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      Quién dijo que los alumnos del
      siglo XXI habían huído de la literatura. Si como
      muestra vale un botón, en esta página les ofrecemos
      tres: dos relatos y un poema que demuestran bien a las claras
      que la pasión por las "letras" no tiene fronteras
      de edad o época.  
      Trabajos: 
      100 años de.... 
      Relatos 
      La Ola y el muchacho Por Daniel
      Valle 
      Poemas 
      Todos poetas Alumnos del IES José Hierro 
      El Rap de la matanza
      Por Francisco Baldor 
 
        
        
       
       
        
      La Ola y el muchacho 
      Daniel Valle :1º de Desarrollo de
      Aplicaciones Informáticas del IES A.González Linares
      de Santander. 
      ¿Nunca os habéis preguntado el porqué
      del continuo ir y venir de las olas? ¿No os intriga saber
      la razón de ese angustioso caminar, de esa lenta agonía
      hasta llegar a una orilla de arena, hasta estrellarse contra
      una pétrea pared ? 
      « Hace mucho, mucho tiempo, más del que nadie
      pueda recordar, el mar era la misma gran superficie de agua que
      es ahora, pero había en ella una diferencia; las olas.
 
      En aquel tiempo, las olas no se parecían en nada a las
      de ahora. Eran de agua dulce y mucho menos numerosas; pero infinitamente
      más bellas. Tenían diferentes colores y formas,
      y surcaban la superficie del mar, su padre, con plena libertad
      para ir a donde les pareciera. Pero quizás la mayor de
      las diferencias era que tenían alma. 
      Una vez, una pequeña ola llegó hasta una playa
      desconocida para ella.  
      Quedó asombrada por la belleza de aquel lugar de arena
      blanca, con palmeras que crecían cargadas de dátiles
      y de aquellas conchas como espejos en los que se reflejaba.  
      Estaba tan ensimismada que, sin darse cuenta, fue acercándose
      a la orilla cada vez más. Y allí se encontró
      con lo que la pareció lo más hermoso de aquella
      playa.  
      Tenía unos ojos negros, que a ella la parecieron insondables,
      velados por unas largas y rizadas pestañas mezcladas con
      un pelo oscuro y ensortijado, que le caía sobre los hombros. 
      No supo que hacer. Jamás antes había visto a un
      ser humano y aquella presencia la sobrecogió.  
      Se acercó muy lentamente a él.  
      Cuando llegó hasta donde estaba, se quedó quieta,
      sin hacer ruido, esperando que él reparase en ella.  
      Por fin, los ojos de aquel ser extraño la miraron.  
      Sonrió y, al hacerlo, a la pequeña ola le pareció
      contemplar las legendarias perlas de las que siempre le hablaba
      su padre, aquellas que estaban escondidas en lo más recóndito
      y profundo de los océanos. 
      Comenzó a hablar y, para su sorpresa podía comprender
      todo lo que aquella criatura decía.  
      Charlaron durante horas y horas. Ella le narró los misterios
      de los mares, de como el viento del norte las hacía tiritar
      de frío cuando le venía en gana, como sus hermanas
      y ella dejaban que el ardiente sol de los mares del sur les adormeciera
      de forma deliciosa, le contó las interminables carreras
      con las sirenas y los defines, la belleza de los corales y los
      bancos de peces multicolores, de las enormes ballenas y los diminutos
      caballitos de mar. Y le habló de tierras lejanas; de otros
      países, de animales que él no conocía, de
      costas de las que nunca oyó hablar.  
      Y él le habló de su vida en la aldea; de cómo
      todas las tardes bajaba a la playa a observar la calmada superficie
      del mar, que gradualmente se teñía de rojo con
      la marcha del sol.  
      Y hablaron y hablaron, mientras la noche caía a su alrededor
      y sus risas quebraban el silencio de la playa. 
      Aquella fue la primera vez que la ola y el muchacho se encontraron,
      pero no la última. Hubo muchas, muchas más. Y el
      tiempo iba pasando de forma casi imperceptible... 
      Una mañana en que ella se acercó a la playa,
      no encontró al joven que conoció. En su lugar había
      un anciano de cabellos canos y rostro sembrado de arrugas.  
      Tal vez no le hubiera reconocido de no haber sido por aquellos
      ojos negros que aún conservaban parte de su fuerza, de
      su gallardura, de su serenidad. Aquellos ojos que ahora la miraban
      con una mezcla de dulzura y compasión.  
      Ambos se miraron; ella sin entender que había sucedido;
      él comprendiéndolo todo. Por fin, los ajados labios
      del anciano se despegaron: 
      - El tiempo ha pasado rápido, mi niña. Más
      aún de lo que yo esperaba. Pero ya no podemos hacer nada;
      en realidad jamás pudimos pequeña. Sabía
      que este momento llegaría. Ni siquiera tú puedes
      evitarlo. Me hiciste muy feliz. Mucho. A través de ti
      he conocido cosas que muchos hombres ni siquiera han imaginado,
      he viajado a lugares que parecen sacados de los sueños
      más fantásticos. Pero todo eso se ha acabado ya,
      querida mía. Ahora sólo me queda decirte adiós. 
      Permanecía quieto, sentado en la arena, con aquellas
      oscuras pupilas fijas en aquel lago azul, mientras sus pies descalzos
      se empapaban de toda la esencia espumosa de ella; mientras sus
      lágrimas perforaban su cuerpo, convirtiendo el agua dulce
      en salada. 
      Cuándo él murió, la ola, enloquecida
      de dolor, vagó en silencio y sola por playas desiertas,
      rehuyendo la compañía del resto de las olas, hasta
      que, poco a poco, fue evaporándose , dejando fragmentos
      de ella misma en la arena, hasta que un día desapareció
      por completo. 
      El mar, su padre, bramó enfurecido contra aquellos
      seres que habían causado tanto dolor a su pequeña
      y, con el corazón destrozado por la pérdida, ordenó
      a sus hijas mayores que golpearan continuamente contra las rocas
      para recordar a los demás humanos su poder, y evitar así
      que cualquier otro enamorara a una de ellas. Y los hombres supieron
      entonces de la furia del mar, y de su dolor. 
      Asimismo, las privó de su libertad y de la capacidad
      de hablar, con la esperanza de conservarlas junto a él. 
      Sin embargo, todos los días, las olas más pequeñas
      se turnan, escapando del férreo control de su padre, para
      buscar durante algunas horas el alma de su hermana, que creen
      que las espera en la arena de una playa desierta y perdida. » 
       
        
      
        
          
       
        
       
      Todos poetas 
      Como ejercicio de clase, los alumnos de 2º B del IES
      José Hierro de San Vicente de la Barquera, se han enfrentado
      a la tarea de componer un soneto. Hemos seleccionado para vosotros
      algunos de los mejor conseguidos. 
        
      Soneto 
      Carolina Diego Camino 
      Quise creer que estabas a mi lado, 
      Quise soñar que nunca tú te irías. 
      Mas desperté de aquellas fantasías 
      Y la realidad, de nuevo he alcanzado. 
      No me arrepiento del amor que he dado, 
      La vida es dura y llena de ironías 
      Pues yo con fe escuchaba que mentías 
      Y con fe olvidaré lo soportado. 
      Hoy te has ido, sólo queda tu recuerdo, 
      Pero quizá para mí mejor ha sido, 
      Ahora ya tengo un corazón cuerdo. 
      Esta mañana el sol ha salido 
      Tú eres sólo cenizas de un recuerdo 
      Quisiste olvidarme y lo has conseguido. 
        
      Sporting  
      Laura y Lydia. 
      Los domingos se llena el Molinón  
      para animar al colista con furor.  
      Aunque llueva, nieve o haga color  
      al Sporting va animar su afición. 
      No se por qué pero vaya palizón 
      aun así, el Sporting el mejor.  
      Los jugadores con mucho valor 
      quieren ganar en su ciudad, Gijón. 
      Tres empates han logrado alcanzar, 
      tres puntos con gran esfuerzo sumaron, 
      unos pocos más y arriba subirán. 
      La victoria ante el Barça no alcanzaron
 
      pero ellos los lograron humillar,  
      así pronto victorias conseguirán. 
        
      Un soneto de amor 
      Pilar López Vázquez 
      Amor bella espiga dorada 
      que en el dia florece y al anochecer  
      sueña con un volver a amanecer, 
      que muere por una vida amargada. 
      Amor pequeña florecilla dorada 
      que en primavera vuelve a florecer 
      muere en cada largo atardecer 
      tras una despedida inesperada. 
      Amor pequeña hada encantada 
      que juntas las estrellas de par en par 
      en nuestro silencioso anochecer. 
      Amor se engendra en nuestro mirar 
      enloquece en este dulce placer 
      en los ojos de la mujer amada. 
       
       
      Por el amor ... 
      Lucía Pérez y Patricia
      Ortega 
      Por mí, llorarás al atardecer 
      Por mí, tus largas noches sin dormir, 
      Por mí, vives tu vida sin vivir 
      Por mí, tú volverás a renacer. 
      Por ti, yo volveré a padecer 
      Por ti, yo aprenderé a sentir, 
      Por ti, yo intentaré no sufrir 
      Por ti, corazón lleno de placer. 
      Por nosotros, tendermos que luchar 
      Por nosotros, nacerá el amor 
      Por nosotros, todo será igual. 
      Por ti, persistirá el valor 
      Por mí, el oir de tu palpitar 
      Por nosotros, todo fenomenal. 
        
        
        
        
        
       
      El Rap de la matanza 
      Francisco Baldor, 2º D del IES de
      El Astillero. 
      El tiempo ha pasado y el estado ha ganado. 
      Todo esto es cierto porque te has muerto. 
      Si tú quieres saber todo lo que ha pasado, 
      escucha este rap que te he preparado 
      Esto es una guerra 
      Es una matanza. 
      Para que ellos hagan 
      lo que les plazca. 
      Siempre igual, todos nos humillan, 
      cogen las pistolas y nos acribillan. 
      Las guerras sin sentido a mí no me van 
      porque lo que quieren es MATAR. 
      Ellos nos dominan y nos controlan 
      mientras trafican con su droga. 
      Esto no es un estado, es una dictadura 
      controlada por un cara dura. 
      Esto no es una guerra, 
      es una matanza. 
      Para que ellos hagan 
      lo que les plazca. 
      Este es el rap que yo te he preparado 
      y en tu muerte te lo he dedicado. 
      De tu renacer me voy a encargar, 
      esta victoria te la voy a dedicar. 
      Esta guerra la vamos a ganar 
      pero lo que nunca haremos será 
      MATAR. 
        
       
       
       
    
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