Nº2. Febrero 1998
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El relato que para todos vosotros ha
preparado el escritor cántabro Alejandro Gándara,
continúa en su segundo capítulo de mano de una
alumna del colegio Cisneros de Santander.
Pero El culebrón continúa, necesitamos que sigáis
dándole cuerpo a la historia para que ésta sea completa,
colectiva y plural. Dejad volar vuestra imaginación y enviadnos
vuestras ideas; de entre todas las colaboraciones que se reciban se escogerá
una para proseguir el relato, por qué no la tuya.
Los relatos que no han resultado elegidos, pero que no por ello dejan
de ser interesantes, también son publicados, y los enviados para
el capítulo uno puedes leerlos en Otras Aportaciones.
No olvidéis tampoco que aquellos de vosotros que gustéis
más de la imagen que de la palabra también tenéis
la oportunidad de participar enviando ilustraciones que acompañen
a cada capítulo de El Culebrón. Así que
a leer y a dibujar. Para que El Culebrón nos salga redondo.
No volveremos a ver
a Celina
Por
ALEJANDRO GÁNDARA
Capítulo 1.
- No la encontraremos. Algo me dice que no volveremos a ver
a Celina.
- Tranquilízate, Martín -contestó Quini
sin mirarme- sólo hace día y medio que no sabemos
nada. A ella le gustan estas cosas. ¿Qué tal tus
padres?
Desde el faro, las aguas oscuras se extendían hasta una
línea roja del horizonte. Las luces de la bahía
parpadeaban como señales.
- Mi padre está muy callado. Mi madre va de un lado a
otro, hace llamadas telefónicas y, a veces, se nos queda
mirando como si nosotros supiéramos algo que no queremos
decirle.
Nos habíamos parado. Mirábamos el paisaje. En realidad,
no sabíamos dónde ir ahora. Iba a comenzar la segunda
noche de búsqueda. Era cierto que a Celina le gustaba
hacerse notar y que tenía recursos para ello. De lo más
variados. Pero siempre lo hacía de forma que todos se
daban cuenta de lo que estaba haciendo. De repente, pensé
que estábamos mirando al mar como si hubiera una posibilidad
de que Celina estuviera dentro. Di media vuelta y observé
el camino que bajaba entre los árboles.
- Esta mañana pasé por la tienda al salir del instituto
-dije sin pensar por qué me había puesto a contar
eso-. Un hombre con una cara de tártaro estaba hablando
con mi padre en uno de los mostradores. Había bastante
gente y mucho ruido. Iba a acercarme, pero mi padre me hizo una
señal. Entendí que el tártaro decía:
"siempre hay que pagar". Después me dieron la
mano. Debía ser un antiguo amigo de mi padre o alguien
conocido de los viajes al extranjero.
- ¿Te pareció raro?
- No, qué va. No es por esto. No sé.
Capítulo 2.
Por : Naara Martínez
Ruiz. 2º ESO C.P. Cisneros
- Últimamente hago cosas sin sentido,como Celina. Ella
también hace cosas sin sentido.
- ¿A qué te refieres?
- Creo que está en el mar.
- ¿En el mar?
- Sí -respondí-. No sabía por qué,
pero tenía la extraña corazonada de que Celina
estaba en el mar; allí, allí metida esperándonos,
como si jugáramos al escondite.
- ¿Me quieres decir cómo es que Celina está
en el mar?
- Ella es rara recuerda, sólo quiere hacerse notar. Es
extraño, ¿Verdad?. Creo que Celina es una Sirena.
- ¿Qué? ¡¡Creo que estás diciendo
cosas sin sentido, tranquilízate!!
-Vamos al mar, allí la encontraremos.
Quini me siguió, extrañado. Pero me siguió.
Cuando llegamos a la playa todo estaba sereno, bueno todo menos
una cosa; en una roca había una misteriosa silueta...¡como
de Sirena!
¡¡Era ella, era Celina!!
Sólo lo vi yo, Quini ni se enteró, y yo no dije
nada, estaba seguro que era el secreto de Celina.
Empezó a anochecer y decidimos emprender el camino a casa.
Cuando llevábamos media hora andando, Celina nos sorprendió
en el camino, nos dijo:
-¡Vaya susto! ¿eh? Apuesto a que lleváis
toda la tarde buscándome. Venga, vamos era broma.
Nos quedamos sin habla, pero seguimos andando.
Cuando llegamos nos despedimos, Celina me guiñó
un ojo y me dijo "sí" al oído.
Yo era el único que lo sabía: Celina era una Sirena...
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