Los alumnos del CP
Fernando de los Ríos descubrieron la naturaleza
y convivieron con sus compañeros durante los
cuatro días que permanecieron en un albergue
de Cabañes. Los juegos, las marchas y las rutas
culturales completaron unas jornadas "inolvidables".
Tres de los participantes nos cuentan su experiencia:
Javier
Alejandro
Andrea
El martes 25
de mayo llegamos al colegio a las 9.30 horas. Tuvimos
que esperar un poco a que llegasen todos los compañeros,
aunque enseguida llegó el autobús, colocamos
las mochilas y nos subimos. Paramos en Unquera donde
había una cafetería que se llamaba Pindal,
en ella había lo típico que eran las
corbatas y muchos regalos. Yo como no tenia la cartera,
ya que la dejé en la mochila, no pude comprar
nada. Pasamos por el desfiladero de la Hermida, creado
por el río Deva. Más tarde llegamos
a Cabañes donde estaba el albergue, era un
sitio muy bonito, allí nos presentaron a los
tutores Ruti, Alfredo y David.
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Las marchas
fueron una de las actividades más destacadas
del programa |
Repartimos las camas. Yo me
elegí la de abajo y a mi lado estaba Pablo
y arriba Alejandro.
Comimos y fuimos al mirador del “Monte del Abarrio”
se podía ver el desfiladero de la Hermida y
el pueblo de Lebeña.
A las siete de la tarde llegamos al albergue e hicimos
el rocódromo, yo no logré subir hasta
arriba.
Cenamos y jugamos a juegos de lógica y habilidad,
ibamos por grupos, mi grupo quedó el segundo
con 90 puntos, el primero quedó el grupo A
con 110 puntos y el tercero el de las niñas
con 40 puntos.
Después nos fuimos a la cama y nos despertamos
a las 8 del día siguiente, ya que a las 9 teníamos
que desayunar. Más tarde nos fuimos al pueblo
de Lebeña y visitamos la Ermita Mozárabe.
Era pequeña pero muy bonita. Una señora
nos explicó que si te sentabas en un banco
que había te casabas rápidamente. La
Ermita constaba de tres partes: la iglesia, campanario
y porche.
Después volvimos al
albergue a comer. A las 15:30 hicimos tiro con arco,
al principio parecía difícil pero luego
era chulísimo. Lluego fuimos al Puente Tibetano
que también era chulísimo y se movía
mucho, dando la sensación de que te marearas,
pero como me gustó volví a repetir.
Mas tarde cenamos y nos fuimos a dormir.
Al día siguiente nos levantamos y desayunamos,
después nos preparamos las mochilas bien con
agua porque ibamos a pasar el día andando por
los montes y hacía mucho calor. Comimos un
picnic que nos había preparado Ruti, vimos
unos paisajes muy bonitos. Después al llegar
al albergue, como habíamos pasado tanto calor,
nos bañamos en la piscina, que estaba el agua
helada.
A las 21:00h. cenamos y luego
fuimos a la discoteca lo pasamos muy bien, luego nos
fuimos a la cama.
Al día siguiente nos tuvo que despertar Juan
Carlos porque nos habíamos dormido. Desayunamos
y recogimos toda la ropa que habíamos llevado
ya que era el último día, más
tarde fuimos hasta una montaña bastante alta
e hicimos Rappel. Regresamos al albergue comimos y
nos despedimos de los tutores, cogimos el autobús
para regresar a casa, volvimos a parar en la Cafetería
Pindal y esta vez si tenia el dinero preparado, cogí
unos regalos para mis padres y mi hermano. Sobre las
18.00h. llegamos al colegio.
Me lo pase muy bien esos días en el Albergue.
Javier
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Un chapuzón
en la piscina siempre viene bien, aunque el
agua estaba bastante helada. |
Soy Alejandro
y os voy a contar mi experiencia. Se tarda una o dos
horas aproximadamente en llegar en autobús
hasta Cabañes. Llegando a Cabañes, estaba
el desfiladero de La Hermida. Los monitores eran Alfredo,
Ruti y David. Alfredo, era alto, fuerte y con mucho
sentido del humor y además era el que más
entendía de todo.
De Ruti hay poco que hablar. Era maja, fuerte y se
llevaba muy bien con las niñas. David era alto
y simpático, aunque a veces era un poco gruñón.
Hemos visitado y visto muchas montañas, como
Peña Ventosa o El pico San Carlos, donde pudimos
ver muchos pájaros como los buitres leonados,
águilas… y hasta esqueletos de vacas
muertas y sus mandíbulas.
El desayuno era a las nueve
y nos levantábamos a las ocho de la mañana.
El desayuno eran galletas, pan y mermelada. La comida
estaba muy rica, yo comí de todo.
Durante todos los días hemos hecho ruta, menos
el último, que tuvimos descanso. Las rutas
solían ser largas y bastante cansadas.
Las actividades consistían en rocódromo,
tiro con arco, rappel, juegos de habilidad y lógica
....
El tercer día visitamos la cueva de la Liébana.
Era preciosa nada más entrar nos avisaron de
que había murciélagos. Eran pequeños.
Había muchísimas estalactitas y estalagmitas.
Para llegar hasta la cueva, pasábamos por unas
piedras e íbamos haciendo montañas de
piedra para marcar por donde teníamos que volver.
¡¡¡Ahh!!!
Por si no lo sabéis, el murciélago es
el único mamífero que es capaz de realizar
un vuelo verdadero gracias al batir de sus alas. (Otros,
mamíferos planean pero no vuelan).
El segundo día por la
noche fuimos cantando mientras jugábamos al
escondite. Yo gané. Llegamos a una caseta muy
vieja y allí nos contaban historias de un alemán
llamado Collerman que al año de construir el
albergue se fue con sus hijos a Peña Ventosa
y, con la prisa y con las fotos, se calló por
un lado y se mató. Entonces la mujer y sus
hijos regresaron a Alemania y no volvieron nunca más.
Y otra como la del Maqui que se refugiaba en la montaña
y un día bajó al pueblo, llamó
a una puerta y apareció una chica. Esta al
ver aquel hombre tan cerca se asustó y se largó
corriendo. Al siguiente día fue al río
y se la volvió a encontrar. La vio beber agua
del río con las manos y le dio una jarra de
madera. La Osa de Ándara le vio y le dio un
regalo. El se enamoró de ella y se hicieron
una casa donde vivieron felices. El Maqui murió
de viejo y la Osa de Ándara murió de
pena. Esta moraleja me recuerda a los amantes de Teruel.
Esas fueron las historias que nos contaron.
Nos despedimos, cogimos el
equipaje y nos marchamos. A mitad de llegar a casa
paramos donde las corbatas de Unquera, todos cogimos
regalos. Este albergue me ha gustado mucho porque
ha sido muy alegre y cultural.
Alejandro
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Una foto de grupo para el recuerdo.
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Nos hemos ido
de albergue y ha sido una de las mejores experiencias
que he vivido con mis compañeros ya que hemos
pasado muy buenos ratos juntos haciendo todas las
actividades y me ha servido para aprender a convivir
con más personas y para llegar a conocer más
a ciertos compañeros con los que no tenía
mucha relación.
Allí nos levantábamos
todos los días a las ocho y lo primero que
hacíamos era ducharnos, pero solo había
tres duchas así que había que hacerlo
por turnos. Seguidamente, desayunábamos pan
con mermelada y mantequilla, galletas y un colacao.
Después ya cogíamos las mochilas para
ir a realizar las diversas actividades que hemos tenido
como, por ejemplo, juegos de conocimiento, juegos
de lógica, tiro con arco, puente tibetano y
karaoke, que los han ido repartiendo entre los tres
días de nuestra estancia. La comida era muy
rica para casi todos, pero para mí personalmente
había algunas otras comidas que me parecían
asquerosísimas.
Además, un día
por la noche nos dejaron ir a la discoteca más
o menos desde las diez hasta las doce. Allí
nos lo pasamos genial porque era la primera vez que
iba a una discoteca con mis compañeros de curso.
Los monitores eran muy majos y teníamos un
perro que se llamaba Rhon.
Lo volvería a repetir
otra vez porque me lo pasé especialmente ¡¡¡BIEN!!!
Realmente creo que se debería ir todos los
años unos días de albergue porque te
ayuda a estar en contacto con la naturaleza, cosa
que en la ciudad es casi imposible y además
te ayuda a estar en contacto diario con personas de
mi misma edad y monitores que te enseñan muchas
cosas.
Andrea
Sal
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