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¿Te ha gustado el último concierto que has visto o te dieron ganas de pedir a la salida que te devolvieran el dinero? Pues aquí tienes la oportunidad de explayarte. Toma nota y cuéntanos tus impresiones sobre lo último que has visto. Da igual que sea un concierto de blues, una exposición surrealista o un partido de baloncesto. Sólo importa tu opinión. La Vijanera, la fiesta de nuestros
ancestros
La Vijanera, la fiesta de nuestros ancestros En los primeros días del nuevo año, se celebra en Silió, pueblo del Valle de Iguña, una de las fiestas más antiguas de Cantabria. Se trata de una mascarada de invierno inserta en el ciclo carnavalesco que encarna el paso, la transición de un año a otro. Grupo de zamarracos. En la mañana del primer domingo del año, el pueblo de Silió se despierta entre la algarabía de los campanos, movidos por los bravos zarramacos, y el colorido de los trapajones, traperos y otros personajes que junto con el oso se integran en la Vijanera, una fiesta ancestral redimida del olvido por los mozos del Valle de Iguña, que han sabido conservar la tradición de sus padres y abuelos. En esta fiesta sólo participan los varones del pueblo
y es por esto que en los disfraces de estos personajes han jugado, desde
siempre, un papel muy importante las prendas femeninas. El oso y el domador. Como complemento divertido de los disfraces se urden farsas ingeniosas,
como cuando idearon un truco con una cuerda para simular que ahorcaban a
Calín (uno de los vecinos del pueblo). En un primer momento de la fiesta, los zarramacos se acercan a la raya, divisoria con el pueblo vecino, Molledo, en donde piden guerra o paz. Cumplen así el doble reto de jorricar (mover) mejor, con mayor gracia y más fuerte los campanos y sobre todo impedir que los contrarios pasen de ese límite, infracción que en la vida ordinaria supuso más de una muerte en tiempos pasados. Acercamiento a la raya divisoria. A continuación inician el pasacalles que se dirige al interior
del pueblo. Abren el cortejo carnavalesco un par de danzarines, les siguen
los zarramacos, desplazándose en círculo y haciendo movimientos
que provocan el estruendo de los campanos. La Madama y el Mancebo
van detrás. La muerte del Oso, que tiene lugar a continuación, viene a ser en esta nueva Vijanera una evocación de viejas simbologías: mediante ella se preservaban los ganados y además se canalizaban las hostilidades de la comunidad. Teniendo como pretexto la Vijanera, el ingenio popular ha dado lugar
además de a estas coplas a numerosas escenificaciones, así
junto a la del sacamuelas, una de las parodias más usuales
en la Vijanera, ha sido la de la parturienta que encarna la transición
de un año a otro. El viejo y la vieja. La Vijanera, que en el pasado compartían otros valles como el de Anievas, Toranzo o Luena es una fiesta de remotos orígenes sin duda, posiblemente en parentesco próximo con las honras al dios Jano de la antigüedad clásica. La Vijanera exalta la entrada de un tiempo nuevo, evoca la regeneración de la vida en la tierra en el momento en que se aleja de nosotros el año viejo. La costumbre la ha situado en ese mágico cambio de calendario en la propia Nochevieja o bien en los primeros días de enero. La Vijanera es una fiesta ancestral, manifestación de la cultura
popular que ha hecho perdurar hasta nuestros días arcaicas simbologías
relacionadas con los espíritus, la fertilidad, el sexo y lo social.
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