Entrevistas a diferentes personajes. Sin censuras
ni cortapisas, descubre el lado humano de los entrevistados.
Entrevistas:
José del Río Lloreda,
un voluntario cántabro en la limpieza de la costa gallega
Juan José González
Harto, profesor y jugador de bolos
"El panorama en Muxía era desolador",
asegura un voluntario cántabro
Por Pablo Fernández Herbosa, Ricardo Fernández
Herbosa, Eugenio Fernández Abad y Rubén Martín Crespo,
alumnos de 1º de Bachillerato del Colegio Nuestra Señora de
La Paz de Torrelavega.
Ante el desastre ecológico del Prestige, algunos jóvenes
cántabros se animaron durante el puente de la Constitución
a acudir a Galicia para participar en las labores de limpieza del litoral.
Sin embargo, los voluntarios que hasta allí se desplazaron se sentían
impotentes ante el panorama que se les presentó y los pocos medios
disponibles para luchar contra la marea negra. Uno de estos admirables ejemplos
es el joven al que nos disponemos a entrevistar.
Datos personales:
- Nombre: José del Río Lloreda
- Lugar de nacimiento: Santander
- Edad: 19 años.
- Profesión: Estudiante de 2º año de Ingeniería
de Caminos, Canales y Puertos en la Universidad de Cantabria.
Creemos que esta entrevista lo dice todo para tratar de prevenir todas
las catástrofes ecológicas que puedan afectar no sólo
a nuestro ecosistema sino a todos los ámbitos de la vida.
Queremos agradecer a José su colaboración para la realización
de esta entrevista y también, como no, su esfuerzo para tratar de
borrar la firma del Prestige.
Pregunta.- ¿Qué te motivó a acudir a esta
cita con el medio ambiente?
Respuesta.- La verdad es que no podía mantenerme al margen
ante esta desgracia que afecta a todo nuestro país. Al principio
supuse que las medidas estatales acabarían en poco tiempo con ésta
situación, pero a medida que pasaron los días, me di cuenta
de la verdadera magnitud del problema.
P.- ¿Cuál fue la reacción de tu familia cuando
les comunicaste tu decisión?
R.- En un primer momento mis padres no se lo tomaron en serio, pero
yo había tomado una decisión y no me iba a echar atrás
tan fácilmente así que seguí insistiendo hasta que
finalmente conseguí que mis padres lo comprendieran.
P.- ¿Cómo llegaste hasta allí?
R.- Primero hablé con un grupo de amigos y entonces decidimos
ir allí por carretera. Cogimos mi coche y nos dirigimos, gracias
a un mapa y a las indicaciones de la gente, a la localidad de Muxía.
P.- ¿Qué hiciste al llegar?
R.- No sabía dónde dirigirme, por eso probé
suerte y fui al puerto. En este lugar era desde donde se coordinaban las
labores de limpieza, y me indicaron algunas playas donde podía comenzar
el trabajo.
P.- ¿Cómo conseguiste los útiles de limpieza?
R.- De esto casi prefiero no hablar. Yo tuve suerte, conseguí
el material básico (mono anti-contaminación, guantes, mascarilla,
pala) y las botas ya las llevaba de casa, pero algunos de los voluntarios
que llegaron detrás de mí tuvieron que recoger el petróleo
con las manos.
P.- ¿Qué te encontraste en la playa?
R.- Me topé con un panorama desolador, una inmensa mancha
negra cubría toda la playa. Los pescadores, y en general la gente
que vive de la mar, participaban en las labores de limpieza con los pocos
medios de los que disponían.
P.- ¿Qué clase de trabajo realizabas?
R.- Intentaba, en la medida de lo posible, recoger el fuel-oil que
se amontonaba en la orilla tras la subida de la marea, pero reconozco que
la tarea resultaba ardua, ya que el combustible adherido a las rocas era
prácticamente imposible de eliminar.
P.- ¿Cuál era el estado anímico de los que
trabajaban contigo?
R.- La verdad es que la moral de la gente estaba por los suelos,
porque el trabajo de un día quedaba anulado con la siguiente pleamar,
que nos dejaba otro "surtidor". Pero la gente seguía trabajando,
porque no tenía otro remedio, es su modo de vida y la forma de ganarse
el pan.
P.- ¿Había personal del ejército colaborando
en las playas cuando llegaste?
R.- A mi llegada la presencia de personal militar era escasa, pero
a medida que fue avanzando el puente fue incrementándose. Habilitaron
comedores de campaña y duchas donde podíamos relajarnos tras
la dura jornada de trabajo. También nos proporcionaron contenedores
especiales para el transporte del crudo.
P.- ¿Qué relación tuviste con la gente con
la que trabajabas?
R.- La verdad es que la gente era muy amistosa, había muchos
gallegos pero también abundaba gente de otros puntos de nuestra geografía,
andaluces, madrileños, manchegos, muy buenas personas con las que
conecté desde el principio. La gente de allí era muy acogedora;
a menudo los habitantes de Muxía que no estaban participando en las
labores se acercaban a traernos comida o simplemente a comentarnos la evolución
de las manchas en otros puntos de Galicia.
P.- Una anécdota ...
R.- Nos impresionó a todos los voluntarios la actitud de un
anciano que a simple vista parecía no poder tenerse en pie pero que
recogía el doble de crudo que cualquiera de nosotros, era increíble.
P.- ¿Dónde te hospedaste?
R.- La verdad es que me presente allí sin saber muy bien dónde
iba a pasar el puente. Confiaba en que se prepararan algunos albergues para
los voluntarios desplazados, pero al final dormimos en un pabellón
deportivo. Se nos proporcionaron colchones y mantas para más o menos
pasar la noche plácidamente.
P.- ¿Hubo alguna movilización o movimiento de protesta
mientras tú estuviste en Muxía?
R.- Todo cambió con la llegada del mítico barco de
Greenpeace, vinieron con ganas de hacer ruido y llamar la atención
de los responsables, situaron su centro de operaciones en el puerto desde
donde recogían firmas repartían folletos y, en general, protestaban
ante la inmovilización estatal.
P.- Según tu opinión, ¿cómo se podría
haber evitado?
R.- Una solución eficaz hubiera sido no dejar circular los
petroleros monocasco cerca de nuestras costas, pero ya que ésto es
muy difícil por lo menos la administración tendría
que disponer de mas medios, traducidos en barcos anti-contaminación.
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