Conocer 
                            los trenes que nuestros antepasados utilizaron y disfrutar 
                            del arte presente en el Museo de Ignacio Zuloaga fueron 
                            los objetivos de la salida cultural a Guipúzcoa. 
                           
                          
                           El jueves nos fuimos de excursión 
                            a Guipúzcoa en autobús. Atravesamos 
                            Bilbao, llegamos a Zumaia y allí nos desviamos 
                            hacia nuestra primera parada en Azpeitia para visitar 
                            el Museo Vasco del Ferrocarril, más o menos 
                            a 85 kilómetros de Bilbao. 
                           Antes de ver el museo fuimos a dar una vuelta en 
                            un tren centenario, remolcado por una máquina 
                            de vapor de 118 años; tenía dos vagones 
                            con 48 asientos en cada uno, era todo de madera. Durante 
                            el recorrido fuimos por el valle de Urola, vimos el 
                            río del mismo nombre y un gran prado con ovejas. 
                            Poco después llegamos a la estación 
                            de Lasao, donde la locomotora (que se llama Zugostieta) 
                            da la vuelta, engancha el último vagón 
                            y ahora en vez de los primeros somos los últimos 
                            para hacer el recorrido de vuelta al museo.  
                          Dentro del museo hay tres partes. La primera es una 
                            muestra de antiguos medios de locomoción: viejas 
                            locomotoras de vapor, diésel, eléctricas, 
                            tranvías, trolebuses, automotores y vagones 
                            de todas clases. La segunda presenta una de las mejores 
                            colecciones de relojes ferroviarios de todo el mundo, 
                            desde las elegantes esferas de los andenes de las 
                            estaciones hasta los clásicos relojes de bolsillo 
                            de los ferroviarios. En la tercera nos enseñaron 
                            uno de los talleres mecánicos de los pocos 
                            que se conservan desde principios de siglo. 
                          
                             
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                              Locomotora de 
                                  vapor Zugastieta. 
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                          Vimos también una colección de uniformes 
                            utilizados en el ferrocarril desde finales del siglo 
                            XIX hasta nuestros días. Nos dijeron que es 
                            una muestra única en su género en Europa. 
                          Además, hay un aula ambiental sobre el transporte. 
                            Los contenidos didácticos se exponen mediante 
                            un conjunto de 12 paneles temáticos que tratan 
                            entre otros temas de transporte y naturaleza, petróleo, 
                            contaminación, energía para el movimiento, 
                            el efecto invernadero y destrucción de la capa 
                            de ozono. 
                          Fue bonito ver todo esto y muy entretenido, porque 
                            teníamos a nuestro alcance algo que sólo 
                            habíamos podido ver en fotos o películas 
                            antiguas; todo muy bien conservado e incluso funcionando. 
                           Después nos llevaron a Zumaia, nuestra segunda 
                            parada. Tuvimos un rato libre, fuimos a ver el casco 
                            antiguo, que es de ambiente medieval, y la parroquia 
                            de San Pedro. Luego llegó la hora de comer, 
                            estuvimos en un restaurante de la parte nueva de la 
                            villa. Por cierto, la comida estuvo bastante bien 
                            y se pudo repetir de todo. 
                          Tras comer nos dimos un paseo hasta el museo de Ignacio 
                            Zuloaga que está en el mismo pueblo. 
                          
                             
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                              Cristo crucificado 
                                  de Julio Beobide. 
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                          Antes de entrar repasamos esta breve historia de 
                            este artista: Nació en Eibar en 1870 en el 
                            seno de una familia dedicada a las artes desde el 
                            siglo XVIII. La preferencia por la tradición 
                            española, su profunda vinculación con 
                            la gente y las tierras del interior del país 
                            y de Andalucía, su carácter, ideas y 
                            emociones transmitidas por la Generación 
                            del 98, formaron la personalidad de Ignacio Zuloaga. 
                            Los retratos son sus obras más numerosas. También 
                            abundan en su colección las grandes composiciones 
                            y los desnudos. En los últimos años 
                            de su vida escogió los bodegones. Falleció 
                            el 31 de octubre de 1945. 
                          Ya en el museo nos enteramos que Mª Rosa Suárez 
                            Zuloaga, nieta del pintor, lleva más de 20 
                            años al frente del museo del artista en Zumaia 
                            (hay otro en Pedraza de la Sierra, en la provincia 
                            de Segovia). Abierto al público en 1914, el 
                            museo lo componen: el estudio, la colección 
                            privada del pintor y un choco taurino. 
                          Con ello el artista pretendía acercar la cultura 
                            a la gente; "quería fomentar la cultura 
                            con las visitas a los museos", afirma su nieta. 
                            Con este objetivo, además de exhibir sus propias 
                            obras, permitió que todo el mundo contemplase 
                            cuadros de Goya, Ribera, El Greco o Zurbarán, 
                            que formaban parte de su colección particular. 
                            En las paredes de este pequeño pero cuidado 
                            museo se encuentra, entre otros, un cuadro de la Generación 
                            del 98, un paisaje aragonés, un retrato 
                            de Valle-Inclán, el desnudo Modelo de Paris..., 
                            así como esculturas de los siglos XIII-XIV. 
                           
                            Más información:  
                             
                            Museo vasco del ferrocarril         http://www.euskotren.es/castellano/museo/03.html 
                            Los museos de Ignacio Zuloaga    http://www.ignaciozuloaga.com/ 
                           
                          
                             
                               
                                    
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