil plantearse o cuestionar
esta validez cuándo la Constitución nació
en un clima de desconfianza, rencor y miedo muy alejado del actual
y pese a todo ello consiguió establecerse con el respaldo
de la amplia mayoría del pueblo español llamado
a referéndum.
Supo consensuar en un momento crítico de la historia
de este país a todas las fuerzas políticas del
momento y, así, en 1977 se crea la ponencia constitucional
que más tarde elaboraría el texto de la Carta Magna.
Esta ponencia estaba formada por 7 personas de muy diversas ideologías:
3 por UCD: Miguel Herrero de Miñon, José
Pedro Pérez Llorca y Gabriel Cisneros.
1 del PSOE: Gregorio Peces-Barba
1 de AP: Manuel Fraga
1 del PCE: Jordi Solé Tura
1 de la minoría vasco-catalana: Miquel Roca
Estas 7 personas son los llamados "padres" de la Constitución
y puede apreciarse la dificultad que debió suponer aunar
en una sola dirección tantos pensamientos distintos.
La Constitución española se perfila como una
de las más importantes de Europa en cuanto a su tabla
de derechos y libertades y como un modelo a seguir por los países
iberoamericanos en los que la democracia comienza a emerger.
La puesta en duda de la validez y eficacia de nuestro texto constitucional
a mi entender no tiene razonamientos objetivos en los que sustentarse
porque se trata de una Constitución plural, que configura
a España como una nación e naciones, que establece
un modelo teóricamente adecuado de organización
territorial del Estado, que establece una absoluta libertad de
expresión y en la que tienen cabida todos los ciudadanos
españoles sin exclusiones ni privilegios.
Con todo esto, reivindico la validez de nuestra Constitución,
plural y tolerante, y su valor como símbolo de libertad
y progreso y, puestos a presumir, presumamos de Constitución.
Por último, os invito a deteneos ante el texto, leerlo,
comprenderlo, encontrar su significado y reflexionar sobre todas
las dificultades, sufrimientos y muertes inútiles que
han tenido que evidenciarse para poder llegar a este punto de
nuestra historia y, sobre todo, tenemos que concienciarnos de
que el futuro está en nuestras manos y que en ellas está
también la obligación de no volver a repetir lamentables
hechos pasados, porque una nación, para serlo, debe tener
una conciencia histórica propia que le permita aprender
de sus errores del pasado e intentar, sobre la base de ello,
mejorar el presente.
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