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Trabajos: Relatos Poemas
La familia del 5 Esto es una familia de 5. El padre era un señor 5 y tenía 40 años, y trabajaba de director en un banco y era un 5 de negocios. La madre era una señora que trabajaba en su casa cuidando a sus hijos; era muy amable con la gente y todo el mundo la quería. Tenían 3 hijos muy bien educados y muy buenas personas, ayudaban a quien hiciese falta, sus estudios eran de sobresaliente, etc. Era una familia muy feliz, el único problema que tenían era que el padre prestaba muy poco tiempo a sus hijos. Un día su hijo mayor 5 decidió ir a casa para presentar
a sus padres a su novia 3. A la semana siguiente el hijo pequeño 5 se chivó a su padre
de que el hermano mayor 5 había traído a casa a su novia 3.
El padre se molestó mucho, por ser el ultimo en enterarse de las
cosas. Así que decidió ir a hablar con su hijo mayor 5. El
hijo mayor 5 se lo explicó todo, pero cuando se enteró de
que la novia era de la familia de los 3 no le gustó nada. Al padre, a pesar de todo, no le pareció tan mal, así que
le apoyó y le ayudó en toda lo que pudo.
A la hora de leer, hay que tener en cuenta la escritura; o eso pensaba Juan. Juan era un chico normal, sacaba buenas notas, hacía deporte... pero lo que más le gustaba era leer. Un día, mientras leía un libro, se dio cuenta de que casi no podía entenderlo debido a la mala escritura del relato, ya que al ser un libro antiguo, y como todos sabemos, en la antigüedad se escribían o mano. Él, se dispuso a traducir aquellas siniestras palabras las cuales se hallaban ante él; ante su asombro y casi sin darse cuenta, se había devorado aquel viejo libro. El joven, a raíz de leérselo, se interesó por las escrituras antiguas y, ni corto ni perezoso, bajó a por su bicicleta que se encontraba en el jardín de su casa para, seguidamente, ir en ella hasta la biblioteca más cercana y ver lo que encontraba sobre aquel tipo de escritura que a él tanto le había llamado la atención, además, claro está, de lo que le había costado descifrarla. Al llegar a la biblioteca, rápidamente preguntó por la zona en la que encontraban los manuscritos, cogió un par de ellos y se dispuso a leerlos; en ese momento pensó que le sería de gran ayuda un diccionario para buscar aquellas palabras de las cuales no supiese su significado. Decididamente empezó a leer uno de ellos. Leyó el primer capítulo sin ninguna dificultad, ya que lo que leía le estaba interesando así que, viendo la satisfacción que le producía leer aquello, no se lo pensó ni un minuto para continuar con el segundo capítulo, aunque sabiendo que era demasiado tarde para continuar, pero no le importó; lo que el joven no sabía es que el libro tenía en su interior algo que nunca debería haber encontrado. El chico continuaba con la lectura cuando, de repente, le llamó la atención algo que se encontraba en la hoja adjunta; dejó de leer lo que en ese momento leía para irse rápidamente a averiguar que era aquello que había captado su atención de la otro hoja. Juan no salía en su asombro al leer aquellas palabras que entendía perfectamente, pero que no sabía si verdaderamente quería entender; así que, velozmente cerró el libro y salió de la biblioteca casi corriendo, lo suficientemente deprisa para que no le llamasen la atención, pero sí para alejarse cuanto antes de aquello que acababa de presenciar. Al llegar a casa pensó que todo aquello había sido causado
por el cansancio que tenía encima, que todo aquello no era más
que producto de su imaginación, así que cenó algo,
y se echó a dormir pensando que aquello verdaderamente no existía.
¡TEN CUIDADO. NO SIGAS LEYENDO ESTE LIBRO O TE OCURRIRÁN COSAS QUE NUNCA IMAGINASTE! Juan, haciendo caso de lo que decía la frase soltó el libro y se marchó como lo había hecho la vez anterior; ese fragmento le impactó tanto que dejó de interesarse por aquel tipo de escritura que algún tiempo atrás le había llamado tanto la atención. Con el paso del tiempo, un día como otro cualquiera, Juan recordó aquello que le había pasado hacía unos meses, se armó de valor y volvió a la biblioteca a releer aquella frase pero, cual fue su sorpresa al abrir el libro, buscar el segundo capítulo y darse cuenta de que aquella frase ya no se hallaba allí; así que prefirió no indagar en el tema ya que aquello le había producido un gran desconcierto. Juan decidió olvidarse para siempre de los manuscritos y de todo lo relacionado con la época en la que éstos se hacían y determinó que seguiría leyendo sus libros bien escritos.
Ríos de sangre
la mirada triste, angustiada, pues ha muerto su hermano. su corazón para siempre ha parado, una envidia ciega, que hasta este extremo ha llegado. que volver a verlo no deseaba con vida, una cabeza perturbada, agudizada por la bebida. la vuelta se ha dado, y lleno de ira, a ese hombre ha matado. mientras un suspiro se ha escuchado, un sencillo gemido, de un corazón espinado. llora y sus lágrimas seca el viento, un cálido aullido, que la deja sin aliento. no puede hacer otra cosa, una bala ha disparado; y cayó al suelo la hermosa joven que murió por su hermano. Las oscuras nieblas Juan hoy no ha dormido, ni ayer, ni anteayer, ni desde que llegó a la mansión de sus abuelos en Suances. Sus oscuras habitaciones le producen escalofríos y le dan miedo. Él tiene diecisiete años y vive en Santillana del Mar, pero las navidades las pasa con sus abuelos. Desciende de una familia de la burguesía muy adinerada con muchos ancestros cantabros. La razón de que sus oscuras habitaciones estén así no es por falta de ventanales, sino porque desde hace cincuenta años una espesa niebla tapa todos los fríos campos de la zona. Este, ya cansado, decide investigar por qué desde hace tanto tiempo hay esa espesa niebla. Lo primero que hace es buscar algo que le diga qué pasó entonces y pregunta a su abuela. Ella le dice que un día se fue de viaje a Francia, pero su padre se quedó en la mansión. A la semana de volver de viaje, la niebla ya estaba y todos los sirvientes los habían cambiado excepto uno, pero murió hace quince años. Era el historiador de la familia, escribía todas las semanas lo que hacíamos. Cada cien paginas hacía un tomo que se guardaba en la biblioteca. Él decidió ir por la noche, no quería que nadie le parase los pies en su investigación. Cuando sonó el cuco se dirigió hacia la biblioteca y entró. Era inmensa pero, tan perfectamente colocada, que sólo tardó unos minutos en encontrar el tomo que buscaba. El libro estaba; sin embargo, las hojas de esa semana faltaban, alguien las había arrancado. Al parecer debía de ser reciente, porque las huellas del polvo lo delataban. Sin querer tropezó y dio contra una silla y una estantería dejó ver un pasadizo. Él entró y a través de sus paredes pudo observar montones de agujeros que dejaban ver toda la casa pudiendo espiar sin que nadie lo supiese. La puerta del pasadizo sé cerro y la poca luz que venía de la biblioteca desapareció. Al no poder salir decidió quedarse la noche hasta que la luz de los agujeros entrase al pasadizo y dejase ver algún artilugio para abrir la puerta. Por la mañana, temprano, entró el cocinero. El cocinero flipaba, literalmente dicho, e intentó explicar qué hacía allí. Juan decidió hacerle un interrogatorio sobre la marcha: - ¿Desde cuándo vives tú en la casa? Juan pensó que sabiendo todo lo que sabía podía haber roto perfectamente las hojas del libro y siguió preguntando: - ¿Alguna vez té contó tu padre qué paso
hace cincuenta años en la mansión? Una semana más tarde todos los cadáveres aparecieron y fueron enterrados por separado, desde entonces la espesa y encantada niebla no volvió a aparecer por aquellas tierras.
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