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¿Te ha gustado el último concierto que has visto o te dieron ganas de pedir a la salida que te devolvieran el dinero? Pues aquí tienes la oportunidad de explayarte. Toma nota y cuéntanos tus impresiones sobre lo último que has visto. Da igual que sea un concierto de blues, una exposición surrealista o un partido de baloncesto. Sólo importa tu opinión. Anthony Blake en espíritu
Anthony Blake en espíritu El 8 de febrero asistimos al gran espectáculo del increíble Anthony Blake, uno de los cinco mejores mentalistas del mundo, que realizaba su actuación en la sala Argenta del Palacio de Festivales. Lo que váis a leer a continuación es una descripción de lo que vimos y vivimos, incluyendo los números que más nos impresionaron, el ambiente de la sala, la impresión que nos causó y cómo ha podido cambiar nuestra forma de pensar tras esta experiencia. Sobre las 19,30 horas llegamos al Palacio de Festivales, una hora antes
del comienzo del espectáculo. Tuvimos suerte, pues no había
nadie en taquilla así que pudimos comprar las entradas tranquilamente.
Nuestra localidad se situaba en la zona intermedia de la gran sala, por
lo que tuvimos que subir al tercer piso del edificio. Lo primero que nos
impresionó fue el sofocante calor que había en el salón
principal y en el bar, el cual fue disminuyendo a medida que entrábamos
en la sala Argenta. Ésta se llenó rápido a pesar de
la gran cantidad de gente que allí acudía, gracias, en cierto
modo, a las acomodadoras, que agilizaban la búsqueda de asientos.
Comienza el espectáculo Se van apagando las luces, despacio, poco a poco se hace el silencio, se abre el telón y aplaudimos. Ahí esta Blake, vestido de negro, destacando en un escenario tan bien iluminado. Silencio de nuevo y comienza el espectáculo. Abre su actuación eligiendo una persona al azar, colocándose
de espaldas al público y tirando una pelota hacia él; tras
vacilaciones, sale una chica, la cual ayudará a elegir a otros colaboradores,
con una linterna que ilumine a la persona agraciada. Anthony repetirá
las mismas palabras a cada persona cambiando el final del motivo: A la siguiente persona le pidió que le dijera una bebida o un
aperitivo que tuviera ganas de tomar en ese mismo momento. Le dijo "una
Coca-Cola". A la tercera persona le mandó decir un medio
de transporte. Contestó "el tren". La siguiente
persona fue un niño de unos 10 años, al que le pidió
que le dijera un juguete que desearía tener. Éste respondió
"un coche teledirigido". A la siguiente persona le pidió
que le dijera un sentimiento, cómo se encontraba en esos momentos.
Le contestó "nervioso".
Almas gemelas Para el siguiente número, la chica del escenario eligió sacó a una señora, a la que Blake sorprenderá encontrando su alma gemela, esa otra persona con la que tenga una conexión especial. Para esto, la señora deberá elegir a alguien del público con la linterna, a quien quiera, de entre toda la sala, tomándose su tiempo. Aquella persona que a primera vista le dé una impresión especial. Elige a un chico joven, que sube al escenario. Para demostrar esta conexión entre ambos, la señora pinta un dibujo elegido libremente de una revista, y el chico, con los ojos vendados, garabatea en la pizarra. Ella dibujó una televisión, y cuando se dio la vuelta a la pizarra del chico... lo que había allí era ¡¡¡el mismo dibujo!!!, resaltando tras unas rayas de garabatos.
Cuestión de vista A continuación, se eligen a cuatro personas del público, a las que se les ha preguntado previamente cuál de sus sentidos les parece el más importante. Todas salvo una respondieron la vista, pero ésta rectifico más tarde su respuesta. Y es que de la vista trata este número. Esas cuatro personas tapan los ojos de Blake de la siguiente forma: colocan una moneda sobre cada párpado, sujetada con una cinta adhesiva bastante fuerte. Ponen tanto adhesivo como ellos quieren; le cubren casi toda la cara, dejando, lógicamente, la nariz y la boca destapada. A continuación cogen un rollo de papel de aluminio y cortan un trozo suficientemente largo como para dar cuatro o cinco vueltas a la cara de Blake, y de esta forma consiguen que se quede completamente ciego. Una de las cuatro personas actuará como lazarillo de Blake entre el
público, quien sacará objetos y los pondrá en la
palma de su mano. Mientras, las otras tres personas tendrán que
realizar una tarea en las pizarras. Una escribirá en una palabra
un sentimiento. Otra escribirá el nombre de una persona famosa,
y la última, dibujará cualquier cosa que se le ocurra, lo
que quiera. Tras la estupefacción que había en el ambiente, Blake subió
nuevamente al escenario para terminar de completar este número.
Contacto con un espíritu Se cierra el espectáculo con uno de los números más
sorprendentes: Anthony contactará con un espíritu. Salimos, aún con la tensión en el cuerpo después de este último número, pensando si habrá alguien entre nosotros, en la influencia que nos puede causar una persona, si ha sido todo de verdad e intentando descubrir el cómo, por qué y la forma de lo que acabábamos de ver. No éramos los únicos pues oíamos comentarios por todas partes. La vuelta desde Santander se hizo corta, pues se agilizó mientras hablábamos a todos los conocidos del espectáculo. Escuchaban con atención, pero ellos, escépticos no podían creerse nada. Y es que esta experiencia hay que vivirla. Por ello espero que no juzguéis lo que aquí he intentado describir, pues no se puede expresar con palabras.
Las fotografías proceden de estas páginas web: http://www.anthonyblake.com/anthonyblake.php Crítica teatral contra el consumismo El Grupo de Teatro del Instituto Ría del Carmen, compuesto por alumnos y ex alumnos del centro, representó en el Centro Cultural La Vidriera de Maliaño la nueva obra ¡Comprad, comprad, malditos!. ¡Comprad, comprad, malditos! analiza el sugerente mundo de la publicidad. A través de la seducción y el encanto de los anuncios, se critica esta invitación a caer en la tentación del consumo. "Con el potente antídoto de la risa, los alumnos y ex alumnos del IES Ría del Carmen ponen en relieve las oscuras maquinaciones de este comercial mundo".
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