Daniel y Diego juegan
tan distraidos que se acaban perdiendo en el bosque.
Tienen mucho miedo, pero gracias a una ardilla conseguirán
escapar de ese labarinto.
Había
una vez unos niños llamados Daniel y Diego
que estaban en el jardín del parque jugando
al escondite, y se hizo tarde.
- Daniel: Diego, ¿Jugamos
al escondite?
- Diego: Vale, Daniel tú
te la quedas.
- Daniel: ¡1, 2, 3…
no te veo! ¿Dónde estás?
- Diego y Daniel: Eo, eo
Ellos estaban tan distraídos
que se perdieron y llegaron a un bosque. Su madre
se puso a buscarles.
- Mamá:
¡Niños! ¿Dónde estáis?
Diego gritó y a Daniel
le aparecieron unos lobos salvajes. Ellos dos se asustaron,
se echaron a correr y se refugiaron en una cueva.
- Diego y Daniel:
Menos mal que nos hemos encontrado ¿Y ahora
qué hacemos? Cuidado que viene un lobo ¡ohhhhh!
¡Vamos a resguardarnos en esa cueva!
Después encontraron
una ardilla herida. Entonces Daniel y Diego decidieron
llevarla a su casa. Pero no se acordaban de cómo
regresar.
- Diego y Daniel: ¡En esta
cueva estamos a salvo! Parece que ya se ha ido el
lobo. ¡Vamos a salir!
- Daniel: Quiero regresar a casa
¿Por dónde vamos?
- Diego: ¡Ay! ¡Mira,
una ardilla y está herida!
- Ardilla: ¡Gracias por
pararos a cuidarme! Por estar tan agradecida, os voy
a ayudar a llegar a vuestra casa si me ayudáis
con esta canción…
Entonces, la ardilla les ayudó
a buscar el camino, pero antes tenían que resolver
un acertijo matemático con una canción…
"Uno, dos y tres.
Pepito, Manolito y Andrés. Van a escribir una
carta. A su querido Manuel. En la carta le decía.
Recuerdos para su tía. Que vive en la calle
Uría. Número 46: dos, cuatro, seis,
ocho, diez, doce, catorce, dieciséis.
Dieciocho, veinte, veintidós, veinticuatro,
veintiséis..."
Al final, cuando lo resolvieron,
pudieron encontrarse con su madre que se alegró
mucho y se fueron a cenar.
- Madre: Hasta
mañana niños y tened más cuidado.
- Niños: ¡Hasta
mañana mamá! Así será.
Te queremos.
Después se hizo de noche
y durmieron bien y felices.

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