Un alumno del CP
Fernando de los Ríos nos comenta las obras
de reforma que se hicieron en su casa: las personas
que trabajaron allí, los materiales que se
utilizaron y cómo todo afectó en su
vida diaria.
En estas dos últimas
semanas en mi casa ha habido una obra porque mis padres
han querido cambiar los baños, ya que estaban
antiguos y un poco deteriorados.
Se han encargado de arreglarlo un fontanero, tres
albañiles (un oficial y dos aprendices), un
carpintero, un cristalero y un escayolista. También
ha venido un especialista en colocar mamparas.
Los trabajos que se han realizado han sido los siguientes:
se han picado las paredes y los suelos de los baños,
se han colocado nuevas tuberías, se han alicatado
las paredes y azulejado los suelos, se han retirado
los sanitarios viejos e instalado los nuevos, se han
puesto listones nuevos, se han acomodado las puertas
en su sitio porque el suelo nuevo está demasiado
alto y las puertas no entraban y se han colocado los
remates de escayola en el techo.
Los materiales que se han utilizado han sido los que
escribo a continuación: azulejos, mosaico,
cemento, pegolán y mortero. Yo pensaba que
de pegolán traerían cuatro sacos, pero
resultó que trajeron doce, porque no eran tan
grandes como yo creía y había muchos
azulejos que colocar.
La vida en casa no fue fácil. Por las mañanas
no sabía nada de lo que pasaba, ya que estaba
en el colegio. Al volver, entraba a casa y ya se habían
ido todos, pero se veía el pasillo con cartones
llenos de polvo y, como dice mi abuela, “parece
una carretera”. Yo le digo a mi hermana y a
mis padres que es una nacional. Menos mal que en las
puertas pusimos papeles y así no entraba casi
nada de polvo. El salón, al que tenían
que entrar para buscar cosas al balcón o para
cortar azulejos o algo, se llenó muchísimo
de polvo. Aquí ya era una autopista. Ha habido
que limpiar todo a fondo.
A mí me parece que ha quedado de maravilla,
pero mis padres dicen que no se vuelve a hacer una
obra en toda la vida.
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